miércoles, 29 de julio de 2015

julio 29, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Ilusión perdida. Los recién casados pasaron la primera noche en su nidito de amor. A la mañana siguiente él sacó un billete de su cartera y se lo dio a su flamante mujercita para que comprara la comida de ese día. Ella se puso feliz. Le dijo alegremente: “¿Tú también me vas a pagar?”. El esposo se veía preocupado. Su señora le dijo: “Dime lo que te pasa, Fecundino. Somos marido y mujer; tus problemas son mis problemas”. “Está bien –respondió él con tono sombrío–. Embarazamos a nuestra secretaria”. Relató doña Pasita: “Había un ratón en mi casa, y le puse veneno en el agujerito”. Babalucas preguntó con interés: “¿Y quién se lo detuvo?”. En el sepelio de la señora Frinetina su marido se veía sereno, si bien algo acongojado. En cambio el compadre Pitongo estaba hecho un mar de lágrimas; profería ululatos desgarrados y se sacudía en espasmos convulsivos. Su gran dolor era explicable: había tenido con la finadita dimes y diretes de carácter erótico–sensual; por eso sentía en el alma –y en partes aún más sensibles– la pérdida de aquella sabrosa fuente de deleitación. El viudo fue hacia él, le pasó un brazo sobre el hombro y le dijo en tono de consuelo: “No llore más, compadre. Le prometo que me volveré a casar”. Si alguna esperanza tenía yo en la regeneración de López Obrador esa vana ilusión quedó perdida cuando el tabasqueño le propuso una alianza política a la CNTE. Tal organización es una de las peores lacras del país; incluso hay quienes han llegado a compararla con el Partido Verde. El hecho de que AMLO haya ofrecido apoyo a esa nefasta banda de vividores y corruptos demuestra que el Peje no se detiene en nada con tal de llevar adelante su ambición de llegar a la Presidencia a como dé lugar. En el pecado llevó la penitencia: el rechazo de los cenetistas lo dejó en posición muy desairada, al grado de que bien puede decirse que esa frustrada maniobra es el segundo mayor error –después de la toma de Reforma– que ha cometido en su ya tediosa campaña para buscar el poder. Será candidato por tercera vez, no cabe duda (claro, si el tiempo no lo impide y previo permiso de la Autoridad, como dicen los carteles anunciadores de las corridas de toros). Pero también es indudable que acciones como ésta le enajenan la simpatía de vastos sectores de la clase media que empezaban a creer –como alguna vez lo creí yo– que López Obrador había hecho renuncia a sus extremismos y a su demagogia populista; que había madurado y se había moderado; que representaba una opción valedera en el 2018. La alianza que infructuosamente procuró trabar con la CNTE da la razón a quienes piensan que AMLO es en verdad un peligro para México. Don Chinguetas y su consorte doña Macalota sostenían su enésima discusión. El tema de su disputa era por demás peregrino: ella afirmaba que el dolor más grande que se puede sentir es el del parto; él sustentaba la tesis de que no hay mayor dolor que el de un varón a quien le dan una patada en los testículos, dídimos o compañones. Don Chinguetas puso fin al debate con un argumento que en Lógica tradicional se llama “Aquiles”, razonamiento de tal fuerza que no se puede refutar. Le dijo: “Mira: he sabido de muchas mujeres que quieren tener un hijo, sin importarles los dolores del parto. Jamás, en cambio, he conocido a un hombre que quiera que le den una patada en los éstos”. En la merienda de los jueves doña Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, les confió a sus amigas: “Cuando me iba a casar con Sinople quise que mi matrimonio empezara sin ocultamientos y mentiras, y le conté todo acerca de los hombres con quienes tuve relación sexual antes de conocerlo a él”. Comentó una de las señoras, admirada: “¡Qué honestidad!”. Opinó otra con el mismo tono admirativo: “¡Qué valor!”. Y exclamó una tercera con admiración aún más grande: ¡Qué memoria!”. Por medio de dietas y ejercicios don Algón logró reducir algunas pulgadas a su prominente abdomen. Una hermosa chica lo felicitó por tal hazaña. Frotándole la barriga le dijo alegremente: “¡Manténgala baja, don Algón! ¡Manténgala baja!”. Respondió el salaz ejecutivo: “Si me hubieras hecho esto mismo hace 10 años, linda, me habría sido imposible atender tu exhortación”. (No le entendí). FIN.

Mirador


Me habría gustado conocer a Samuel Johnson. Su Diccionario de la Lengua Inglesa, aparecido en 1755, es una de las más espléndidas joyas de la lexicografía universal. Obra completamente individual, se le considera extraordinario fruto de la dedicación y la cultura de un solo hombre.
Tras la publicación del caudaloso libro, un grupo de señoras pertenecientes a cierta asociación piadosa le expresó su reconocimiento al autor. La dama que las presidía le dijo:

—Queremos felicitarlo, Mister Johnson. En su diccionario no aparece ninguna palabra indecente.

Preguntó el escritor:

—¿Las buscaron ustedes?

Me habría gustado conocer a Samuel Johnson. Sabía él que tras algunas formas de moral se ocultan muchas inmoralidades.
¡Hasta mañana!…

Manganitas

“En la cuerda floja el Piojo”

En efecto, ya se ve
que luego de sus jactancias,
y tras tantas arrogancias,
le van a echar DDT.