miércoles, 5 de noviembre de 2014

noviembre 05, 2014
Pedro Echeverría V.

1. En la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY) fue electo el lunes 3 un nuevo rector con título de Veterinario, el doctor José de Jesús Williams. Se dijo que fue impuesto por el rector en funciones, el también doctor en Veterinaria Dájer Abimerhi, que a la vez fue puesto en el cargo por el rector en funciones Godoy Montañez, también un doctor en Veterinaria. Pareciera que en la UADY no hay sociólogos, economistas, historiadores, filósofos, o más facultades con personal que tenga la estatura para ser rectores, pues Veterinaria con éste controlará la UADY por tres periodos de ocho años y, como van las cosas, posiblemente los tiempos que sigan.

Sesión Extraordinaria de Consejo donde fue electo José de Jesús Williams (foto: JMRM)

2. El rector fundador en 1922, Eduardo Urzaiz, era médico; entre lo más recientes Repetto Milán (1955-71) fue abogado, Rosado G. Cantón (1971-82) médico; Álvaro Mimenza (1982-86) ingeniero; Carlos Pasos, Contador y Raúl Godoy, Veterinario. Aunque en última instancia, dado que el título siempre ha servido para un carajo o para ascensos económicos, la rectoría ha sido siempre administrativa; jamás hace una declaración interesante, algún análisis público o toma una posición ante acontecimientos locales, nacionales e internacionales para orientar a la población universitaria. Contribuye así a la ignorancia sobre los problemas mundiales.

3. Se supone que una universidad debe ser el centro del pensamiento o de reflexión de un país o una entidad de la República; un rector y sus profesores son en la universidad los personajes del más alto reconocimiento académico; deben promover eventos en la universidad para analizar y discutir los problemas económicos, sociales y políticos del estado y su subordinación a las políticas nacionales. Los concursos de competencias individuales entre estudiantes son exactamente lo contrario del trabajo colectivo y sólido que debe impulsar una universidad. No se trata de competir para derrotar a los demás, sino de aprender a ser solidario. (*)

4. No olvido que en el rectorado de Carpizo de la UNAM (1985-89) se discutió a profundidad los problemas de la UNAM y de la educación en el país. Intervinieron más de cien intelectuales universitarios que aportaron ensayos y estudios que se pusieron a discusión. Y aunque el aparato de poder del PRI –encabezado por Salinas y el rector Sarukán- frenó los cambios necesarios, los universitarios aprendieron a pensar, a organizarse y a batallar. Una universidad memorista, sumisa y obediente puede sacar buenas calificaciones y ganar competencias individuales, pero no sirve para pensar, inventar, para crear iniciativas y ser independiente.

5. Pero, ¿Saben quién los elige o legitima la elección a propuesta del rector en funciones? El llamado Consejo Universitario integrado por: a) El rector, quien es el presidente del Consejo; b) Los directores de las facultades y escuelas; c) Un representante de los maestros y d) un representante de los alumnos de cada una de las facultades y escuelas. ¿Saben cuántos debates políticos se han dado en el Consejo durante 92 años (de 1922 -fecha de la función de la Universidad-) hasta 2014? Ninguno, porque según se dice, todo se arregla antes en “comisiones” y la reunión del Consejo sólo se usa para aprobar lo antes acordado.

6. ¿Saben cómo está diseñada la sala de sesiones del Consejo Universitario en cuanto a butacas? En estricto orden alfabético con tres sillas para que estén juntos el director, el consejero maestro y el consejero alumno de cada Facultad y escuela. Y dado que nunca ha funcionado el sindicato de académicos ni las agrupaciones de estudiantes, jamás se han formado bloques o disidencias dentro del Consejo. Como en todo Yucatán todo transcurre en “santa paz de los sepulcros” aunque sea uno de los estados más miserables del país y la UADY sea la Universidad más derechista de la República. Una vez ha marchado la UADY en toda su historia: tras el rector Repetto Milán en 1968 imitando al rector Barros Sierra que protestó contra la toma de la UNAM por el ejército.

7. Aunque me ausenté de Yucatán 20 años, laboré dos años como investigador de la UADY; renuncié después de entregar mi investigación sobre la industria henequenera y los obreros cordeleros; regresé en 1985 y trabajé 17.5 años como profesor-investigador en las facultades de Arquitectura y Antropología y me jubilé con medio salario. A pesar de ser crítico en mis publicaciones, así como activista en el sindicato de maestros y en el de administrativos y manuales, siendo articulista del Diario de Yucatán, mantuve buenas relaciones con todos los rectores: Rosado, Mimenza, Pasos, Godoy y Dájer. Incluso escribí en 1994 un libro histórico-crítico de la UADY como producto al margen de mi libro sobre educación en mi “año sabático”.

8. Un problema central es que la UADY, como la UNAM y otras universidades públicas, están rechazando al 90, 80, o 70 por ciento de los estudiantes “por falta de presupuesto”. Con esa política de rechazo fortalecen a las universidades privadas que hacen muy buenos negocios económicos y obligan a los estudiantes pobres y miserables a abandonar para siempre sus estudios. ¿Por qué los más jodidos son rechazados? ¿Puede olvidarse que la educación –en lugar de contribuir a igualar- contribuye a lo contrario? Por ello cuando veo a los triunfadores académicos y sociales sólo recuerdo que el 50 por ciento de la población no concluye ni la educación primaria y sólo el 3 por ciento termina una licenciatura.

9. El único ridículo que recuerdo es haber lanzado en 1990 la candidatura a la Rectoría del arquitecto Fernando Medina movilizando a los alumnos de la Facultad en el Edificio Central el día de las elecciones. Sólo pudo obtener Fernando cuatro votos. Luego en 1998, después de consultar con amigos, me autoproclamé candidato a Rectoría, saqué mi constancia, coloqué grandes bocinas en mi coche y me puse a hablar en las puertas de facultades y escuelas. Luego un domingo cité a una marcha de Santa Lucía a la Plaza Principal que no realicé porque sólo llegaron 30 amigos. Cuando acudí a recoger aprobaciones de directores de Facultades nadie quiso firmar para registrarme. Sólo me burlé a mí mismo y aún sigo sonriendo. (4/XI/14)

(*) Además de mis clases, para las que publiqué seis folletos, saqué de la imprenta unos seis libros: sobre el Sindicato de Cordeleros, los ferrocarrileros, las haciendas henequeneras, historia política de Yucatán, Educación Pública y Prensa y Poder en Yucatán. Introduje en la Facultad la investigación de las haciendas henequeneras y mi libro sobre el tema fue premiado y editado por la institución cultural estatal; además organicé decenas de conferencias y debates siendo el responsable del área cultural de la Facultad. En los años 90 impulsé la participación de los profesores y trabajadores administrativos y manuales en sus sindicatos. En la calle, mantuve 18 años un cartel o periódico mural semanal anarco-zapatista en la Plaza Principal de Mérida.