miércoles, 18 de marzo de 2015

marzo 18, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Himenia Camafría, madura señorita soltera, le dijo a su visitante, don Añilio: “Un solo beso y seré suya para toda la vida”. Se retiró él a prudente distancia y contestó: “Gracias por la advertencia”... Uglicia le comentó a su amigo: “Me dijeron que soy muy fea”. “No te apures -trató de consolarla él-. A mí me han dicho cosas peores”. Preguntó Uglicia: “¿Qué te han dicho?”. Respondió el amigo: “Que también eres muy pendeja”...


Mal negocio aquel en el que todos pierden. Tal es el caso de MVS y el despido que hizo de Carmen Aristegui y sus colaboradores. No hubo nadie que no perdiera en ese asunto al que bien puede aplicarse el más obvio adjetivo: lamentable. Perdió la empresa despidiente, pues dejó de tener una voz que, por respetada, es escuchada siempre. Aristegui perdió una valiosa tribuna. Peña Nieto perdió imagen -más de la mucha que ha perdido ya-, pues se le considera la mano oculta tras el desaguisado. (También se le juzgaría culpable si hubiera un terremoto en la Ciudad de México). Y perdemos los mexicanos, todos, pues no tenemos ya el espacio crítico, tan necesario e importante, representado por la periodista. ¿De quién fue la culpa? A diferencia de lo que dice la canción yo sí quiero saberlo. Desde luego a los ojos de la opinión pública el villano es MVS y la heroína es Aristegui. Yo, que no soy opinión pública sino privada (de todo), procuro matizar las cosas, y veo exceso en una parte y prepotencia en la otra. Exceso de la empresa me pareció el despido de los dos trabajadores que utilizaron indebidamente su nombre. Soy permisionario de una estación de radio cultural, y me habría molestado igual una imprudencia semejante, pero con un tirón de orejas la habría corregido. Ahora bien: si alguno de mis colaboradores me pusiera un ultimátum para obligarme a hacer tal o cual cosa, también le mostraría la puerta de salida. En estos casos la soberbia es mala consejera. Nadie debe creerse imprescindible, porque nadie lo es. El problema de fondo, sin embargo, es la posición que muchos medios de comunicación, lo mismo impresos que electrónicos, guardan en relación con la publicidad oficial, de la cual dependen los más de ellos para su existencia. Periódicos como Reforma, El Norte, Mural y otros semejantes -muy pocos-, que no dependen del apoyo del Gobierno para subsistir, constituyen la excepción a una regla general. Los medios electrónicos, sujetos por la ley a la voluntad del  Estado, están en situación aun peor. En este caso la libertad de expresión en México sufre limitaciones muy severas, por la necesidad de los medios de autocensurarse para no tener problemas. Lamentemos, sí, el despido de Carmen Aristegui, pero lamentemos más la pervivencia de un sistema que a pesar del cambio de los tiempos no pierde su perfil autoritario ni su poder de coaccionar a los particulares. Debemos esforzarnos por hacer que disminuya el poder estatal y aumente el de los ciudadanos... Mentecato columnista: con ese comentario no vas a quedar bien ni con Dios ni con el diablo, culpable ahora de todos los males que sufre este país. Ya tengo visto que esa es tu especialidad: no dejar contento a nadie por tu manía de buscar lo que en los ángeles hay de demonio y lo que de demonio hay en los ángeles. En fin, narra un cuentecillo final y luego haz mutis con la prosopopeya con que lo hacía doña Prudencia Grifell, excelsa actriz dueña de abundosísima parte posterior, al contrario de otra gran figura del teatro mexicano, doña Virginia Fábregas, quien era escasa de asiento pero tenía opimo busto. Comentaba aquel filoso comentador que fue Salvador Novo: “Virginia tarda en entrar (al escenario) lo que Prudencia en salir”... Jodoncia le dijo a su esposo Martiriano: “Por mucho que he tratado no he podido lograr que aprendas nada. Al compadre Carmelino la comadre lo enseñó a coser botones, a cocinar, a lavar y planchar la ropa, y ahora que ella murió él se basta a sí mismo. Tú, en cambio, eres un inútil. Si yo muriera ¿qué harías?”. Respondió con timidez don Martiriano: “Me iría con el compadre Carmelino”... FIN.