lunes, 16 de febrero de 2015

febrero 16, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre 


Aquel matrimonio andaba mal. El marido habló con un consejero familiar. El terapeuta, después de hacerle una serie de preguntas, le indicó: “Lo que sucede es que su vida sexual es aburrida. Una aventura extramatrimonial revitalizaría la relación con su pareja”. El señor le dijo a su mujer lo que el especialista le había recomendado. “No sabe lo que dice -declaró ella-. Yo ya probé eso infinidad de veces, y no da resultado”... El niñito de 4 años se vio sus cositas y le preguntó luego a su mama: “¿Es esto mi cerebro?”. Contestó la señora: “Todavía no”... La guapa chica se quejaba de un dolor en el vientre. La examinó el doctor Ken Hosanna y le informó: “Tiene usted la vesícula inflamada. Necesita operarse”. “¡Cómo! -se alarmó la muchacha-. Quiero una segunda opinión”. “Con todo gusto -respondió el facultativo-. Está usted muy buena”... La mamá canguro le dijo muy enojada a su hijo adolescente: “Si vas a hacer eso no lo hagas dentro de la casa”... La vedette se preocupó: “¿Eso del calentamiento global significa que se me van a derretir las bubis?”... Quienes no sabemos mucho de economía -los economistas y yo, por ejemplo- tenemos en la cotización del dólar un indicador bastante confiable para saber cómo anda la economía del país. La tasa actual de esa moneda nos muestra que la situación anda muy mal. Ciertamente hay factores externos poderosos que inciden en el precio del dólar, pero muchos indicios hacen pensar en un manejo deficiente de nuestra economía. La reforma fiscal, calificada de puramente recaudatoria, ha sido en opinión de los expertos un freno para el desarrollo, y los recientes acontecimientos relacionados con la corrupción y la criminalidad han contribuido a establecer un ambiente de falta de confianza que trasciende ya nuestras fronteras. Por eso irrita a los ciudadanos ver el grosero dispendio de recursos que se hace aquí en tiempo de elecciones, la necia y machacona propaganda de los partidos y sus candidatos, el excesivo gasto que originan los organismos electorales, que han pasado a ser también dependencias de los partidos, ajenas por completo a la ciudadanía. En nuestro país hay demasiada politiquería y muy poca administración. Los mexicanos vivimos sometidos a una casta de sedicentes políticos que son en verdad detentadores de un gran negocio público, la política entre comillas, la cual manejan para su beneficio y el de sus empresas, los partidos. Esa dizque política invade todos los ámbitos, especialmente el de la comunicación. Padecemos una dictadura de partidos, y ya se sabe que todas las dictaduras necesitan de un gran aparato de propaganda para poder subsistir. En ese contexto la iniciativa individual es coartada, y los ciudadanos pasamos a segundo plano ante la dominación de esa profusa casta que recibe mucho y no produce nada. Hay quienes afirman que la existencia de todos esos partidos, partiditos, partidillos y partidejos es expresión de la vida democrática. Decir eso es falsedad. Habrá quienes se escandalizarán por lo que en seguida voy a decir, pero hoy por hoy el único político que está cerca del pueblo -sobre todo del pueblo pobre- es López Obrador. No sé si eso sea para bien o para mal, pero es la verdad. El caso general es el de los políticos que buscan a la gente sólo en tiempo de elecciones, y luego vuelven a lo suyo, a la promoción de sus carreras personales, a sus prebendas y ventajas, olvidados absolutamente del bien comunitario. Por eso, por falta de administración y sobra de politiquería, la situación económica del país se ha ido agravando. De corazón quisiera poder remediarla, pero últimamente he andado escaso de fondos, de modo que por esta vez tendrán que disculparme... Dos vecinos estaban platicando. Dijo el primero: “No me lo explico. Yo pertenezco a la Iglesia de la Tercera Venida, que permite el uso del condón, la píldora y todo tipo de métodos anticonceptivos, y sin embargo tengo nueve hijos. Tú, en cambio, eres católico. Se supone que no puedes emplear esos recursos, y a pesar de eso tienes nada más dos hijos. No lo entiendo”. Explicó el otro: “Es que yo solamente hago el sexo en el tiempo adecuado”. Preguntó el primero: “¿Cuándo es ese tiempo?”. Replicó el otro: “Cuando no estás en tu casa”... FIN.