sábado, 6 de diciembre de 2014

diciembre 06, 2014
MÉRIDA, Yucatán, 6 de diciembre.- Noche que se pinta de acuarelas y del uso del papel, de aromas de extranjero, de hielo que se convierte en arte, de movimientos rítmicos y de pasarela, así es la IV Edición de la Noche Blanca.

Pasarela de David Salomón ante la Catedral (foto: Cindy Rivero Alcocer

Miles de propios y extraños saltan a las calles del centro histórico de Mérida en una noche coronada por una luna plena y un cielo estrellado que baila al ritmo de la trova yucateca, las jaranas y el danzón del foxtrot y de todo aquello que permita deleitar el alma.

Las calles del centro histórico de Mérida se convierten en espacios públicos donde hombres y mujeres de todas las edades caminan en busca de la diversidad de expresiones culturales y artísticas propias de un pueblo cuya pulcritud no solo da nombre a su noche sino también a las bellas artes que se fusionan con la historia, la arquitectura, los trazos urbanos y el sentirse unido a la mezcla cultural del maya y el español.

La Luna bajó esta Noche Blanca a la puerta del Tejón Rojo (foto: @Rejon4)

Las notas de los jinetes del cielo se entonan en el tradicional Barrio de San Juan mientras un público que pinta canas aplaude la destreza de los Babys con la guitarra y el canto que, aunque ya no tiene lozanía, guarda sentimiento y hace recordar épocas en las que la música era el lenguaje por excelencia.

Así, hombres y mujeres caminan en busca de sus propios intereses culturales en los que puede apreciarse una fase poco conocida del muralista Fernando Castro Pacheco y su discurso erótico, que contrasta con el nacionalismo conocido en murales del Palacio de Gobierno de Yucatán.

Espectáculo infantil de Paty Ostos (foto: Museo Palacio Cantón)

Las partes circenses también tienen un espacio ante un público que ríe ante las ocurrencias de los actores, cuyo único lenguaje es el cuerpo y los sonidos guturales, mientras otros gritan y recrean sus mentes en mundos imaginarios en cuadros mórbidos que se dibujan en pleno Cementerio General de Mérida.

La poesía también canta y reclama su espacio en una Noche Blanca, poesía del sudamericano en la voz de Hugo Mujica, quien sin miramientos capta el interés de un publico que tal vez ha soñado con foros alternativos, con galerías y teatros propios de la cultura regional.

La Noche Blanca también llegó al Museo de Historia Natural con una exposición sobre el Colibrí Cola Hendida  (foto: Dirección de Cultura)

Anécdotas, manos entrecruzadas que caminan erráticas en busca de espacios culturales diversos que son seducidos por la música, la danza, la gráfica, la moda o el canto llenan de espacios de la Noche Blanca mientras los meridanos disertan sobre la pertinencia de ir a una de las 120 actividades culturales que se presentan en 60 sedes durante seis horas.

La Catedral durante la Noche Blanca (foto: Ángel Graniel)

La noche se ha tornado cómplice de la alegría y del encanto de una ciudad que se niega a dormir, de una ciudad cuyo centro histórico busca la vida eterna que es iluminada con luces que emanan de la catedral de la Mérida siempre blanca. (Notimex)