jueves, 12 de febrero de 2015

febrero 12, 2015
EL VATICANO, 11 de febrero.- Al final de la Audiencia General de este miércoles, el Papa Francisco tuvo palabras de dolor y recuerdo para los cerca de 300 inmigrantes que murieron luego que tres lanchas naufragaran el lunes cuando se dirigían a la isla italiana de Lampedusa.

“Sigo con preocupación las noticias que llegan de Lampedusa, donde se cuentan otros muertos entre los inmigrados a causa del frío a lo largo de la travesía del Mediterráneo. Deseo asegurar mi oración por las víctimas y animar nuevamente a la solidaridad, para que a nadie le falte la ayuda necesaria”, expresó Francisco ante los miles de fieles congregados en la Plaza de San Pedro.

Transporte de féretros al Puerto de Empédocles.

Carlotta Sami, portavoz en Italia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR), informó que los nueve inmigrantes rescatados –entre ellos un menor de doce años–, proceden de Mali y Senegal.


Los sobrevivientes relataron que el sábado partieron de Libia en tres barcas inflables con destino a Italia, pero naufragaron debido al violento temporal en el Canal de Sicilia. Sin embargo, ya en el camino habían muerto 29 inmigrantes por hipotermia. Los féretros con estos 29 cuerpos son trasladados hoy a Porto Empepócles para recibir sepultura, mientras la Guardia Costera italiana sigue patrullando en búsqueda de más cadáveres.

En julio de 2013 el Papa Francisco visitó Lampedusa para expresar su cercanía a los inmigrantes y rezar por aquellos miles que han muerto en su intento de llegar a Europa. "Y entonces sentí que tenía que venir hoy aquí a rezar, a realizar un gesto de cercanía, pero también a despertar nuestras conciencias para que lo que ha sucedido no se repita. Que no se repita, por favor”, manifestó en referencia a los naufragios que cada cierto tiempo se dan cerca a esta isla.

Al año siguiente, el Santo Padre envió un mensaje al Arzobispo de Agrigento (Italia), Mons. Francesco Montenegro, en el que alentó “a las comunidades cristianas y a todos los hombres de buena voluntad a seguir inclinándose hacia los necesitados, para tenderles la mano, sin cálculos, sin temor, con ternura y comprensión”. (ACI/EWTN Noticias / Repubblica)