martes, 17 de febrero de 2015

febrero 17, 2015
Carlos Loret de Mola Alvarez / 17-II-15

El diagnóstico lo comparten el gobierno del estado, el Cisen y la Comisión Nacional de Seguridad: al menos 7 de los 30 diputados locales de Morelos están vinculados con el crimen organizado y al menos 12 de los 33 presidentes municipales también.

En esas cifras convergen ambos niveles, pero el gobierno federal considera que hay más políticos en esa lista negra. 


Morelos ha vivido una realidad de inseguridad que según las mismas fuentes se atribuye a la disputa entre dos cárteles, con la presencia de un tercero.


El primer cártel, quizá el más poderoso en la entidad, es el de Los Rojos, cuyo líder es Santiago Mazari, de segundo apellido Hernández o Miranda.

De acuerdo con información oficial, Mazari se formó en las filas del narcotráfico en Sonora, bajo el mando de Gonzalo Inzunza Inzunza El Macho Prieto, hombre de todas las confianzas de los hermanos Beltrán Leyva.

Según el mismo reporte gubernamental, Santiago Mazari, alias El Carrete, viajó a Morelos protegido por su tío, el poderoso Alfonso Miranda Gallegos, quien fue alcalde de Amacuzac y ahora es diputado local por el PT. Alberto Capella, el afamado jefe de la Comisión Estatal de Seguridad Pública de Morelos, considera que Miranda comanda con su sobrino la organización criminal de Los Rojos, acusación que el diputado ha rechazado públicamente. Actualmente en el Congreso local se dirime un proceso de juicio político en contra del legislador.

En esta columna hoy le presentamos la más reciente fotografía –no conocida aún– de El Carrete, donde luce más delgado y con más años que en la imagen anterior que se divulgó de él. Rasurado el bigote incipiente, permanecen el pelo corto y la mirada desafiante. Es el hombre más buscado de Morelos.

El segundo cártel es el de Guerreros Unidos. Según la información a la que tuve acceso, se considera que su base es el municipio de Jiutepec, conurbado a Cuernavaca.

Según el reporte, el tercero, de mucho menor peso, controla la criminalidad en Cuautla desde hace años y no tiene fines expansionistas, aunque tampoco permite que nadie le dispute su territorio. A esta organización local se le conoce como La Guajolota porque ese es el apodo de su líder: Cesáreo Adrián Arias, perteneciente a una familia con mucho arraigo en ese municipio. Está en prisión, pero el cálculo es que quedará libre pronto.

La disputa entre Los Rojos y Guerreros Unidos, con los cambios de bando de La Guajolota entre ambos, es lo que detonó la situación de inseguridad —particularmente ejecuciones y secuestros— en Morelos, a decir de los que han analizado el fenómeno. Agregan que los maleantes se sintieron en confianza por la debilidad institucional, la falta de policías confiables (tres de cada cuatro agentes fueron detectados sin ninguna capacitación para desempeñar sus cargos) y la colusión o inacción de no pocos mandos de alto nivel en el estado.

SACIAMORBOS. Alguno en posición clave parece seguir haciéndoles el juego a los criminales.