miércoles, 31 de diciembre de 2014

diciembre 31, 2014
Pedro Echeverría V.

1. Dado que en Yucatán -entidad de 2 millones de habitantes al sureste de México- nunca ha pasado nada desde mediados del siglo XIX cuando la “Guerra de Castas”, o sea, la gran rebelión indígena en defensa de sus territorios, a pesar de que vive en pobreza, miseria y desnutrición, sigue riéndose un poco en medio de su humor, su chanza y juego. Los gobernadores han presumido de “haber construido” un sexenio de paz sin conocer que ésta tiene casi dos siglos. Yo no sé si en lo profundo “es mejor” que no le importe nada al pueblo “porque dios proveerá”. Pero a los poquísimos que hemos estado en las luchas sociales durante décadas nos desespera que el pueblo sea tan pobre y manipulado. No se mueve ni en propia defensa con una bomba.

2. Desde aquellos años del XIX se ha hablado –un poco con humor- de la “hermana república de Yucatán” porque a través de la historia no han faltado grupos que han creído en la “Independencia de México”. Muchos hemos argumentado que ha sido una demanda de la derecha reaccionaria que desde mediados del XIX ha querido quedarse con la economía del Estado con el argumento de que nada beneficia la dependencia hacia México; más aún sólo hasta 1930 llegó el primer avión de México y hasta 1957 el ferrocarril del sureste y el autobús a Mérida que recorría 1,500 kilómetros de distancia. Era más fácil viajar en barco hacia los EEUU y Cuba. Así que no era difícil que se fortaleciera aquella idea de “independencia” que aprovecharían los ricos.

3. Por ello cuando los periódicos publican hoy 31, último día del año, que de acuerdo al INEGI “creció el empleo formal en Yucatán”, de inmediato pienso en datos falsos o empleo disfrazado y me pregunto: ¿Cómo es eso si en México cada año apenas se crea medio millón o 700 mil empleos (el 50 por ciento) cuando deben crearse más de un millón a millón trescientos mil? ¿Estarán disfrazando los datos o escondiendo a los 6 mil cordeleros y 70 mil ejidatarios que fueron liquidados por el presidente Salinas de Gortari y la gobernadora Sauri Riancho en abril-octubre de 1991 y mayo de 1992 respectivamente? No cuentan como desempleados porque están viejos, cobrando una pensión o están trabajando en los EEUU, Cancún o Mérida?

4. Yo nunca de los jamases he creído en datos oficiales porque conozco que en muchas ocasiones los deforman para beneficio del Estado. Aunque algún dato estadístico nos debe guiar no olvido aquello de que si una persona desempleada consigue trabajar una hora a la semana ya no se cuenta como desempleado. ¿Qué pasaría si sumamos los cientos de millones de pesos que obtienen a diario los empresarios con los pocos pesos que ganan los trabajadores y sacamos las estadísticas del salario promedio en Yucatán? En el artículo publicado en Por Esto! – el periódico del primo-hermano que compite desde 1991 con el Diario de Yucatán (fundado en 1925) para ver quien conquista al arzobispo de Yucatán- se puede leer:

5. “Yucatán –publica- se mantiene entre las Entidades con menor tasa de desocupación (2.6 por ciento). El reto es la generación de más empleos formales y de mejores ingresos; sin embargo, aún se está lejos, ya que para el 2015 el ingreso mínimo autorizado para la región fue de 66.45 pesos. Según las estadísticas, en Yucatán hay una PEA, es decir, con potencial y fuerza para trabajar, de 512,331 personas, de las cuales sólo tienen trabajo 490,331, hay 22 mil desempleados y los que tienen trabajo —390,525— están dados de alta en el IMSS como trabajadores formales. La tendencia a la formalidad que reporta el IMSS es general a nivel nacional y destaca la Ciudad de México entre las que más plazas formales ha generado”.

6. “El reto es la generación de más empleos formales y de mejores ingresos; sin embargo, aún se está lejos, ya que para el 2015 el ingreso mínimo autorizado para la región fue de 66.45 pesos”. Esto sí es honesto reconocerlo: ¿Cómo puede vivir una familia con un salario mínimo de miserables cuatro dólares y un tercio? En algunos países del mundo: Suiza, Dinamarca, EEUU, los trabajadores pelean por 25, 30, 40 dólares por cada hora de trabajo; pero en esos lugares la gente está acostumbrada, educada a luchar en defensa de sus propios intereses y así como por los intereses generales. La publicación del INEGI en Yucatán sólo puede ser un distractor para que la población siga creyendo que vamos bien, pero seguro que comenzará a abrir los ojos. (31/XII/14)