lunes, 13 de julio de 2015

julio 13, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre 


Contra el cambio. Ligeria, la señora del 14, les comentó a sus vecinas: “Ahora debo cuidarme mucho para no quedar embarazada”. “¿Cómo? -se sorprendió una-. ¿No nos dijiste que tu marido acaba de hacerse la vasectomía?”. Replicó Ligeria: “Precisamente por eso debo cuidarme mucho”. Picio era tremendamente feo. Cierto día visitó el zoológico y pasó frente a la jaula del orangután. El antropoide le preguntó: “Amigo: ¿Quién es tu abogado? A lo mejor me saca a mi también”. En la carnicería una mujer pidió un pollo. Se lo dio el carnicero, y la mujer le introdujo un dedo en la parte posterior (al pollo, no al carnicero). Declaró: “Este pollo no está fresco”. El carnicero le dio otro. La señora hizo lo mismo y declaró de nueva cuenta: “Tampoco este pollo es fresco”. Cuando descartó el tercer pollo el carnicero le dijo con irritación: “Señora: ¿Pasaría usted esa misma prueba?”. Un rudo sujeto llegó al consultorio médico llevando a un muchacho. Le dijo al doctor: “Le di a este joven un escopetazo en las nalgas. Sáquele las postas. Y hágalo con cuidado, porque es mi yerno”. El facultativo se asombró: “¿Cómo es que le dio un escopetazo a su yerno?”. Replicó el hombre secamente: “Cuando se lo di todavía no era mi yerno”. Las candidaturas independientes, que durante mucho tiempo fueron impugnadas por los partidos políticos, pudieron existir -nadie podrá desnegarlo, como dicen en el Potrero- gracias a la reforma política promovida por el presidente Peña Nieto. Así las cosas, los estados cuyos congresos locales están poniendo trabas a los candidatos independientes van a contracorriente de un cambio democrático impulsado desde la Presidencia. No se explica por qué algunos gobernadores salidos del PRI permiten que en sus respectivos estados los partidos estorben esas candidaturas. Eso es oponerse no sólo a la voluntad presidencial, sino también a uno de los más importantes avances en materia de política que últimamente se han logado en el País. ¿De qué lado están esos gobernadores? ¿Del lado del Presidente o del lado de los partidos? Y otra pregunta: ¿Cuál es la capital de Dakota del Sur?. Nalgarina Grandchichier, vedette de moda, comentó con jactancia: “He estado en los mejores hoteles de esta ciudad”. “Sí -admitió otra vedette-. Una hora en cada uno”. Doña Virtudes declaró: “No me gusta el sexo en el cine”. “A mí tampoco -dijo Pirulina-. Una vez lo intenté, y la butaca se quebró”. La bella misionera fue apresada por salvajes. La llevaron a la presencia del jefe de la tribu. El feroz sujeto le dijo a la predicadora: “Escoge, mujer: El deshonor o la muerte”. Clamó ella con determinación de mártir: “¡Mil veces prefiero la muerte antes que el deshonor!”. “Muy bien -dijo el salvaje con voz grave-. Recibirás la muerte. Pero primero el deshonor. ¡Méngache mi chula!”. Suspiró la actriz de Hollywood: “Me encantan las lunas de miel. Lástima que sólo suceden cada dos años”. Doña Macalota le reclamó con enojo a su esposo don Chinguetas: “¿Por qué dijiste en la fiesta que te casaste conmigo por mi dinero? Cuando nos casamos yo no tenía dinero”. “Es cierto -reconoció don Chinguetas-. Pero alguna explicación tenía que dar”. En la clase de Historia preguntó el maestro: “¿Qué les dijo César a sus asesinos?”. Pepito aventuró una respuesta: “Les dijo: ‘¿Qué? ¿No les gustó la ensalada?”. Doña Holofernes iba por un camino rural en su carrito tirado por caballo. Un hombre la hizo detenerse. “Señora -le dijo-, soy de la Sociedad Protectora de Animales. Veo que su caballo lleva una cuerda atada a los testículos. No sé por qué trae esa soga en parte tan sensible, pero en todo caso eso constituye un acto de crueldad que los animalistas no podemos tolerar. Le pido que al llegar a su granja le quite usted al caballo esa cuerda y ya no se la ponga, pues de otro modo me veré obligado a denunciarla formalmente por maltrato contra los animales”. Doña Holofernes escuchó en silencio aquel severo réspice. Cuando llegó a su casa le contó a su marido lo del hombre con quien se había topado. Le preguntó don Poseidón: “Y ¿qué te dijo ese individuo?”. Contestó doña Holofernes: “No le entendí bien. Algo relacionado con el freno de emergencia”.FIN.