lunes, 26 de enero de 2015

enero 26, 2015
Mañana, 27 de enero, es el Día de la Memoria del Holocausto

ROMA 26 de enero.- Esto de Auschwitz lo recuerda bien. Una advertencia susurrada por una mujer que se hizo cargo de la barraca de sus hijos:. "Escúchenme bien. Si los reúnen en una fila y les dicen: El que quiera ver a su mamá que dé un paso adelante, tú y tu hermana no deben moverse. Recuérdenlo.". Se lo dijimos de inmediato a nuestro primo Sergio, pero él no hizo caso y, cuando llegó el momento, dio ese paso. Nunca lo volví a ver. Resulta que fue utilizado como conejillo de indias en los experimentos atroces de Mengele y su cuerpo debilitado y esquelético fue encontrado colgando de un gancho de carnicero en el sótano de una escuela en Hamburgo".

Tatiana y Andra Bucci con su primo Sergio.

Tatiana Bucci, junto con su hermana Andra, es la Historia. Como lo son Sami Modiano, Piero Terracina y algunos otros, en Italia se cuentan ahora con los dedos de una mano. Víctimas del Holocausto y testigos que aún tienen la fuerza para narrarlo. Andra y Tatiana Bucci son dos hermanas de padre católico y madre judía, internadas a los 4 y 6 años de edad, junto con toda su familia, el 4 de abril de 1944 en Auschwitz, donde pasaron por gemelos y terminaron en el campo infantil del Dr. Muerte. Milagrosamente sobrevivieron a la masacre, la Shoah.


Son parte de un puñado de niños, unos cincuenta de todos los países europeos, que salieron con vida de Auschwitz-Birkenau, el campo que había exterminado a unos 200 mil. Tatiana, junto con sus familiares, fue apresada por los alemanes en Fiume el 28 de marzo de 1944, se quedó dos días en la factoría de procesamiento y molino de arroz en una población denominada San Sabba, llegó en un tren de carga a la rampa del campo y fue liberada por las tropas soviéticas nueve meses más tarde.

Ellos eran hace 70 años, el 27 de enero del '45 y luego permanecieron brazo tatuado y una memoria esculpidos a testificar al mundo lo que pasó, como era, y por qué nadie va a olvidar nunca. El 18 y 19 de enero en Auschwitz era acompañar a 300 estudiantes, y al día siguiente se ha seguido el mismo número en un viaje organizado por la Región de Toscana. Tatiana Bucci habla cuatro idiomas, vive en Bruselas con su marido, sus hijos y nietos, es una mujer delgada, con pequeñas características. Es un viajero incansable, a menudo en Padua para visitar a su hermana Andra, y Roma tiene un amigo grande y leal, el historiador Marcello Bits, el director del Museo de la Fundación Shoah, organizador de la exposición que se abre en el Museo de la 28 victoriana, titulada "la liberación de los campos nazis" con el foco sobre todo a las víctimas y sobrevivientes de la italiana. Después de la muerte de París nunca ha pensado en salir de su casa y mudarse a Israel. "Antes de ser judío a mí mismo como un ciudadano europeo".

Esto fue hace 70 años, el 27 de enero del '45 y le quedó el tatuaje en el brazo y la memoria esculpida para testificar al mundo lo que pasó, cómo fue y por qué nadie debe olvidar nunca. El 18 y 19 de este enero estuvo en Auschwitz para acompañar a 300 estudiantes, y al día siguiente siguió en un viaje organizado por la Región Toscana. Tatiana Bucci habla cuatro idiomas, vive en Bruselas con su marido, sus hijos y nietos, es una mujer delgada. Viajera incansable, va a menudo a Padua para visitar a su hermana Andra, y en Roma tiene un amigo grande y leal, el historiador Marcello Pezzetti, director de la Fundación del Museo de la Shoah, organizador de la exposición que abre el 28 en el Vittoriano, titulado "la liberación de los campos nazis" con la atención enfocada sobre todo a las víctimas y sobrevivientes italianos. "Yo, una niña, viví el abismo de Auschwitz", afirma. Nunca ha pensado en salir de su casa y mudarse a Israel. "Antes de ser judía, me considero ciudadana europea".

Señora Bucci, usted era una niña de tan sólo seis años. ¿Qué recuerda de ese campo de exterminio?

"El bloque para niños donde dormíamos era de madera. Ya no existe. Y la nieve, sí, a veces jugábamos con bolas de nieve. Y recuerdo que mi hermana fue internada en el hospital del campamento porque aún tenía secuelas de varicela. Éramos tomadas por gemelas, así que éramos "bienes" importante para Mengele y por ello no nos separaron. Para ellos éramos sujetos interesantes porque éramos hijas de un hombre católico y una mujer judía, teníamos "sangre mezclada". Una que otra vez veíamos a nuestro primo Sergio, aunque a él le habían comenzado de inmediato a realizar las primeras  mediciones antropométricas y muestras de sangre. También me acuerdo de una capataz que nos tenía simpatía y una vez que un soldado alemán nos regaló una caja de galletas. Pero me acuerdo de casi ninguna cara y mi hermana dice lo mismo".

Estaban escondidas en Fiume. ¿Cómo las capturaron?

"Los alemanes llegaron en la noche, acompañados por la misma persona que había sido un espía, que nos había vendido por dinero. Nosotros, los niños, estábamos en la cama, me acuerdo que mi mamá nos despertó y nos dijo que nos vistiéramos rápido. Vi también a mi abuela, que se arrodilló delante de los soldados. Nos llevaron a ocho: mi padre, mi madre, mi hermana, tías, mi abuela y mi primo Sergio, que tenía la misma edad que yo. Para llegar a Auschwitz nos cargaron juntos en un vagón de ganado y todavía recuerdo la gran confusión a la llegada, y a mi madre diciendo a todo el mundo que éramos bautizadas. Y también recuerdo que llevábamos hermosos abrigos. Parecíamos gemelas a pesar de tener dos años de diferencia y así nos salvamos de la primera selección: nos pusieron a todos en dos filas distintas, mi madre y mi abuela en el lado de los prisioneros destinados a la cámara de gas para días o semanas después, nosotras en la otra.

"A nosotras nos llevaron a una sauna, nos desnudaron y nos diaron otra ropa. Y entonces nos tatuaron el número en el brazo. No nos cortaron el pelo como a los adultos, y en vambio nos afeitaron los médicos en el campo sólo días después de la liberación, ya que estábamos llenas de piojos e infecciones. Mi madre, antes de que desapareciera, cada tanto nos visitaba y nos decía que siempre recordáramos nuestros nombres, que nunca debíamos olvidarlos. Y eso nos ayudó mucho para encontrar a algunos de nuestros parientes después de la liberación, mientras que muchos de los sobrevivientes ya no recordaban ni siquiera cómo se llamaban. Y no olvido el cubo para las necesidades en el vagón y los cuerpos de muchas personas que veíamos amontonados en el borde del campo donde vivíamos. Atrocidad".

En Francia y Bélgica en sus muchos judíos temen ahora por sus vidas, a ser víctimas y objeto de actos terroristas yihadistas en el supuesto nombre de una religión y han decidido abandonar Europa para irse a vivir a Israel. ¿Lo ha pensado?

"Mire, Israel es un país hermoso que he visitado hace muchos años como turista y estaba emocionada, pero me gustaría volver sólo como turista. He oído hablar de muchos amigos en Bruselas a quienes les gustaría irse y no sé si hacen bien o mal, creo que deben seguir su instinto. Por supuesto, también tengo miedo, pero definitivamente no pienso irme. Antes de ser judía, me siento ciudadana europea".

¿Cuál es su miedo ahora? ¿Me podría aclarar a qué se refiere, puesto que ya vivió el terror más indecible hace setenta años?

"No tengo miedo por mí, por mi vida, que ya la viví, y como judía no me siento más amenazada que los católicos. Pero temo que algo le pase a mis hijos o a mis nietos. Es posible que haya otros terroristas como los que perpetraron las masacres de Charlie Hebdo y el supermercado kosher y parecen capaces de hacer cualquier cosa contra cualquiera. No cometen actos exclusivamente antisemitas, están contra el mundo entero y actúan también en otros países, en Nigeria, por ejemplo, contra otras religiones, y se habla demasiado poco de ello".

Asesinatos, atentados, la persecución contra personas de diferentes religiones. ¿Nunca ha pensado que podría (otra vez) estar en peligro por ser judía?

"Creo firmemente en una cosa: Yo no creo que alguna vez haya otro Holocausto, eso no, pero de nuevo hay que levantar la guardia y pedir apoyo y compromiso al islam moderado, no puede simplemente decir que no tiene nada que ver con quienes mataron a personas desarmadas. Y visto desde el punto de vista del conflicto entre religiones, digo que una parte del mundo islámico está de vuelta a la Edad Media, al tiempo de las Cruzadas, pero la Iglesia Católica superó esa etapa hace mucho tiempo. Y veo grandes peligros de la voluntad del Islam fundamentalista de hacer proselitismo. Nosotros los judíos nunca lo hemos hecho. En cuanto a mi miedo ahora, trataré de explicarme mejor: Es una sensación muy diferente, más de  desconcierto, respecto a aquel en el que me hundía hasta hace una década cuando oía hablar alemán cerca de mí. Sentía terror y disgusto, quería alejarme rápido, estar lejos de esas personas que exterminaron a mi familia. Sólo recientemente han sido capaz de reconciliarme con el pueblo alemán ". (SIMONA CASALINI / La Repubblica)