martes, 25 de noviembre de 2014

noviembre 25, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 25-XI-14

El presidente Peña y su equipo ven intentos de desestabilización en las protestas sociales y se están tardando en entender que para cada vez más ciudadanos comunes Ayotzinapa y la Casa de las Lomas se han convertido en dos potentes símbolos de problemas muy reales del país: violencia, impunidad, corrupción y desigualdad.

Si bien puede ser cierto que manos políticas y sobre todo poderosos intereses económicos buscan aprovechar la crisis para debilitarlos, quizá les ayudaría reconocer en Los Pinos que esos dos símbolos llegaron para quedarse. 


Si pasa todas las pruebas de veracidad lo informado oficialmente sobre la casa de Las Lomas, aún quedan dos temas por explicar.


¿Es una práctica comercial común, al alcance de cualquier ciudadano, que una inmobiliaria compre dos terrenos a petición de un particular, construya una casa a su gusto y acepte que se le empiece a pagar, a plazos, sólo después de concluida la obra?

¿Por qué dejar en manos de un empresario que ha sido contratista del gobierno mexiquense durante la gubernatura de Peña Nieto y del gobierno federal ahora, un asunto tan personal como la compra y construcción de la casa de la familia del entonces candidato presidencial?

Si además el personaje en cuestión es amigo del Presidente y colaboró en su campaña, era previsible que llegara el momento en que la sospecha de conflicto de intereses le produjera dolores de cabeza.

¿Nadie en el equipo del presidente Peña Nieto advirtió a su jefe? ¿No lo vieron? ¿Creyeron que no habría costo político que pagar?

La falta de visión estratégica en este tema por parte del equipo gobernante propició que el asunto, que tarde o temprano se haría público, reventara en un escándalo justo en el peor momento político para ellos.

Todos aquellos ciudadanos que han padecido la indefensión y el abandono de las autoridades frente a la extorsión, las desapariciones, los secuestros y los asesinatos han encontrado en Ayotzinapa un símbolo para expresar su hartazgo y reconocerse con muchos otros que han sufrido lo mismo.

Ellos y muchos más que están hastiados de la corrupción política y la impunidad que generalmente la acompaña, han encontrado en la casa de las Lomas un símbolo para expresar su cansancio. También los que por más que se esfuerzan no logran acceso al bienestar social mínimo.

Y sí, en medio de ellos pueden estar los que quieren cobrársela a Peña por otras cosas, pero escudarse en éstos para descalificar el descontento general es no entender lo que está pasando.

Cualquier intento del gobierno por corregir el rumbo y enfrentar la crisis debe reconocer que hay que atacar la corrupción, la impunidad y la desigualdad. La medicina incluye el castigo a todos los involucrados en el caso Iguala sean del partido o sector que sean, sí, pero debe ser mucho más amplia. Como nunca se ha visto. Del tamaño de la crisis. Y también debe incluir la limpieza… empezando por la casa propia.

carlosloret@yahoo.com.mx