Carlos Loret de Mola Álvarez / 6-V-14
Con cuatro mil personas adentro, la plaza de toros de Juriquilla se quedó a oscuras.
Fue un instante en que se sometió a la ceguera de la noche hasta que los fuegos artificiales estallaron pólvora y colores.
En el ruedo, dos hermanos de vida, vestidos de luces, montados en los hombros de un par de aficionados en éxtasis, se dieron un abrazo con esa sonrisa que sólo se ve cuando acompaña a la emoción de las lágrimas.
Lo lógico sería que se cayeran mal. Fernando es alegre, fiestero, divertido, sociable, chistoso, de trato fácil. José es serio, adusto, retraído, callado, casi místico.
O por lo menos no tendrían que haberse encontrado. Y menos en Aguascalientes, donde empezaron juntos de novilleros. Porque Fernando nació en Michoacán y José en Galapagar, España.