miércoles, 8 de julio de 2015

julio 08, 2015
LA PAZ, Bolivia, 8 de julio.- Es la preocupación apostólica lo que impulsó a Papa Francisco a subir hasta los 4000 y tantos metros de La Paz. Este es el motivo que lo llevó a ignorar con cortesía los más sinceros consejos sobre su salud y sobre tratar con delicadeza los pulmones (tanto el pulmón completo como el otro al que le falta un pedazo) con los que respira. Lo repitió el mismo sucesor de Pedro, que ahora tiene 78 años, en el discurso pronunciado al desembarcar en el  Aeropuerto Internacional El Alto, el primero de su etapa boliviana en este viaje latinoamericano. “Como huésped y peregrino”, dijo Papa Francisco, “vengo a confirmar la fe de los creyentes en Cristo resucitado”.

Estaba esperando a Bergoglio el indígena aymara Evo Morales, presidente del Estado plurinacional de Bolivia, artífice de esa “revolución indigenista” que quiso imprimir en el sistema institucional y en el mismo nombre de la nación las características plurales y multiformes del país andino, con su 53% de habitantes que pertenecen a 36 grupos indígenas diferentes, todos ellos indicados en la Constitución. La fiesta de bienvenida reservada al Obispo de Roma se llevó a cabo justamente como una suntuosa celebración de la diversidad boliviana. El mandatario boliviano entregó como regalo al Pontífice la hoja sagrada de coca en una bolsita tradicional que se lleva al cuello, según las usanzas tradicionales.

Evo Morales, presidente de Bolivia, con el Santo Padre.

“Bienvenido, hermano Papa Francisco. Todos los bolivianos y bolivianas hoy estamos muy felices porque has venido a visitarnos a nuestra casa. Y nos traes tu mensaje de fe, esperanza y liberación. Hermano Papa Francisco, te recibimos con los brazos y el corazón: al Papa de los pobres. La lucha a favor de los pobres, al igual que nuestro proceso de cambio que trabaja por los más necesitados. En tiempo de cambio, quien traiciona a un pobre traiciona a Papa Francisco”. Fueron las palabras de bienvenida del presidente Evo Morales, quien aludió al problema del acceso al océano por parte de Bolivia y las contiendas con Chile. También recordó que en la historia la Iglesia había colaborado con la dominación en el continente, pero ahora, indicó Evo Morales, “el pueblo boliviano te recibe con alegría y te da la bienvenida porque vienes a Bolivia para apoyar la liberación”.

En su discurso, Papa Francisco agradeció a Morales por “la cálida acogida”, y después ofreció un homenaje a la identidad plural de una tierra que definió “bendecida en sus gentes, con su variada realidad cultural y étnica, que constituye una gran riqueza y un llamado permanente al respeto mutuo y al diálogo”. Evitando cualquier alusión a las controversias sobre el tiempo, ya lejano, de la Conquista española, Bergoglio se refirió más bien al presente y al futuro que comparten los bolivianos de la actualidad, esos que descienden de los “originarios milenarios” y los que provienen de las personas que llegaron a América a principios de la edad moderna: “cuánta alegría”, dijo el Papa, “nos da saber que el castellano traído a estas tierras hoy convive con 36 idiomas originarios, amalgamándose (como lo hacen en las flores nacionales de kantuta y patujú el rojo y el amarillo) para dar belleza y unidad en lo diverso. En esta tierra y en este pueblo, arraigó con fuerza el anuncio del Evangelio, que a lo largo de los años ha ido iluminando la convivencia, contribuyendo al desarrollo del pueblo y fomentando la cultura”.

En su discurso, el Papa también se refirió a la cuestión del medio ambiente, fatalmente relacionada con el camino presente de un país “de singular belleza”, que ha querido incluir incluso en el preámbulo constitucional un homenaje a la exuberante diversidad de su naturaleza, de sus montañas y sus ríos, recordando también “nuestra Amazonia, nuestro Chaco, nuestro altiplano y nuestros llanos y valles”. En Bolivia, subrayó Papa Francisco, citando la reciente encíclica “ecológica” « Laudato si’», es más fácil darse cuenta de que “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza”.

La naturaleza de la tierra boliviana también está enfrentando la prueba de un desarrollo económico tumultuoso y no exento de insidias. Los ritmos de crecimiento ponen en riesgo no solo el medio ambiente, con la tentación que siempre está presente de la explotación desproporcionada de sus recursos naturales, sino también los vínculos de solidaridad que surgen de la fe cristiana mezclada con las culturas milenarias de los Andes y de la Amazonia. En su discurso, Papa Francisco dirigió una mirada llena de simpatía al “experimento social boliviano”, y al intento (lleno de límites y contradicciones) de conjugar la mejoría de las condiciones económicas y la custodia de las tradiciones culturales y espirituales. “Bolivia”, reconoció en su discurso Papa Francisco, “está dando pasos importantes para incluir a amplios sectores en la vida económica, social y política del País; cuenta con una Constitución que reconoce los derechos de los individuos, de las minorías, del medio ambiente, y con unas instituciones sensibles a estas realidades. Todo ello requiere un espíritu de colaboración ciudadana, de diálogo y participación de los individuos y los actores sociales en las cuestiones que interesan a todos”, porque “si el crecimiento es solo material, siempre se corre el riesgo de volver a crear nuevas diferencias, de que la abundancia de unos se construya sobre la escasez de otros. Por eso, además de la transparencia institucional, la cohesión social requiere un esfuerzo en la educación de los ciudadanos”.

Frente a este “laboratorio boliviano” y al esfuerzo nacional para lograr que amplios sectores de la sociedad salgan de la miseria y del analfabetismo, Papa Francisco volvió a proponer el rostro de una Iglesia que acompaña con simpatía los procesos sociales, para ofrecer el propio aporte gratuito a todo lo que contribuya en la humanización de la vida común. Una Iglesia que saca del Evangelio también esa espontánea actitud de colaboración para la “construcción de una sociedad más justa y solidaria”. En su discurso no hubo ninguna alusión directa a las controversias que en el pasado provocaron choques entre Morales y los sectores y representantes del episcopados, que no soportaron sus políticas indigenistas. “En estos días”, dijo el Papa, “me gustaría alentar la vocación de los discípulos de Cristo a comunicar la alegría del Evangelio, a ser sal de la tierra y luz del mundo”.

Por otra parte, en su primer discurso boliviano, Papa Francisco no ofreció ningún punto de apoyo a los que tal vez intentan acallar a la Iglesia local y las consideraciones críticas de matriz eclesial con respecto a las contradicciones y a las patologías de la vida social y política, empezando por la sofocante corrupción: “La voz de los Pastores, que tiene que ser profética, habla a la sociedad en nombre de la Iglesia madre, desde su opción preferencial y evangélica por los últimos, por los descartados, por los excluidos, esa es la opción preferencial de la Iglesia”. Porque “no se puede creer en Dios Padre sin ver un hermano en cada persona, y no se puede seguir a Jesús sin entregar la vida por los que Él murió en la Cruz”. Y se despidió diciendo “Jallala Bolivia”, con esa palabra quéchua-aymara, que conjuga los conceptos de esperanza, festejo y bienaventuranza. (Gianni Valente / Vatican Insider)