sábado, 25 de julio de 2015

julio 25, 2015
ROMA, Italia, 25 de julio.- La Repubblica y el Vaticano, de nuevo. El periódico dirigido por Ezio Mauro no parece ser uno de los libros favoritos de la Santa Sede (a pesar de que Francisco había revelado que sólo leía La Repubblica). Baste recordar cronológicamente los últimos enfrentamientos entre La Repubblica y los jerarcas de la Iglesia, por las dos entrevistas que concedio el Papa Francisco al fundador histórico del diario, Eugenio Scalfari. En ambos casos (octubre 2013, julio 2014) el periodista, tal vez debido a su avanzada edad, atribuyó al Pontífice frases entre comillas no pronunciadas nunca por el Santo Padre. Las entrevistas que dieron la vuelta al mundo y que el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, criticó con dureza:


"Como se ha dicho anteriormente en una circunstancia similar, hay que señalar que lo que Scalfari atribuye al Papa, entrecomillando sus palabras, es fruto de su memoria de periodista experto, pero no la transcripción precisa de una grabación y mucho menos revisada por el interesado a quien se atribuyen las declaraciones. ¿Olvido o reconocimiento explícito de que se está haciendo una manipulación para los lectores ingenuos?"

Pero volvamos a la actualidad. El corresponsal en el Vaticano de La Repubblica, Marco Ansaldo, fue excluido del avión papal que transportará a Francisco a Cuba y los EE.UU. con el séquito de periodistas (no es la primera vez que sucede, recuerda el periódico, ya hace treinta años el vaticanista Domenico Del Rio fue expulsado por "haber escrito artículos críticos sobre el papado wojtiliano"). El padre Federico Lombardi adujo "problemas logísticos" (demasiados periodistas acreditados) para la exclusión del reportero de la fuente, pero también (y según La Repubblica, sobre todo) su intención de aplicar una "sanción" por la publicación anticipada y no autorizada de la Encíclica por parte de l'Espresso,  que pertenece al mismo grupo editorial del periódico dirigido por Ezio Mauro. Una "vendetta", por lo tanto.

De parte de La Repubblica, no aceptaron muy bien la sanción, al grado de dedicarle un artículo en la primera plana con un escolio brillante:

La Santa Sede puede subir y bajar del avión del Papa a cualquiera, ya que vende los boletos. Pero no puede imponer "sanciones", sobre todo de aplicación arbitraria. No le reconocemos este derecho, defendemos nuestro trabajo y reclamomos no ser discriminados al ejercerlo, al servicio de los lectores y del interés común por la verdad. Que nunca debe aparecer en dos versiones, en el lapso entre mañana y tarde. (termometropolitico.it)