viernes, 24 de abril de 2015

abril 24, 2015
MOSCÚ, Rusia, 24 de abril.- Con dos horas y media compartidas en el Kremlin, esa imponente ciudadela histórica que fue centro del poder de zarista y soviético, Vladimir Putin y Cristina Kirchner sellaron ayer el momento de alianza política más intensa entre Argentina y Rusia en los 130 años de relación bilateral.

Una alianza que, sin embargo, produce réditos económicos que todavía están muy por debajo de las expectativas. Esto se deba a dificultades de ambos lados que ayer Putin sorprendió al poner sobre la mesa apenas estrechó la mano de la Presidenta argentina.

Eran las 13.32 en la capital rusa cuando Putin y Cristina ingresaron simultáneamente y por puertas enfrentadas al Salón Verde del Palacio Presidencial, donde todo, terciopelos, alfombras, jarrones, maderas y malaquitas, surge de la combinación de ese color y el dorado. Tras el saludo ante las cámaras, ambos mandatarios se acomodaron en sillones bajos y dijeron sus primeras palabras.

Putin, caballeroso, sirve agua a Cristina. (Telam)

Cristina aprovechó para agradecer la invitación y contarle a Putin de la exhibición sobre la vida de Eva Perón que había inaugurado el miércoles y la muestra que recorrió en el mismo museo sobre los 70 años de la victoria aliada sobre el nazismo (aunque aquí pareciera que se trató sólo de un triunfo ruso) y recomendarle que visitara ambas.


Putin, en cambio, siempre parco en sus gestos, se permitió servirle agua a la Presidenta antes de ir al grano con un hablar rápido y casi sin mover los labios: “Nuestros contactos políticos se han expandido y el resultado comercial ha crecido, pero tenemos algunos problemas. Me alegra tener esta oportunidad de discutir todas estas tendencias positivas, así como los problemas que usted y yo debemos resolver”.

No dijo nada más ante las cámaras. Ya sin la prensa, los mandatarios conversaron unos minutos a solas, y luego se comenzaron a sumar los ministros. Una veintena de funcionarios de ambos gobiernos pasaron a la Sala de Santa Catalina para un almuerzo con delicadezas rusas que incluyeron sopas, carnes, pescados y blinis.

Dos horas más tarde, ambos jefes de Estado aparecieron nuevamente ante la prensa en el largo Salón Malaquita de paredes borravino para dar sus declaraciones finales. Allí quedó claro cuáles eran los problemas a los que se había referido Putin.

“En los últimos diez años, el comercio bilateral creció 3,5 veces; sin embargo, el año pasado cayó el 10,8 por ciento”, dijo Putin, sin explicar que el crecimiento y la caída de 2014 se debieron básicamente a las compras argentinas de gasoil ruso, porque las ventas de nuestro país se mantuvieron casi sin variantes durante el gobierno de Cristina. “La Presidenta de Argentina y yo discutimos maneras de restablecer un crecimiento estable para nuestro comercio bilateral e incrementar nuestras inversiones mutuas”, contó el ruso.

Como informó Clarín en los últimos días, los productores argentinos sufren infinitas trabas burocráticas y aranceles desmesurados para exportar a Rusia, a lo que se sumó la devaluación del rublo de fin de año pasado que cortó la cadena de pagos.

Del otro lado, los posibles inversionistas rusos le plantearon aquí a la Presidenta su temor a las restricciones bancarias y el acceso al dólar oficial para la repatriación de utilidades. Y se preguntan hasta dónde conviene avanzar con un gobierno que debe entregar el poder en poco más de siete meses.

Cristina pareció responder a parte de estas preocupaciones un rato después, cuando prometió trabajar en conjunto para lograr que “el intercambio comercial se pueda realizar en nuestras propias monedas (pesos y rublos) y no estar atados al dólar”. La aplicación de este mecanismo se viene intentando también con Brasil y China, con modestos resultados.

Ante la mirada atenta de Cristina y Putin, los ministros de ambos gobiernos firmaron una decena de acuerdos bilaterales de cooperación bajo el paraguas de la nueva “Asociación Estratégica Integral”, que incluyen las áreas de industria, defensa, energía, seguridad, cultura y turismo, entre otros. Muchos papeles, sonrisas y promesas de un futuro venturoso, pero pocos billetes.

Cristina agradeció el apoyo ruso en sus dos peleas fuertes en el escenario internacional: la de la soberanía de Malvinas y la de los fondos buitre. También otorgó un respaldo contundente por el conflicto en Crimea que mantiene a Rusia bajo sanciones.

Volvió a su hotel y sólo tuvo tiempo para una entrevista exclusiva con el canal de TV oficial Rusia Today y para unas breves declaraciones en el lobby del hotel a los enviados de medios argentinos, antes de partir hacia el aeropuerto y emprender su regreso a Buenos Aires. (clarin.com)