lunes, 22 de diciembre de 2014

diciembre 22, 2014

Demasiado grosera y vulgar, sobre todo para la época, hace 75 años. Ese "Frankly, my dear, I don't give a damn" (que podría traducirse al español méxico-yucateco como "La verdad, linda, me importa una chingada" o "me vale madres", dada la carga expresiva) dirigido por Clark Gable, en el papel de Rhett Butler, a Vivien Leigh, en el papel de Scarlett O'Hara en "Lo que el viento se llevó", causó muchos problemas a los guionistas que - como puede leerse en el siguiente documento en la exposición organizada por el Centro Harry Ransom de la Universidad de Texas en Austin -intentaron  encontrar soluciones alternativas.



A petición del productor David O. Selznick y el guionista Val Newton, la frase, que se convirtió en la más popular del cine- según una lista elaborada por el American Film Institute -fue cambiada. El riesgo era que fuera censurada. "Frankly, my dear, I don't give a damn"- la versión original -fue planteada de varias maneras: "Me importa un bledo","Me importa un comino", "Simplemente no me importa" o "Me es completamente indiferente." Al final ganó el buen sentido o simplemente el sentido común para elegir frases destinadas a hacer historia. (Repubblica)