WASHINGTON D.C., 31 de mayo.- Al caer la tarde, pocas horas después de que se anunciase la liberación del último preso de guerra estadounidense cautivo en Afganistán, se vivió un momento de auténtica emoción cuando los padres del sargento Bowe Bergdahl se abrazaban agradecidos al presidente Barack Obama. Frente a las cámaras y en silencio, las tres personas se fundieron en un abrazo compartido que ponía fin a casi cinco años de incógnitas que puede que nunca queden despejadas.
Obama declaró que Estados Unidos tiene un compromiso fundado en hierro con sus militares para traerlos de vuelta a casa cuando caen en manos del enemigo. “Nunca dejamos a nuestro hombres atrás”, explicó el presidente como máxima respecto a las tropas que luchan en nombre de EEUU en cualquier país del mundo. Dijo Obama que Bergdahl nunca fue olvidado por su país y que es consciente de los muchos hombres que siguen desaparecidos frutos de contiendas anteriores.
Bergdahl, de 27 años, fue secuestrado en 2009 en la provincia afgana de Paktika y los talibanes exigieron un millón de dólares y la liberación de 21 presos poco después de atribuirse la autoría. (AP) |
La libertad del sargento Bergdahl ha sido posible tras múltiples negociaciones sin especificar y tras conceder Washington a la liberación de cinco presos afganos encerrados en Guantánamo, lo que casi de inmediato ha provocado críticas desde las filas republicanas en el Congreso, algunas de ellas muy duras. El representante Mike Rogers, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara, dijo que el intercambio abría la veda para el secuestro de estadounidenses en el mundo al negociar EE UU con terroristas. El senador John McCain, exprisioneros de guerra en Vietnam, declaraba su deseo de conocer los detalles de una negociación que pone en peligro el prestigio de EEUU frente al terrorismo.