Gilberto Avilez Tax
Los mestizajes de los tiempos modernos aparecen de ordinario sobre fondos turbios, en cauces e identidades rotas. Si no todos los mestizajes nacen forzosamente de una conquista, los que la expansión occidental desencadenó en América principian invariablemente en los escombros de una derrota…Serge Gruzinski.
Me causa una enorme tristeza –por su ignorancia y su fundamentalismo oscurantista- leer los días 12 de octubre, rencorosidades no compartidas y parrafadas indigestas contra el ilustre navegante genovés, don Cristóforo Colón; así como epítetos emplumados, con el arco y la flecha desenvainados, contra los conquistadores y los frailes que acomodarían las primeras piedras, de eso que Martí adjetivó como “Nuestra América”. Para bien o para mal, América Latina, o mejor decirle, Mestizoamérica (término acuñado por el etnólogo Andrés Molina Enríquez, señalando una positividad del entrecruzamiento de "razas" y culturas), que no Amerindia, es producto directo de la “bota invasora” de Colón asentada por vez primera en la isla de los araguacos. La “bota invasora”, desde luego, hizo más, mucho más, para crear regiones universales que los pedernales sanguinolentos de los Huichilobos y las defenestraciones a los cenotes sagrados de las “doncellas mayas” no pudieron crear.
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Mestizos yucatecos. |
A pesar de las fiebres que a un lector de Las venas abiertas pudiera ocasionar, hay que decir que fue tanta la soledad americana que había antes del 12 de octubre, que entre los dos imperios indígenas (uno de ellos, un imperio caníbal, el azteca; y el otro, un imperio totalitario donde la vida del hombre valía mierda, el inca) no hubo ningún puente o contacto. Tal vez los viajes de los mayas a Honduras significaran encuentros de culturas, pero un encuentro, para ser significativo, tuvo que perdurar, y en lo que sería Mestizoamérica no hubo mayor cosa que escarceos fugaces perdidos entre tanto mito y mitote. Sin sombra de duda, podemos decir que Mestizoamérica vino al mundo en esos primeros contactos de las otredades indígenas y las otredades occidentales (no sólo españoles llegaron con Colón). Por eso, podemos inquirirles, a los que proclaman a voz en cuello un paraíso mesoamericano, execrando el encuentro, que si ¿acaso quieren volver a realizar un pozole con carne de tlaxcalteca; un pipián con carne, no de venado sino de cristiano; adorando supercherías de barro y viendo el futuro mediante su sastún en vez de internet y creyendo en el arux en vez de la ciencia y tirando doncellas nalgonas al cenote, en vez de “tirárselas" solamente?