domingo, 8 de marzo de 2015

marzo 08, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

(Foto JMRM)

El curita recién ordenado iba a predicar un sermón acerca del infierno. A fin de escucharlo el cura párroco se sentó en primera fila. Comenzó su homilía el émulo de Fenelon, y dijo: "El infierno, hermanos, está lleno de todas las cosas que hacen la perdición de los humanos: vino; juego; música estridente; mujeres con bikinis de una sola pieza que dejan a la vista sus encantos pectorales; vedettes de cuerpo exuberante; hermosas bailarinas incitantes; chicas con minifalda y blusas transparentes...". Desde su asiento le dijo en voz baja el señor cura: "Ya no le sigas por ahí, hijo. Hasta a mí me están dando ganas de irme allá"... El papá de Pepito, pequeño de 3 años, se lo sentó en las rodillas y le dijo con tono lleno de ternura: "Hijito: tu mami fue al hospital a traer un bebé. ¿Qué te gustaría que fuera: niño o niña?". Contestó el chiquillo: "Me gustaría que fuera negrito". "¿Negrito? -se sorprendió el señor-. ¿Por qué?". Respondió Pepito con sonrisa aviesa: "Nada más para ver qué cara ponías"... Viene en seguida un chiste cruel. Las personas que no gusten de los chistes crueles deben omitir su lectura... Una pobre mujer sufría inmensamente porque su hija era el fenómeno más raro que sea posible imaginar: toda ella era una cabeza; una sola cabeza, nada más. La infeliz joven no tenía cuello, ni tronco, ni extremidades. Era pura cabeza. Cierto día la madre recibió una llamada telefónica. "Habla el doctor Galénez -le dijo una voz-. Le tengo una magnífica noticia, señora. Acaba de inventarse una técnica quirúrgica por medio de la cual podremos conectar la cabeza de su hija a un cuerpo humano. Esta mañana nos llegó un hermoso cuerpo femenino sin cabeza. Mañana su hija será una persona normal". La señora, llorando de felicidad, agradeció la estupendísima noticia. Luego, en arrebato de gozo, corrió hacia su hija. "¡Testalina! -le dijo jubilosa-. ¡Te tengo una sorpresa!". "Sí, ya sé -respondió ella-. Otro moño"... Un ebrio entró cae que no cae en el elegante hotel y dio fuertes golpes en el mostrador exigiendo rápido servicio. El gerente le preguntó, ceñudo: "¿Está usted hospedado con nosotros?". "¿Que si estoy hospedado? -respondió, desafiante, el borrachín-. Señor mío: ¡estoy hospedísimo!"... Una chica del talón llegó a la farmacia y le dijo con disgusto al propietario: "Lo voy a demandar, señor mío. Compré aquí un depilatorio y resultó ser demasiado fuerte".  "¿Le causó prurito, escozor o comezón? -preguntó el farmacéutico. "Peor todavía -contestó llena de enojo la muchacha-. ¡Me quemó el negocio!"... Un amigo le contó a Babalucas: "Estoy desolado. Encontré manchas de aceite en mi recámara. Sospecho que mi mujer me engaña con un mecánico". "No imagines cosas -intentó tranquilizarlo el badulaque-. El otro día yo encontré un charro abajo de mi cama. ¿Significa eso que mi mujer me está engañando con un caballo?". Terminó el trance de amor, y el joven Meñico Maldotado le dijo muy apenado a su pareja: "Esto fue una equivocación de la cual me arrepiento, Pirulina. Ojalá no resulte ninguna consecuencia de lo que hice". "No te preocupes -respondió ella, tranquila-. Tu equivocación es tan pequeña que seguramente no va a suceder nada"... En la fiesta de los jubilados dijo uno de los asistentes: "El hombre debe saber retirarse a tiempo". "Es cierto -confirmó prontamente una señora-. Así se tienen menos hijos". (No le entendí). La psicóloga especialista en temas de la sexualidad les hablaba a las señoras acerca de la importancia que tienen las palabras en el sexo. Le preguntó a una: "Usted, señora ¿le habla a su marido durante el acto?". "Únicamente al terminar -respondió la señora-. Y eso si tengo el celular al alcance de la mano". El perro de aquel señor había mordido a todo el vecindario. Un juez le ordenó al hombre hacerlo castrar. Cuando lo llevaba con el veterinario el desgraciado can mordió a un viejito que salía de su casa. "¡No me denuncie, por favor! -le rogó al anciano el dueño del animal-. ¡Le juro que llevo el perro con el veterinario para que lo castre!". Respondió el veterano, dolorido: "Mejor llévelo con el dentista para que le saque los dientes. Por lo que veo le gusta más morder que follar"... FIN.