jueves, 26 de marzo de 2015

marzo 26, 2015
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez

Al inicio del sexenio, el presidente Peña Nieto convocó a varios empresarios poderosos con intereses en el turismo y la publicidad. Les pidió consejo: cómo reposicionar la imagen de México en el extranjero, pintada de sangre por la guerra contra el crimen organizado.

Recogió varias respuestas. Una le gustó en particular: hacer una película de James Bond en nuestro país.

La idea de la filmación surgió de los empresarios Miguel Alemán Magnani y Daniel Chávez Morán y venía acompañada de varios datos:

1.— Después de una película del 007, aumenta el turismo en las llamadas “ciudades Bond”, definidas éstas como aquellas donde aparece el famoso agente secreto británico desplegando sus refinados gustos y excéntrico modo de vida (no las retratadas como lugares sórdidos).

2.— Dos años después de su estreno, tres cuartas partes de la población mundial ven las películas del espía galán que cada noche degusta un martini idéntico y una mujer diferente.


Cuentan algunos de los involucrados que al presidente Peña Nieto le encantó la propuesta. Y comisionó a la secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, para llevarla al cabo.


El cabildeo no fue sencillo. Muchas localidades quieren ser “ciudad Bond”. Las negociaciones se iniciaron en 2013. La llave fue Alemán Magnani: su padre, el ex gobernador veracruzano Miguel Alemán Velasco, fue amigo de Albert R. Broccoli, el productor visionario que convirtió las exitosas novelas de Ian Fleming en la máquina de hacer dinero que es hoy el 007.

El señor Broccoli murió en 1996 y su hija Bárbara heredó la franquicia. Ella es la dueña de James Bond. La relación de las dos familias les consiguió la cita. Nada más. El resto era por su cuenta.

En el 007 todo se comercializa: el reloj que usa, el traje, los lentes, el vehículo. Cada marca paga por aparecer. Es la única película que recupera su costo antes de estrenarse. Vende todo. También las ciudades donde se graba. Y ahí el Distrito Federal entró a la pirinola con Nueva York y Singapur.

El trato es sencillo: ¿quieres ser “ciudad Bond”? Tú pagas todos los gastos de grabar ahí. Fueron muchos vuelos a Londres en el estira y afloja. Alemán Magnani, dueño de la aerolínea Interjet, y Chávez Morán, propietario de los hoteles Mayan, se comprometieron a juntar el dinero.

La secretaria de Turismo, Claudia Ruiz Massieu, a respaldar el proyecto y conseguir todos los permisos para filmar en sitios históricos porque nunca hubo duda: había que hacerlo en el centro del DF. Rápido aceptó la administración de Miguel Ángel Mancera.

Algún medio de comunicación no confiable publicó que el gobierno federal pagó 14 millones de pesos por traer a James Bond. Fue desmentido y no reviró con ninguna prueba.

Según fuentes involucradas en la negociación, si el costo de la producción en la capital del país rebasa cierto monto aportado por los empresarios —la cifra está escondida en un contrato con cláusula de confidencialidad— el gobierno federal deberá cubrir el resto.

Eso se sabrá hasta que Bond, James Bond, se vaya de México.

SACIAMORBOS: La primera escena de la cinta será la del DF. Estrena en noviembre.

historiasreportero@gmail.com