viernes, 23 de enero de 2015

enero 23, 2015
CIUDAD DEL VATICANO, 23 de enero.- La familia no es el que se comunican opiniones, o un terreno en el que «se combaten batallas ideológicas, sino un ambiente en el que se aprende a comunicar en la proximidad y un sujeto que comunica, una ‘comunidad comunicante’». En vista del Sínodo sobre la familia de octubre de 2015, Papa Francisco decidió dedicar a la familia el mensaje para la 49a Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra en la Iglesia el 17 de mayo. Subrayó en el mensaje que no existe la «familia perfecta» y «no hay que tener miedo de la imperfección, de la fragilidad y mucho menos de los conflictos».

Explica el Pontífice: «La familia es el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia». Muchas veces es difícil, y hay que saberlo de antemano: «No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos». Al contrario, «hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón». (Foto de EFE en la audiencia del miércoles)

El texto del mensaje, presentado hoy durante una conferencia de prensa en el Vaticano en la que participaron el Presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, mons. Claudio Maria Celli, y los esposos Claudia Giaccardi y Mauro Magatti (profesora universitaria de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Milán y profesor de Sociología general en el mismo ateneo), se titula «Comunicar la familia: ambiente privilegiado del encuentro en la gratuidad del amor». El mensaje fue firmado hoy por Papa Francisco, vigilia de la fiesta de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas.


«El tema de la familia está en el centro de una profunda reflexión eclesial y de un proceso sinodal que prevé dos sínodos, uno extraordinario –apenas celebrado– y otro ordinario, convocado para el próximo mes de octubre», explicó el Papa. «En este contexto, he considerado oportuno que el tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales tuviera como punto de referencia la familia»En la primera parte del mensaje, que reflexiona sobre la comunicación en la familia, el Papa indicó que «la familia es el primer lugar donde aprendemos a comunicar. Volver a este momento originario nos puede ayudar, tanto a comunicar de modo más auténtico y humano, como a observar la familia desde un nuevo punto de vista». Y todo ello desde el vientre materno, en donde se manifiesta la primera comunicación. La familia es «el contexto en el que se transmite esa forma fundamental de comunicación que es la oración», y el lugar en el que se comprende «verdaderamente la comunicación como descubrimiento y construcción de proximidad es la capacidad de abrazarse, sostenerse, acompañarse, descifrar las miradas y los silencios, reír y llorar juntos, entre personas que no se han elegido y que, sin embargo, son tan importantes las unas para las otras».

Además, insistió el Papa en su mensaje, la familia «es, más que ningún otro, el lugar en el que, viviendo juntos la cotidianidad, se experimentan los límites propios y ajenos, los pequeños y grandes problemas de la convivencia, del ponerse de acuerdo. No existe la familia perfecta, pero no hay que tener miedo a la imperfección, a la fragilidad, ni siquiera a los conflictos; hay que aprender a afrontarlos de manera constructiva. Por eso, la familia en la que, con los propios límites y pecados, todos se quieren, se convierte en una escuela de perdón».En cuanto a los límites y la comunicación, explicó Bergoglio, «tienen mucho que enseñarnos las familias con hijos afectados por una o más discapacidades. El déficit en el movimiento, los sentidos o el intelecto supone siempre una tentación de encerrarse; pero puede convertirse, gracias al amor de los padres, de los hermanos y de otras personas amigas, en un estímulo para abrirse, compartir, comunicar de modo inclusivo; y puede ayudar a la escuela, la parroquia, las asociaciones, a que sean más acogedoras con todos, a que no excluyan a nadie».

En un mundo en el que «tan a menudo se maldice, se habla mal, se siembra cizaña, se contamina nuestro ambiente humano con las habladurías», con los chismes, la familia puede convertirse en una «escuela de comunicación como bendición. Y esto también allí donde parece que prevalece inevitablemente el odio y la violencia, cuando las familias están separadas entre ellas por muros de piedra o por los muros no menos impenetrables del prejuicio y del resentimiento, cuando parece que hay buenas razones para decir ‘ahora basta’; el único modo para romper la espiral del mal, para testimoniar que el bien es siempre posible, para educar a los hijos en la fraternidad».

Después, el Papa reflexionó, en la segunda parte de su mensaje, sobre la relación entre los medios masivos de comunicación y la familia, subrayando que los primeros «pueden tanto obstaculizar como ayudar a la comunicación en la familia y entre familias». El desafío actual, escribió Francisco, es «volver a aprender a narrar, no simplemente a producir y consumir información», porque mientras la información es importante, no es suficiente, porque «a menudo simplifica, contrapone las diferencias y las visiones distintas, invitando a ponerse de una u otra parte, en lugar de favorecer una visión de conjunto. La familia, en conclusión, no es un campo en el que se comunican opiniones, o un terreno en el que se combaten batallas ideológicas, sino un ambiente en el que se aprende a comunicar en la proximidad y un sujeto que comunica, una ‘comunidad comunicante’. Una comunidad que sabe acompañar, festejar y fructificar. En este sentido, es posible restablecer una mirada capaz de reconocer que la familia sigue siendo un gran recurso, y no sólo un problema o una institución en crisis. Los medios de comunicación tienden en ocasiones a presentar la familia como si fuera un modelo abstracto que hay que defender o atacar, en lugar de una realidad concreta que se ha de vivir; o como si fuera una ideología de uno contra la de algún otro, en lugar del espacio donde todos aprendemos lo que significa comunicar en el amor recibido y entregado. Narrar significa más bien comprender que nuestras vidas están entrelazadas en una trama unitaria, que las voces son múltiples y que cada una es insustituible».

El vocero vaticano, el padre Federico Lombardi, expresó su deseo de que el dicasterio vaticano acompañe el Mensaje papal con un subsidio para profundizar las reflexiones que plantea el texto de Papa Francisco. (Iacopo Scaramuzzi / Vatican Insider/ABC)