lunes, 15 de junio de 2015

junio 15, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


Entrada libre. Era una película porno, y además francesa. Babalucas le comentó a su acompañante: "Mira nomás dónde la está besando. Ha de estar cieguito el pobre". Himenia Camafría, célibe madura, le dijo en una fiesta al joven y guapo científico: "Quiero donar mi cuerpo a la ciencia. Si es posible a través de usted, y ahora mismo". Pinocho casó con la Muñequita. Cuando la feliz pareja iba a salir a su luna de miel la mamá de la novia la llamó aparte y le recomendó muy preocupada: "Hijita, ten cuidado con las astillas". Una niña le comentó a su amiguita: "Mi abuelo cumplió años". "¿Cuántos?" -preguntó la otra. "No sé exactamente -respondió la pequeña-, pero entiendo que las velitas costaron más que el pastel". Un hombre bebía solitario en la cantina. El tabernero le dijo: "Lo veo muy nervioso, señor. ¿Qué le sucede?". Respondió el sujeto: "Estoy casado con una mujer hermosa, una gran cocinera y además una extraordinaria amante en la cama". El de la cantina se asombró: "¿Y eso le causa nerviosismo?". "Sí -contestó sombrío el hombre-. Temo ir a la cárcel por tener tres esposas". Tetonina Grandpompier, vedette de moda, le preguntó con inquietud al cirujano: "Doctor: ¿se me irá a ver la cicatriz del lunar que me quitó usted de la parte interior del muslo izquierdo?". "Señorita -respondió el facultativo-, eso dependerá enteramente de usted". El goce de la belleza, si no se comparte, se vuelve  placer solitario. Sé que esa frase no es lo suficientemente frase como para ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero, y ni siquiera en plastilina verde, pero ilustra muy bien el modo de pensar que tenemos en Radio Concierto, la emisora cultural que en Saltillo operamos mi familia y yo. Todo lo que tenemos -todo lo que somos- lo compartimos con la comunidad. La casa donde se encuentra la estación es la misma de mis bisabuelos, cuyos antiguos muebles hemos conservado junto con los objetos de arte y las cosas de la vida cotidiana de quienes han habitado ahí. La gente va a esa casa como a un museo; la visitan escolares y turistas. Cada día nuestro teatro de cámara se llena con gente que acude a las funciones que ofrecemos: ciclos de cine -ahora tenemos uno de gran éxito: "Literatura para ver", con películas sacadas de grandes novelas, o del teatro-; recitales de música; talleres literarios; club de ópera; círculos de lectura para adultos y niños; presentaciones de libros; conferencias; cursos de apreciación del arte. Todo eso es gratuito; la entrada es siempre libre. Cuando nuestros recursos lo permiten hacemos un regalo especial a Saltillo y a los saltillenses, como el mural que recientemente entregamos a nuestra ciudad con escenas y personajes saltillenses. Este día presentaremos "La Verbena de la Paloma", la inmortal zarzuela, joya la más grande del género chico, con cerca de un centenar de actores en escena, el acompañamiento de la espléndida Orquesta Filarmónica del Desierto, y la actuación de solistas y coros del Taller de Ópera de Radio Concierto. También esas funciones, que tendrán lugar en el Teatro de la Ciudad, serán gratuitas. Mucho afecto recibimos cada día de la gente que escucha nuestra música y asiste a nuestras actividades culturales. Con "La Verbena de la Paloma" queremos expresarle una vez más nuestro agradecimiento. El vino y el pan nos saben mejor cuando los compartimos. Igual sucede con la belleza: se hace más bella aún cuando la disfrutamos juntos. Doña Trisagia, viuda desde hacía muchos años, devota feligresa de la parroquia del padre Arsilio y portaestandarte de la Congregación de Congregantes, iba por un oscuro callejón, y le salió al paso un torvo individuo que sin decirle siquiera: "A'i te voy" la hizo objeto de su torpe intemperancia masculina. Al día siguiente muy temprano la piadosa viuda acudió tribulada y llena de compunción al templo, y le pidió al señor cura que la oyera en confesión. "Acúsome, padre." -empezó con afligido tono. Y le contó lo que le había sucedido. El bondadoso sacerdote la tranquilizó: "Si tu voluntad no intervino en el acto no tienes culpa alguna, pues fuiste forzada por ese hombre. 'Femina cui vis infertur, si pro viribus resistat, non peccat, quamvis stuprum patiatur'. Vete en paz, hija mía: no cometiste pecado". "¡Qué bueno, padre! -se alegró Trisagia-. ¡Tuve mi gustito, y sin ofender al Señor!".