viernes, 14 de noviembre de 2014

noviembre 14, 2014
BUENOS AIRES, Argentina, 14 de noviembre de 2014.- El robot Philae logró enviar este viernes por la noche más datos científicos desde el cometa en el que se encuentra, antes de que sus baterías agoten toda su capacidad por falta de energía solar, según confirmó la Agencia Espacial Europea (ESA).

El minilaboratorio, posado desde el miércoles en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, a más de 510 millones de kilómetros de la Tierra, envió una señal que "demuestra que sigue vivo", anunció este viernes a la agencia francesa AFP el CNES, la agencia espacial gala.

"La señal se ha restablecido y los datos científicos llegan desde el cometa", según un tuit de la ESA.

"El contacto se ha producido más tarde de lo previsto. Tal vez me haya movido un poco", bromeó Philae en su cuenta de Twitter.

Una vista compuesta de 360º del punto de aterrizaje de Philae. (ESA/ Rosetta/ Philae/ CIVA)

La otra buena noticia del día es que previamente, el robot hizo con su taladro una perforación de 25 centímetros en el cometa, aunque no se sabe aún si logró extraer una muestra de la superficie.

Horas más tarde, el CNES anunció que el robot "se va a apagar dentro de poco" por falta de energía, precisando que la conexión había quedado cortada.

"Ya no estamos recibiendo datos. Hemos perdido el contacto", declaró Philippe Gaudon, jefe del proyecto Rosetta en el CNES en Toulouse (sur de Francia).

En las últimas horas del viernes, la agencia confirmó en su blog oficial: "Con sus batería vacías y sin luz solar que las recargue, el sistema quedó suspendido, por lo que todas sus funciones fueron apagadas".

"Philae cayó en un posible largo sueño", indicó la ESA.

Dicho artefacto, que se posó a la sombra, entre unas rocas, funcionó primero con una pila de 60 horas de vida. El problema es que sus baterías solares, que debían tomar el relevo, no recibieron suficiente luz para permitirle seguir funcionando.

El robot logró no obstante una proeza, una rotación que le permitirá a sus paneles solares recibir más luz en los próximos meses, a medida que el cometa en que se encuentra avance hacia el Sol.

Esto le permitirá presumiblemente al robot salir de su hibernación hacia el mes de agosto, según Philippe Gaudon.

Desde el miércoles, Philae se encuentra posado en la superficie del cometa de cuatro kilómetros de diámetro 67P/Churyumov-Gerasimenko.

El robot, del tamaño de un frigorífico -que pesa 100 kilos en la Tierra y apenas un gramo en el cometa, donde casi no existe la fuerza de la gravedad- cuenta con diez instrumentos de observación, entre ellos seis cámaras fotográficas, un tomógrafo y un espectrómetro.

Su cometido es analizar el núcleo del cometa y descifrar las claves para comprender cómo se formaron los planetas alrededor del Sol.

Con estos instrumentos, el robot ha podido recabar una mina de imágenes y de datos científicos, transmitidos a la sonda Rosetta, que a su vez los ha enviado a la Tierra.

Desde el miércoles, Philae ha radiografiado el interior del cometa, estudiado su magnetismo, tomado imágenes del suelo y analizado las moléculas complejas halladas en la superficie.

"Los resultados de Philae son extraordinarios", dijo el viernes por la tarde Marc Pircher, el director del CNES en Toulouse.

"El 80% del trabajo del robot ha sido hecho", afirmó, a la vista de la gran cantidad de datos recibidos.

"Miremos más bien lo que ha logrado, que es único, y seguirá siéndolo para siempre", insistió el director de vuelo de la ESA, Andrea Accomazzo.

Desde el 6 de agosto, y tras más de diez años de viaje interplanetario de 6.500 millones de kilómetros, la sonda no tripulada europea Rosetta se desplaza junto al cometa, a escasas decenas de kilómetros, escoltándolo en su desplazamiento a medida que se aproxima al Sol.

Desde el miércoles Rosetta recibe las informaciones que le envía Philae desde el cometa y las transmite a la Tierra a través de ondas de radio que tardan casi media hora en llegar a la velocidad de la luz.

Sea cual sea el desenlace de la aventura de su robot Philae, Rosetta seguirá acompañando al cometa a medida que el cuerpo celeste sigue su viaje y se aproxima al Sol, alcanzando el punto más cercano en agosto de 2015.

El aterrizaje de un robot en un cometa es toda una novedad en la historia de la conquista espacial, y culmina un proyecto iniciado hace veinte años y que ha costado 1.300 millones de euros. (ambito.com)