domingo, 25 de enero de 2015

enero 25, 2015
Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1492 / 26-I-15

Dos millones 400 mil perredistas siguen en las filas del partido que encabeza Carlos Navarrete “y éstos continúan luchando diariamente”, presumió el guanajuatense de Salvatierra como reacción primaria y hasta primitiva por la renuncia de Alejandro Encinas a las filas del sol azteca: “En tres meses sólo he recibido 28 renuncias –entre ellas la de Cuauhtémoc Cárdenas y la del senador– y mi partido es mucho más que seis fundadores y 28 renunciantes”.


La reacción del que antes de presidir al Partido de la Revolución Democrática se desempeñó con más pena que gloria como secretario de Trabajo y Fomento al Empleo del Gobierno del Distrito Federal, acaso para corroborar que los políticos “profesionales” son incapaces de vivir fuera de la nómina pública, no sólo es desproporcionada frente al grave momento que vive el PRD por el papel que jugó Jesús Zambrano en el apuntalamiento de la injustamente llamada Pareja Imperial, de Iguala, porque en el primer círculo del poder institucional y fáctico abundan y son infinitamente más poderosas, sino también porque la decisión de Encinas Rodríguez consiste en no integrarse a otro partido, sino a “la construcción de una red nacional para la reivindicación y la unidad de la izquierda”, donde no se imponga un liderazgo centralizado y “donde la opinión de cada uno de sus integrantes tenga el mismo peso”.


Vaya usted a saber en cuál partido político de cuál país de la aldea global exista un partido donde la opinión del dirigente principal y/o del gobernante pese igual que la del militante más común que corriente, el trabajador manual. No creo que exista uno y menos que haya existido. Pero es frecuente la falta de rigor de los políticos de los más diversos signos, no escribo que ideológicos porqué éstos cada día se archivan más o sólo se usan para envolver o legitimar proyectos partidistas.

Encinas, quien ocupó la diputación federal a la muerte de Demetrio Vallejo, el 24 de diciembre de 1985, fue muy claridoso en la radiografía que hizo del perredismo encabezado por Nueva Izquierda desde que Jesús Ortega ganó la presidencia con el presunto auxilio del Tribunal Federal Electoral, en noviembre de 2008, en ocasión de su segundo Informe legislativo, dijo que el PRD “Ha perdido credibilidad como partido opositor, se ha instaurado la corrupción como práctica que antes combatía: el clientelismo, el fraude electoral, la compra de votos en sus procesos internos, la impunidad en la violación de sus propias normas, la malversación de recursos públicos, el moche legislativo o el condicionar el empleo en los gobiernos que preside al pago de un diezmo del salario de los trabajadores. Se ha llegado al extremo de vender candidaturas y postular a delincuentes como candidatos”. Sin embargo, Encinas sabe muy bien que no son prácticas nuevas, el diezmo perredista es de larga data.

Y por tal diagnóstico personeros de Nueva Izquierda, como Angélica de la Peña Gómez, se le van a la yugular, y exigen excluirlo del Grupo Parlamentario perredista de Insurgentes y Reforma, cuando el tema –que incluye a otros senadores que próximamente formarán la bancada del Movimiento Regeneración Nacional–, es la materia de trabajo de la próxima reunión plenaria de los senadores.

El resentimiento y encono de los coloquialmente denominados Chuchos está a la orden del día y Navarrete Ruiz hizo su aportación desde una perspectiva pedestre del orgullo partidista, mientras las investigaciones ministeriales sobre los hechos de barbarie de Iguala, el 26 y 27 de septiembre pasados, no satisfacen a muchos. Y la dirigencia del PRD todavía apuesta al olvido y a no asumir su responsabilidad política, con su entonces alcalde y gobernador en primera línea.

Acuse de recibo

La peor tortura (23-I-15), texto tomado de Remembranzas (segunda edición digital a punto de circular en las redes) suscitó los siguientes comentarios. De Teresa Gil: “Leí tu nota sobre Julio. Me gustó mucho. Recuerdo haberlo conocido en la redacción de Oposición allá por 1979; sólo intercambié unas breves palabras con él, pero me pareció un tipo tierno y solidario. Vale, pues, el recuerdo, de hombres luchadores como él”… José Luis Ortiz Santillán: “Extraordinario relato de muchos que hemos puesto nuestro grano de arena para cambiar al mundo sin esperar nada a cambio Eduardo, sobre todo ahora que la ‘izquierda mexicana’ continúa diluyéndose, bajo el seductor perfume del poder y del dinero fácil, olvidando que sus raíces están en el pueblo, por supuesto si fuera realmente ‘izquierda’. Muy buen relato”… José Sobrevilla: “Apasionante relato”… Y de Maríaluisa I. Erreguerena: “Muy buenas Utopías (la de Don Julio y ésta). Mil gracias”… El poemario Señuelos, del economista y consultor Antonio Hernández Rolón (Tierra Húmeda, 2014) finalmente llegó a mis manos. Prologa Armando Alfonzo Jiménez: ‘Este conjunto de poemas son una muestra más de los grandes sentimientos de Antonio y su fina capacidad para expresarlos”.

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