sábado, 29 de agosto de 2015

agosto 29, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Torpeza. De regreso de sus compras doña Macalota llegó a su casa, y al entrar en la recámara se encontró con que su marido, don Chinguetas, estaba en la cama en compañía de una despampanante morena con la cual se hallaba practicando el muy antiguo rito natural conocido por los ingleses con el nombre de in and out. La señora estalló en cólera. “¡Infame! -le gritó al infiel-. ¡Y en mi propia casa! ¡Descarado! ¡Torpe! ¡Ruin!”. “Ay, Macalota -contestó don Chinguetas con tono de ofendido-. ¿Quién te entiende? Si traigo amigos a la casa te enojas, si traigo amigas también”... Don Languidio le informó a su mujer: “Se descompuso el reloj de cuco. Ya no sale el pajarito”. “¡Jod...! -exclamó la señora con disgusto-. ¡Y era el único pajarito que funcionaba en esta casa!”... Llorosa, gemebunda, Dulciflor les informó a sus padres que se hallaba en estado de buena esperanza. Esto quiere decir que estaba embarazada. El papá le pidió que le dijera el nombre del padre de la criatura, a fin de pedirle cuentas de su acción. Respondió Dulciflor: “Hay dos posibilidades, papi. Puede estar entre la banda de música de la escuela o el equipo de futbol”... Rosilita le dijo a Tonilita: “Yo tengo 5 años, ¿Cuántos tienes tú?”. “No sé” -respondió Tonilita. Volvió a inquirir Rosilita: “¿Ya te gustan los niños?”. Declaró la pequeña: “No me interesan, ni siquiera los veo”. Concluyó Rosilita: “Es que todavía eres demasiado niña”. La recién casada puso en la recámara un bello cartel que tenía dos corazones atravesados por una flecha y un romántico letrero que decía: “Amor mío: Te necesito día y noche”. El joven esposo vio el cartel. Al punto fue a una tienda de artículos religiosos y compró otro letrero que también puso en la recámara: “¡Señor, dame fuerzas!”... 


Jorge Ramos es un hombre valioso. No sólo es un magnífico periodista: Es también una persona de gran calidad humana, un mexicano bueno que desde su tribuna ha defendido incansablemente los derechos de sus paisanos y de todos los migrantes que buscan en el país del Norte mejores condiciones de vida. El modo en que fue tratado por Trump y sus guardaespaldas es una muestra más de la torpeza de ese hombre inculto e ineducado. Reitero mi promesa: Si por una de esas cosas que tiene la política Trump llega a la Presidencia de los Estados Unidos, no volveré a poner los pies en ese país al que aprecio, pero al que en ese caso no regresaría. Y nadie intente convencerme de lo contrario. Este es el cuentecillo titulado “La mujer celosa que todos los días encontraba cabellos en la solapa de su esposo”. Después de revisarlo concienzudamente le reclamaba: ¡Mira! ¡Un cabello rubio! ¡Has de estar saliendo con una güera”. “Te juro que no, mi vida -respondía él-. Te equivocas”. Al día sigiente: “¡Mira! ¡Ahora un cabello negro! ¡Has de tener relaciones adulterinas con una morena!”. “Mi amor -decía el marido-, tus infundados celos te hacen ver cosas que no existen”. Unos días después: “¿Qué es esto? ¡Un cabello rojizo! ¡De seguro tienes dimes y diretes de fornicio con una pelirroja!”. “Por favor, cielo mío -le suplicaba él-. No imagines cosas”. Cierto día la mujer estaba más enojada y celosa que nunca. Le preguntó el esposo, resignado: “Y ahora ¿qué encontrase en mi solapa?”. Respondió ella, colérica: “¡No encontré absolutamente nada! ¡Seguramente me estás engañando con una mujer calva!”... El abarrotero del pueblo estaba en su tiendita de la esquina, llamada Las quince letras. Su pequeño hijo llegó corriendo y le dijo con apuro: “¡Padre! ¡En la casa está un cobrador! Dice que no se irá hasta que mi mamá le pague lo que le debe por concepto de vestidos, accesorios y artículos de belleza en general”. “Voy hacia allá -dijo afanosamente el comerciante al tiempo que empezaba a cerrar con rapidez la tienda-. Adelántate tú. Corre a la casa lo más aprisa que puedas. Si el cobrador es ese joven alto, moreno, musculoso, de pelo rizado y ojos verdes siéntate en el regazo de tu mamá y no te quites de ahí hasta que yo llegue. Tu madre no tiene dinero. ¡No vaya a querer pagarle en alguna otra manera!”. FIN.