domingo, 28 de junio de 2015

junio 28, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Asalto. A don Augurio Malsinado lo persigue un hado adverso. Hoy por la mañana iba a abrocharse la camisa y el botón se le cayó. Iba a abrir el coche y la manija de la puerta se cayó. Iba a sacar su portafolio y la agarradera se le cayó. Ahora don Augurio tiene miedo de ir al baño a hacer pipí. Un hombre acudió a la consulta de cierto reputado dermatólogo. Tenía el brazo derecho lleno de escoriaciones escamosas. El facultativo le preguntó: “¿En qué trabaja usted?”. Respondió el sujeto: “En un circo. Soy el encargado de ponerles supositorios a los elefantes cuando enferman. Con este brazo se los introduzco”. “Con razón lo tiene todo lacerado -dijo el médico-. Debe renunciar inmediatamente a ese trabajo”. “¿Qué? -se consternó el individuo-. ¿Y dejar el mundo del espectáculo?”. Un golfista novato estaba recibiendo una lección del profesional del club. Hizo su tiro. La pelota describió una curva, salió del campo y golpeó en la cabeza al chofer de un autobús lleno de gente. El conductor perdió el control del vehículo, que fue a caer al fondo de un profundo lago. “¡Santo Dios! -exclamó el golfista, espantado-. ¿Qué debo hacer?”. Respondió el profesional: “Acérquese un poco más a la pelota y no gire tanto la cintura”. Himenia Camafría, madura señorita soltera, publicó un aviso en el periódico: “Busco marido”. Ese mismo día recibió 2 mil respuestas: “Venga por el mío”. Los recién casados estaban discutiendo. Ella quería tener cuatro hijos; él solamente dos. Declaró el muchacho, terminante: “Y para que lo sepas, después de que tengamos el segundo hijo me haré la vasectomía”. “Está bien -aceptó ella-. Pero ojalá quieras a los otros dos niños como si fueran tuyos”. Todo hombre casado debe olvidar los errores que ha cometido. No tiene caso que dos personas se la pasen recordándolos. Don Martiriano, el sufrido esposo de doña Jodoncia, comentó: “Supe que mi mujer ya no me amaba el día que me dio un infarto en mi casa y ella se puso a escribir una carta pidiendo una ambulancia”. Pepito le preguntó a Juanilito: “¿Tienes fotos de tu mamá sin ropa?”. Respondió el chiquillo: “No”. Le ofreció Pepito: “Te vendo unas”. Los niños en el asiento delantero del coche pueden originar accidentes. Los accidentes en el asiento trasero del coche pueden originar niños. Dos amigas se casaron el mismo día con sus respectivos novios. Después de cinco años de matrimonio ninguna de las dos se había embarazado. Cierta mañana se toparon en el centro comercial, y una de ellas lucía las evidentes señas de un próspero embarazo. Le preguntó la otra: “¿Cómo lograste embarazarte?”. Explicó la futura madre: “Fui a la consulta del doctor Prongon, famoso hipnotizador, y después de tres sesiones quedé embarazada”. “Conozco a ese doctor -dijo la otra-. Mi marido y yo fuimos a verlo, pero no nos dio resultado”. Le indicó en voz baja la embarazada: “Debes ir sola”. Comentó un señor: “Mi esposa usa un método anticonceptivo que no falla. En la noche se quita el maquillaje”. ¿Qué le dijo la pierna derecha de la chica de tacón dorado a la pierna izquierda? Nada. Nunca han estado juntas. Los científicos de la NASA lograron establecer comunicación con un astro situado a 300 mil millones de kilómetros de la Tierra. Cuando hicieron la conexión oyeron una voz que dijo: “Si conoce la extensión, márquela ahora.”. Meñico Maldotado, infeliz joven con quien la naturaleza se mostró cicatera en la parte correspondiente a la entrepierna, iba a hacer el amor con una chica. Le vio ella la aludida parte y dijo luego: “Caramba, se me hace que cuando el médico te hizo la circuncisión tiró la parte equivocada”. Un señor y su hija iban por la carretera en su vochito. El señor llevaba en la guantera 10 mil pesos en billetes de 100. En eso unos asaltantes los detuvieron y les quitaron el coche. Cuando los maleantes se fueron clamó el señor lleno de aflicción: “¡Adiós mi vocho! ¡Adiós mis 10 mil pesos!”. “No, papá -le dijo la muchacha-. Alcancé a ponerme los billetes entre las pompas, y los ladrones no los vieron”. Suspiró entonces el señor: “Qué lástima que no vino tu mamá. Habríamos podido salvar también el vocho”… FIN.