jueves, 2 de abril de 2015

abril 02, 2015
ROMA, 2 de abril.- Francisco no pudo evitar emocionarse cuando se arrodilló, no sin esfuerzo, a lavar los pies de seis hombres, seis mujeres y un pequeño niño negro, en la parroquia del Padre Nuestro de Rebbibia. Presos, presas, voluntarios, sufrientes en los márgenes, que sintieron la acogida y la cercanía de un Papa que, hoy más que nunca, se hizo presente en una emotiva ceremonia, que hizo saltar sus propias lágrimas, y las de todos cuantos participaban en la misma.

El Papa Francisco recordó este Jueves Santo que Dios “nunca defrauda” y “no se cansa de abrazarnos”. Subrayó además que Dios amó tanto al mundo que ofreció a su Hijo para la salvación de todos y “se ha hecho esclavo para servirnos”.

Francisco ha lavado los pies de doce presos, hombres y mujeres, hijos todos del mismo Dios que muere, y que resucitará, por el Amor con mayúsculas.

El Pontífice celebró la Misa de la Cena del Señor a las 17, 30 horas de Roma en la Iglesia del Padre Nuestro, perteneciente al Nuevo Complejo Penitenciario de Rebibbia, en la periferia de la ciudad. Allí, lavó los pies a dos mujeres detenidas nigerianas, una congoleña, dos italianas y una ecuatoriana. También a un hombre detenido de nacionalidad brasileña, a otro nigeriano y a cuatro italianos. Comenzó lavando el pie de un niño africano hijo de una de las reclusas.

El Papa Francisco entró en procesión en la iglesia y fue recibido por aplausos por las 150 mujeres (incluidas 15 madres con sus hijos) que cumplen condena en la cárcel, así como por los 150 hombres que también se encuentran en esta prisión.

Francisco explicó que Jesús, “habiendo amado a los suyos, que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo, hasta el final”.

“Jesús nos amó, Jesús nos ama sin límites, siempre, hasta el final. El amor de Jesús por nosotros no tienen límites. Siempre es más, siempre es más. No se cansa de amar, a ninguno”, dijo el Papa.

Durante su breve homilía, remarcó en varias ocasiones que Cristo “nos ama a todos nosotros hasta el punto de dar la vida por nosotros” y aseguró que cada uno puede decir “ha dado su vida por mí”.

El Santo Padre destacó además que “su amor es así, personal. El amor de Jesús no defrauda jamás, porque no se cansa de amar, como no se cansa de perdonar, no se cansa de abrazarnos”.

Sobre el gesto de Jesús de lavar los pies a sus discípulos, el Papa aclaró que “en aquel tiempo se usaba esto, era habitual. La gente cuando llegaba a una casa tenía los pies sucios del polvo del camino” y “a la entraba de la casa se lavaban los pies”.

“Esto no lo hacía el dueño de la casa, lo hacían los esclavos, era trabajo de esclavos. Y Jesús lava como esclavo nuestros pies. Y por eso les dice a Pedro: ‘esto que yo hago no lo entenderás ahora, sino después’”.

“Es tanto el amor de Jesús que se ha hecho esclavo para servirnos, para sanarnos, para limpiarnos y hoy en esta Misa  la Iglesia quiere que el sacerdote lave los pies de doce personas, como memoria de los Doce Apóstoles”.

El Papa explicó que “en nuestro corazón debemos tener la certeza de que el Señor, cuando nos lava los pies, nos lava todo, nos purifica, nos hace sentir una vez más su amor”.

A continuación, recordó un pasaje de la Escritura en el que el Profeta Isaías se pregunta: ‘¿Puede una madre olvidarse de su hijo? Pero si una madre se olvidara de su hijo yo jamás me olvidare de ti’”.

“Así es el amor de Dios por nosotros. Yo hoy lavaré los pies de doce de ustedes. Pero en estos hermanos y hermanas están representados todos, todos aquellos que viven aquí. Ustedes los representan”, dijo a los detenidos.

“Pero yo también necesito ser lavado por el Señor, por esto recen por esta Misa para que el Señor también me lave la suciedad, para que yo me haga más esclavo de vosotros, más esclavo en el servicio de la gente como ha sido Jesús”, concluyó para dar paso al lavatorio de los pies. (ACI/EWTN Noticias / periodistadigital.com)