martes, 9 de junio de 2015

junio 09, 2015
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez 

¿Que no sirve la democracia mexicana? ¿Que es una faramalla? ¿Que todo es un gran fraude, una enorme simulación? Los resultados de la elección del domingo exhiben a quienes apuestan por la anarquía: en los estados perdieron los partidos de los gobernadores acusados de corrupción y a nivel federal está en veremos si el presidente Peña alcanza una mayoría en el Congreso.

Es verdad que la democracia mexicana tiene todavía muchos retos. Tienen que ver con el desmedido uso de recursos durante las campañas, con el dinero negro con el que operan los candidatos, con el involucramiento del crimen organizado en las designaciones, y un largo etcétera, pero lo de ayer alienta: el ciudadano castigó, dejó registro de su hartazgo, de su negativa a la resignación y la complacencia.


Nuevo León se hartó de los escándalos de corrupción del gobernador priísta Rodrigo Medina y su papá (denunciados en esta columna desde septiembre de 2011 bajo el título Papá Medina), del inexplicable crecimiento de su fortuna. El PRI se derrumbó y un polémico candidato independiente, Jaime Rodríguez El Bronco, arrasó apoyado por algunos poderosos empresarios y grupos mediáticos.


En Sonora cansó el panista Guillermo Padrés. La presa que se construyó en su rancho, la manera en como quiso esconderla, la saña contra su trabajadora doméstica para obligarla a callar, el dinero por aquí y por allá. Perdió el PAN y recuperó el PRI.

En Guerrero, el PRD postuló a Ángel Aguirre. Él se dedicó a la fiesta, incluso cuando los meteoros Íngrid y Manuel azotaban Acapulco y alrededores. Luego vino Ayotzinapa. Y luego su primer círculo fue acusado de corrupción. Inexplicablemente él no fue procesado. El PRD perdió Guerrero. Lo recuperó el PRI.

En Michoacán el PRI le dio la gubernatura a Fausto Vallejo. Y él se la endosó a Los Caballeros Templarios. Los videos de colaboradores y familiares en amenas reuniones de definición política con el líder criminal Servando Gómez La Tuta lo documentaron. Perdió el PRI. La triste sutileza en este estado es que Fausto Vallejo y su grupo político no apoyaron al candidato priísta, sino al perredista Silvano Aureoles, quien resultó vencedor en la contienda.

Se hartó la gente de los abusos del papá del gobernador de Jalisco, operador de su hijo, y le quitó Guadalajara al PRI para dársela a Enrique Alfaro, de Movimiento Ciudadano. Se hartó la gente en Cuernavaca y votó por el futbolista Cuauhtémoc Blanco. Se hartó la gente de tantas denuncias de corrupción contra la dupla Víctor Hugo Romo-David Razú en la delegación Miguel Hidalgo del DF, y se la dio al PAN con Xóchitl Gálvez.

A todos los niveles, se detecta una sanción, un castigo de los ciudadanos que se ejerce por la vía del voto. Y perder el poder, para un político y para un partido, es de lo peor que les puede pasar.

Sería ideal que las opciones de relevo fueran entusiasmantes. Eso sería otro nivel de democracia. Pero la mayoría no lo es. Eso es otro tema. Quizá para mañana. Por lo pronto, el gusto por el castigo.

SACIAMORBOS. En la SEP creen que somos imbéciles.

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