lunes, 24 de noviembre de 2014

noviembre 24, 2014
LONDRES, 24 de noiembre.- Unas pocas palabras pueden tener un enorme impacto, especialmente a la hora de redactar leyes y sobre todo cuando involucran conceptos religiosos en una zona tan compleja como el Medio Oriente.

Por estos días una discusión parlamentaria en Israel ha revivido un viejo debate sobre la “naturaleza judía” de ese estado que puede terminar agudizando las crecientes tensiones entre israelíes y palestinos.


Según reportan algunos medios israelíes, un proyecto aprobado el domingo –aunque con disidencias internas en el gabinete de Benjamín Netanyahu- pretende cambiar esa línea a "la patria tradicional del pueblo judío", reforzando el carácter judío de la nación creada en 1948 en lo que era el protectorado británico de Palestina.


Hasta ahora las leyes fundamentales israelíes (equivalente a una Constitución, junto con decisiones jurídicas y la Declaración de Independencia de 1948) definen al Estado del Israel como "judío y democrático".

De hecho, Israel se le conoce como “el estado judío”, pero siempre ha sido una definición polémica que rebaten quienes consideran que una democracia debe ser laica y que, además, desconoce la milenaria historia de los palestinos que viven en la misma región.

Todavía no es ley y, de hecho, por las tensiones dentro de la coalición de gobierno, su discusión ha sido aplazada hasta la próxima semana, lo que a su vez ha aplazado su tratamiento parlamentario.

Consecuencias

¿Qué significa que el Estado de Israel se convierta en una nación judía, o sea, en un estado confesional por encima de la democracia?

Ante todo, que las orientaciones de la mayoría de sus normas, leyes y políticas estén destinadas a favorecer a las personas que profesan el judaísmo.

El marco legal israelí mezcla las costumbres de las leyes británicas heredadas del tiempo del protectorado con normativas cristianas, judías y musulmanas.

El problema es que en Israel habitan al menos 1,9 millones de personas que son árabes (un 20% de la población) y que son de otra religión.

Por eso, la posibilidad de que en vez de ser un estado democrático, sea un estado confesional despertó el temor de que la normativa termine privilegiando la naturaleza judía de Israel y que institucionalice la discriminación en contra de los ciudadanos árabes en Israel, que representan un 20% de la población.

Por eso partidos de centro e izquierda han calificado la idea como un "crimen contra la convivencia".

El fiscal general del país, Yehuda Weinstein, se ha mostrado crítico de que algo así pueda ocurrir. Dijo que la propuesta pone en riesgo el carácter democrático del estado.

Entre otros puntos contenciosos del potencial proyecto se encuentra la idea de que el árabe deje de ser uno de los idiomas oficiales del Estado de Israel, junto con el hebreo, y se convierta un una lengua con estatus especial.

Daniel Friedmann, columnista del diario conservador "Yediot Aharonot", considera que la propuesta es inoportuna y contraproducente dado el clima de tensión que se vive en Jerusalén, escenario desde hace un mes de ataques mortales de palestinos, agresiones racistas de colonos y ultranacionalistas a ciudadanos árabes y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.

Lugares sagrados

También se cree que prevé dar carácter legal a elementos que están vigentes por tradición, como el respecto de las festividades judías.

Uno de los puntos que podría generar más problemas es uno que plantea la posibilidad de que los lugares sagrados sean declarados parte del Estado de Israel.

Hoy en día, por ejemplo, la Explanada del Tempo (o de las Mezquitas) tiene un estatus especial, que le da mayor acceso a los musulmanes que a los judíos.

La insistencia de judíos ortodoxos de obtener mayor acceso para rezar en el lugar es uno de los elementos que alimenta los recientes choques entre israelíes y palestinos en la capital.

No obstante, explican desde la oficina de la BBC en Jerusalén, todo dependerá de cómo se escriba el texto final de la norma, no sólo en el caso de ese punto, sino en todos.

La polémica en torno a la propuesta de cambios ha dejado en evidencia las profundas diferencias que hay dentro del gabinete de la coalición del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Una de los que se oponen, por ejemplo, es Tzipi Livni, la ministra de Justicia.

Sin embargo, para complicar las cosas aún más, otras versiones indican que lo votado por el gabinete el domingo es la aprobación en principio de una idea en torno al cambio de la ley, pero no un texto concreto, que se espera que sea difundido en los próximos días y que la oficina de la BBC en Israel cree que sí terminará incluyendo la palabra "democracia".

Además, una vez redactada, todavía deberá pasar por el Parlamento para ser aprobada o rechazada. (BBC)