viernes, 27 de febrero de 2015

febrero 27, 2015
DAMASCO, Siria, 27 de febrero.- La milicia terrorista Estado Islámico (EI, IS o ISIS) descargó ayer una nueva dosis de odio y muerte con el asesinato de 15 asirios cristianos, que forman parte de un grupo de 350 de esa minoría secuestrados en Siria y que estarían condenados a una inminente masacre masiva en las próximas horas.

Casi dos semanas después de que extremistas del grupo mataron a trabajadores coptos cristianos en Libia, los milicianos decapitaron a una mujer y asesinaron a dos hombres a balazos en la localidad de Tel Hormidz. Las otras 12 víctimas habrían muerto en Hassake, en la frontera nordeste, cerca de Irak, informó el archimandrita Emanuel Youkhana, quien el lunes pasado había denunciado el secuestro de esas personas.

El archimandrita Emanuel Youkhana. (acnuk.org)

"Muchos de ellos estaban defendiendo sus aldeas y sus familias", afirmó Youkhana, que detalló a qué villas pertenecía un nuevo grupo de cautivos: 80 son del poblado Tel Jazira; 21, de Tel Gouran; 5, de Tel Feytha, y 3, de Qabir Shamiya. Casi todos ellos están retenidos en la villa sunnita de Um Al-Masamier.


Otras 51 familias, "con un promedio de cinco miembros cada una", fueron secuestradas en Tel Shamiram, pero en ese caso no se sabe con precisión adónde fueron llevadas.

Rumores no confirmados advirtieron que EI se preparaba para realizar hoy una ejecución en masa en la mezquita de Bab Alfaraj, localidad sunnita de la zona. En las 35 aldeas cristiano-asirias no quedó nadie, según Youkhana, líder religioso de la zona. Los cristianos que lograron escapar lo hicieron hacia las regiones de Hassake o Qamishli. "Las familias desplazadas son 800 en Hassake y 175 en Qamishli", dijo Youkhana.

Sin embargo, el arzobispo Jacques Behnan Hindo, ordinario de la Archieparquía sirio-católica de Hassake-Nisibi, dijo a la agencia de noticias católica Fides que no se pueden confirmar "rumores no verificados que hablan de homicidios sumarios y de violaciones cometidas por los jihadistas en contra de las poblaciones cristianas agredidas" en Siria.

En ese contexto cada vez más dramático para las minorías cristianas en Medio Oriente, el papa Francisco, que permanece recluido junto con la curia romana en un retiro espiritual en Ariccia, al sur de Roma, seguía con preocupación la situación en Siria y rezaba por la población civil y los cristianos de esa región.

"Está claro que el Papa vive continuamente pensando en la situación de los cristianos, y pensando en la situación de toda esta gente que sufre. Está continuamente informado y su plegaria está siempre en sintonía con el sufrimiento de esta gente y de los cristianos en particular", dijo a Radio Vaticano el nuncio apostólico en Damasco, monseñor Mario Zenari.

Como Benedicto XVI, su predecesor, Francisco es un ferviente defensor de las minorías religiosas amenazadas por la furia jihadista y se ha mostrado favorable a detener por las armas la agresión injusta.

En tanto, los combates entre EI y las fuerzas kurdas continuaron ayer en la provincia de Al-Hasaka, donde murieron 72 personas. Por lo menos 37 miembros de las Unidades de Protección del Pueblo -milicias kurdosirias-, Fuerzas de la Defensa Autónoma de la región de Al-Jazira y combatientes asirios encontraron la muerte en esos enfrentamientos, que transcurren en las inmediaciones del pueblo de Tal Tamr. EI, por su parte, ha sufrido al menos 35 bajas en esos mismos choques

En otro orden, grupos de esa organización que controla vastos sectores de Siria e Irak destrozaron decenas de estatuas históricas del Museo de la Civilización de Mosul, en un acto de vandalismo con el que intentan justificar su visión radical del islam y que recordó acciones similares llevadas adelante por los talibanes en Afganistán a fines del siglo pasado. Casi tres milenios de historia se hicieron polvo ante los ojos del mundo, que pudo ver en un video de cinco minutos cómo los jihadistas molían a golpes de martillo piezas que databan de la época asiria (siglos VIII y VII AC), que habitó el norte de Mesopotamia.

El acto de barbarie fue justificado por uno de los jihadistas, que argumentó que los pueblos de la antigüedad adoraban a ídolos "en vez de a Alá". (lanacion.com.ar)