jueves, 26 de febrero de 2015

febrero 26, 2015
FLORENCIA, Italia, 26 de febrero.- ¿Cómo podríamos definirla? "Eutanasia silenciosa." Para nosotros es un hecho de todos los días. La enfrentamos con gran dificultad, pero seguros de hacer siempre lo correcto", dice Michele (lo llamaremos así). Un título, la especialización, la maestría, la carrera de enfermería, es ahora jefe de sala en el Hospital Careggi de Florencia. Él quiere contar lo que, quizá por pudor o por una conjuración de silencio, nadie dice. Y hacerlo evitando la política ", pero "con el buen sentido de quien está en primera fila".


Premisa: Michele no es ateo, de hecho es un católico practicante, va a misa dos veces por semana. Sonríe por esta aparente contradicción, "pero aquí Dios no tiene nada que ver. Yo soy un profesional, estudié. Si mantenemos un paciente con vida artificialmente, somos nosotros los que estamos reemplazando a Dios ...".


Cada año, en un gran departamento como en el que Michele trabaja, médicos, enfermeras y trabajadores de la salud tienen que lidiar con al menos 30 a 40 casos de personas suspendidas en un punto medio donde la línea entre lo que es eutanasia y lo que no lo es es delgada. "Desde un punto de vista normativo, estamos obligados a nutrir e hidratar incluso a una planta. En estas condiciones, un paciente puede vivir meses o años", explica.

Un poco como sucedió con Eluana Englaro:" He perdido la cuenta de cuántos pacientes he visto así. Y desde fuera, cuando te sientes bien, no te das cuenta de lo fácil que es encontrarse en esaa condiciones. El caso Eluana nos dio una lección:. sin reflectores, silencio sobre el asunto hacia el exterior. Pero luego me pregunto si es justo omitir la verdad ".