sábado, 17 de enero de 2015

enero 17, 2015
TACLOBAN, Filipinas, 17 de enero.- «Tenemos a un Señor que es capaz de llorar con nosotros, que es capaz de acompañarnos en los momentos más difíciles de la vida; muchos de ustedes perdieron todo; no no sé qué decirles, no tengo palabras… Él sabe qué decirles». Tormenta y ráfagas de viento; por primera vez, el Papa celebra la misa usando, sobre los paramentos, e impermeable amarillo de los peregrinos. Pero los protagonistas de la misa en el aeropuerto de Tacloban fueron la conmoción y las lágrimas de medio millón de personas, que desafiaron el mal tiempo para estrecharse alrededor del obispo de Roma. 


Francisco quiso ir allí, al lugar en el que hace poco más de un año el tifón Yolanda provocó más de diez mil muertos y devastó ciudades y aldeas. Debido a la tormenta tropical Amang que está llegando, el Papa partió una hora antes, pero no canceló su visita.

El Papa saluda a un niño al llegar a Tacloban.

Francisco baja del avión y no quiere ni el paraguas; en pocos minutos la sotana talar blanca está ensopada. En el papamóvil lleva un impermeable amarillo, que seguirá usando durante la misa en el altar sobre el palco que no lo repara ni del agua ni del viento. Al momento de la homilía, el Papa ni siquiera comenzó a leer el texto en inglés que había sido preparado, y lo hace en español, con el intérprete al lado para que traduzca.


«Jesús es como nosotros, Jesús vivió como nosotros, es igual que nosotros en todo menos en el pecado. No era un pecador, pero para ser igual a nosotros asumió nuestro pecado. Se hizo pecado y esto lo dice Pablo. Jesús siempre va delante de nosotros, y cuando pasamos por una cruz, él pasó antes que nosotros. Y si hoy todos nosotros nos reunimos aquí, 14 meses después del paso del tifón Yolanda, es porque tenemos la seguridad de que no seremos desilusionados por nuestra fe, porque Jesús pasó antes, asumió todo nuestro dolor».


Y el Papa reveló un detalle importantísimo de la visita: «Cuando vi desde Roma esta catástrofe, sentí que tenía que estar aquí. Y en esos días decidí hacer el viaje. Quise venir para estar con ustedes. Un poco tarde, me dirán, es cierto, ¡pero estoy, aquí estoy! Estoy aquí para decirles que Jesús es el Señor, que Jesús no nos desilusiona. Podrán decirme: ‘Padre, a mí me desilusionó porque perdí mi casa, mi familia, lo que tenía, y ahora estoy enfermo…’. Es cierto esto que me dicen, y yo respeto este sentimiento, pero al mismo tiempo, Jesús está en la Cruz, y desde allá no nos falla».


Mary Jane Arias muestra el rosario que le regaló el Papa, quien visitó su casa.


«Él fue consagrado Señor en ese trono -dijo el Papa indicando la Cruz-, y allí pasó a través de todas las calamidades que nosotros tenemos. Jesús es el Señor y el Señor que reinó desde la Cruz. Por esto es capaz de comprendernos… Se Se hizo igual a nosotros en todo, por esto tenemos un Señor que es capaz de llorar con nosotros, que es capaz de acompañarnos en los momentos más difíciles de la vida. Muchos de ustedes han perdido todo, no sé qué decirles… Él sí que sabe qué decirles. Muchos de ustedes perdieron parte de la familia… Yo solo permanezco en silencio y los acompaño con mi corazón. En silencio. Muchos de ustedes se han preguntado viendo a Cristo: ‘¿Por qué, Señor?’. Y, a cada uno, el Señor responde en el corazón, desde su corazón». (Andrea Tornielli / Vatican Insider)