jueves, 2 de julio de 2015

julio 02, 2015
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez

Tres gobernadores priístas parecen haber encomendado a sus papás el trabajo sucio en el estado. Y a pesar de las denuncias de los medios de comunicación y sus opositores, siguen operando en plena impunidad, a veces haciendo política, a veces haciendo negocios, a veces ambas, gracias a la protección del poder casi virreinal que ostentan sus hijos.

El caso más público y escandaloso es el del señor Humberto Medina Ainslie, padre del gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz. Cuando arrancó el sexenio, los interlocutores del poder, los hombres de empresa, recibieron la señal de que el mando verdadero no estaba en Palacio de Gobierno, sino en una casa en la colonia Lomas del Valle, en la zona metropolitana de Monterrey. Usted lo leyó desde 2011 en estas Historias de Reportero. 

Roberto Borge Martín, Jorge Leonel Sandoval Figueroa y Humberto Medina Ainslie.

Las denuncias sobran: ahí se definían puestos públicos, se asignaban contratos, se cerraban negocios, se asignaban candidaturas. Con tal desparpajo, que Jaime Rodríguez El Bronco hizo campaña con la consigna de encarcelar a Papá Medina y a su hijo gobernador por sus actos de corrupción. La sociedad lo avaló en las urnas.
Otro caso que escandalizó durante la reciente campaña política fue el de Jorge Leonel Sandoval Figueroa, papá del gobernador de Jalisco, Aristóteles Sandoval Díaz. El señor es magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, pero se le encueró en una llamada telefónica haciendo proselitismo a favor del PRI, organizando trampas electorales y hasta explicando con cierto detalle cómo debía violarse la ley. El gobernador le pidió a su papá que se separara del cargo. Era lo mínimo. Lo escandaloso es que, dos días después de la elección y a pesar del castigo ciudadano al PRI en Jalisco, el papá… ¡ya regresó a su puesto como si nada!

Un expediente que a nivel nacional todavía no revienta como los anteriores, pero que a nivel local raya en la indignación y el escándalo, es el de Roberto Borge Martín, papá del gobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo. Según las denuncias es el verdadero mandamás de una red de gasolineras y de una nueva naviera, que habrían recibido privilegios de permisos exprés por parte de autoridades federales, estatales y municipales. Todo, mientras las finanzas del estado están severamente comprometidas, según fuentes de Hacienda, muy bien informadas. Ante estos señalamientos, el gobernador Roberto Borge ha respondido que su padre es sólo asesor en estos grupos empresariales. Las dos veces que Papá Borge ha incursionado en el negocio marítimo han coincidido con que sus parientes son gobernadores: primero su hermano Miguel y luego su hijo Roberto.

Estas historias se repiten a nivel federal y municipal. Los partidos, en estos casos el PRI, en vez de preocuparse por establecer controles serios para evitar que sus postulados hagan tropelías, reaccionan al castigo de los votantes como se ve estos días en Chihuahua: aprobando leyes para prohibir las candidaturas independientes.

Están viendo… y no ven.

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