viernes, 28 de agosto de 2015

agosto 28, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Más de lo mismo. Contó en la oficina don Chinguetas: “Mi esposa y yo hemos encontrado la manera de evitar la rutina en nuestro matrimonio. Dos días a la semana salimos por la noche. Cenamos en algún buen restaurante, bebemos algunas copas, y luego vamos a algún discreto motelito y hacemos el amor. Ella sale los martes y yo los jueves”. El optimista en una dona ve el pan, el pesimista el agujero, y el realista las calorías. Al día siguiente de la intervención quirúrgica el cirujano le dio una mala noticia a Babalucas: Tendría que operarlo nuevamente, pues los guantes se le habían quedado dentro. “Doctor -le preguntó Babalucas, preocupado-, ¿y si mejor simplemente se los pago?”. Don Vetulio, señor de edad más que madura, se hizo novio de Pernila, damisela de 18 abriles. Acompañado por ella fue con el padre Arsilio. Su propósito era que el bondadoso sacerdote los casara. Vio a la pareja el señor cura y le indicó a Vetulio: “La pila está en la capilla de San Juan, al fondo de la iglesia”. “¿Pila? -se sorprendió el carcamal-. ¿Para qué quiero yo una pila?”. Respondió con simulado desconcierto el padre Arsilio: “¿Qué no vienes a bautizarla?”.


Nada nuevo y nada bueno debemos esperar de los cambios hechos en el Gabinete por Enrique Peña Nieto. Con todo lo espectacular que para los políticos deben haber resultado esos movimientos, para los ciudadanos representan solamente más de lo mismo. Sorprende, sí, la extraordinaria inteligencia, versatilidad, talento multiforme y supereminente capacidad de adaptación de quienes figuran en el elenco presidencial. Eso de que la Secretaria de Turismo se haga cargo ahora de la Cancillería es cosa que sólo en México puede suceder. Sorprende y maravilla que el jefe de la Oficina de la Presidencia sea ahora secretario de Educación, cargo para el cual debe haberse preparado arduamente desde hace varios años. El hecho de que quien fue canciller sea ahora secretario de Desarrollo Social es cosa como para dejar turulato a cualquiera. Más que secretarios de Estado con verdadero conocimiento de la función que desempeñan tenemos burócratas de nómina y quincena que igual pueden estar aquí que acá, allá o acullá. Así, con tan palmario desdén por el buen Gobierno y la buena administración, no es posible progresar. Todo se vuelve grilla, politiquería, improvisación continua. En ese contexto yo, que batallo con las tablas de multiplicar -sobre todo con la del 9- , pido ser director del Instituto Mexicano de Altas Matemáticas (IMAM). Espero el nombramiento, para hacer frente a las nuevas circunstancias y desafíos que enfrenta el País. Dijo Capronio: “Me divertí tanto en mi despedida de soltero que sentí ganas de cancelar la boda”. Un borrachito se hizo de palabras con don Sinople Gules, señor de buena sociedad, pues éste casi lo atropelló con su automóvil. “Ultimadamente -le dijo el temulento al caballero-, vaya usted y tizne a su madre”. “Señor mío -respondió muy digno don Sinople-, sépase que yo tengo dos madres: Una de mentiras para que me la mienten rufianes como usted y otra, la verdadera, mi santa madrecita, la veneranda mujer que me dio vida. A ella la tengo en un nicho”. Repitió el beodo: “Entonces tizne a su madre. La del nicho”. Dijo un sabio: “Vivamos de tal modo que el día de nuestra muerte hasta el empresario de pompas fúnebres se sienta triste”. Doña Calpurnia era alta y seca, sin nada de qué jactarse ni por la parte Norte ni por la del Sur. Una cosa la molestaba mucho: Su arrugada tez. Fue con un cirujano plástico y le pidió que le diera una estiradita. El médico procedió a realizar la operación, tras de lo cual le dijo a la paciente: “Le he dejado en la nuca un tornillito oculto bajo su cabello. Cada vez que quiera estirarse más el cutis bastará que le dé una vuelta a ese tornillo. Con eso la piel le quedará más lisa”. Tres meses después doña Calpurnia regresó con el galeno y se quejó: “Me salieron dos bolsas abajo de los ojos”. Después de breve examen dictaminó el facultativo: “No son bolsas, señora. Son sus bubis. Y si le sigue dando vueltas al tornillo dentro de poco va a tener una piochita”. (No le entendí). FIN.