martes, 28 de julio de 2015

julio 28, 2015
MADRID, España, 28 de julio.- Saif al Islam Gadafi (quien fue juzgado in absentia), considerado hace unos años destinado a suceder a su padre, el coronel Muamar Gadafi, y modernizar Libia, puede acabar ante un pelotón de fusilamiento si se confirma la sentencia de un tribunal de Trípoli, que lo condenó hoy a la pena capital. Tras 16 meses de juicio, el juez lo consideró culpable de "crímenes de guerra" y de la represión de las protestas contra la dictadura que se desataron en febrero de 2011 y que meses después devinieron en una guerra civil que acabó con el régimen.

Como uno de los dos únicos miembros de la familia Gadafi que están en manos de los ex rebeldes libios -su padre murió ejecutado al final de la guerra y sus hermanos están muertos o fugados, a excepción de Saadi, extraditado a Trípoli en marzo de 2014-, Saif al Islam será exhibido como símbolo de escarnio por los crímenes de la dictadura, de la que él también fue una figura destacada.

Seif al Islam fue juzgado en ausencia (la foto es de archivo), ya que supuestamente se encuentra en la sureña localidad de Zintan, bajo arresto domiciliario y en manos de una milicia local opuesta a Trípoli.

Otros ocho prominentes líderes del sistema gadafista fueron también sentenciados a muerte, incluyendo a Abdulá Senusi, el ex jefe de la temida Inteligencia militar libia, Baghdadi al Mahmudi, último primer ministro del régimen y Abuzaid Dorda, director de los servicios secretos libios desde 2009. En el juicio se despachó la suerte de un total de 38 acusados, cuatro de los cuales fueron absueltos y uno será enviado a una institución psiquiátrica libia, un agujero negro que puede ser incluso peor que la cárcel. El resto tendrá que cumplir penas que van del año de prisión a la cadena perpetua.

La defensa apelará

La sentencia debe ser ratificada por el Tribunal Supremo y cabe apelación para los condenados a la pena capital ante la Corte de Casación. La defensa del hijo del coronel anunció ayer mismo que apelará la sentencia. "El juicio no es definitivo, vamos a apelar", afirmó por teléfono a la agencia Efe el abogado de la defensa de Saif al Islam, Ali al Dia.

La vista se desarrolló bajo estrictas medidas de seguridad en el correccional de Al Hadba (Trípoli), con la presencia de 29 de los acusados. Saif al Islam fue juzgado in absentia, ya que no se encuentra en manos de las autoridades de Trípoli. Saif al Islam permanece custodiado por las brigadas de Zintan después de que éstas lo capturaran, en noviembre de 2011 -un mes después de la muerte de su padre a manos de milicias de Misrata-, en Obari, una localidad del desértico suroeste del país, donde se asientan las importantes reservas de crudo libias.

Zintan se negó en su día a entregarlo a las autoridades centrales y lo utiliza desde entonces como carta de poder frente a las milicias de Misrata, sus rivales, aunque sí acordó que fuera juzgado en Trípoli. El proceso comenzó en abril de 2014 y concluyó este mayo, a la espera de que se dictara sentencia. Gadafi no se desplazó a la capital para ninguna de las sesiones y sólo participó por circuito cerrado de vídeo en tres de las 24 vistas. No se le ha visto desde junio de 2014 y se desconoce su ubicación actual.

Petición de extradición

El Tribunal Penal Internacional (TPI), con sede en La Haya, había pedido en 2014 la extradición de Saif al Islam para juzgarlo por crímenes contra la Humanidad cometidos durante la revolución de 2011. Pero las milicias libias siempre se negaron a entregarlo a las autoridades internacionales. En cambio, el TPI sí que accedió a que Senusi -sobre quien también emitió una orden de arresto- fuera juzgado por Libia.

Senusi fue detenido en Mauritania, donde se había refugiado e intentaba vivir de incógnito tras la caída del régimen, y extraditado en septiembre de 2012 a Libia. Casado con una hermana de la esposa del coronel Gadafi, Senusi tenía una notoria reputación de brutal represor. Los libios le consideran responsable de la terrible masacre de 1.200 presos en la cárcel de Abu Salim en 1996.

Organizaciones de defensa de los derechos humanos, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos y el Consejo de Europa han criticado el proceso judicial y la sentencia. El secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, criticó la decisión de la Justicia libia de imponer la pena capital al hijo de Gadafi y a otros ocho próximos del régimen, señalando que los acusados «deben comparecer ante el Tribunal Penal Internacional de La Haya para un proceso justo». El TPI no permite la pena de muerte.

John Jones, abogado británico contratado para representar a Saif al Islam ante el TPI, afirmó ayer a Reuters que el juicio ha sido un "espectáculo" y que es "ilegítimo de principio a fin". Para él, se trata de una «ejecución sancionada por la justicia». La organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, denunció las graves violaciones del proceso. "Este juicio ha sido llevado a cabo en medio de un conflicto armado y en un país dividido por la guerra, donde la impunidad es la norma", señaló Joe Stork, vicedirector para Oriente Próximo y Norte de Africa de HRW.
Justicia en la era post Gadafi

La preocupación de todas estas instituciones indica que, con este juicio, Libia pierde una importante oportunidad de imponer justicia por los crímenes cometidos durante la dictadura. Inmersa en una grave crisis política y armada que ha convertido al país en un reino de taifas desde la caída del régimen, el caos se exacerbó desde el pasado agosto, cuando la coalición de milicias Fayer Libia -próxima a Misrata- tomó Trípoli y estableció su propio Gobierno, frente al reconocido por la comunidad internacional, que tuvo que exiliarse a Tobruk y Al Bayda.

El pasado diciembre, el Ministerio de Justicia de Al Bayda rechazó su responsabilidad sobre los juicios celebrados en áreas que no estuvieran bajo su control, con lo que se abren dudas sobre la validez futura de esta sentencia si es confirmada. El proceso de Saif al Islam había continuado, en paralelo al conflicto, mientras Zintan se alineaba con Tobruk frente a Misrata y Trípoli. (Rosa Meneses / El Mundo / BBC News)