lunes, 3 de noviembre de 2014

noviembre 03, 2014
Dr. Fernando Bautista Buenfil, Cronista Vitalicio de la Ciudad de Tekax

El Prof. Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña murió pobre, al cabo de tantos años de trabajo, sin más recursos que los de su labor personal, tan bien aprovechada por todos y tan estrechamente recompensada por los demás como ha dicho uno de sus biógrafos. 

Murió a las 7 de la noche del sábado 3 de noviembre de 1928, cuando tenía 78 años de edad y 55 de vivir en Yucatán. Su deceso ocurrió en su domicilio ubicado en el barrio de Santiago (legendario suburbio de Santiago Apóstol) en la ciudad de Mérida, Yucatán, México. 

Había nacido en San Juan de los Remedios, perteneciente a la provincia de las Villas, la cual tenía como capital Santa Clara, en el departamento central de la Gobernación de Cuba. Llegó por vez primera a Yucatán 59 años atrás.

A los diecisiete meses de haber fallecido, en la sesión de 27 de marzo de 1930 de la XXXI Legislatura Constitucional del Estado hubo una “iniciativa del C. Profesor Edmundo Bolio Ontiveros, proponiendo se decrete que el extinto C. Profesor don Rodolfo Menéndez de la Peña, sea Benemérito de la Educación Pública del Estado de Yucatán (…) pidiendo dispensa de todo trámite. Tomada en consideración la proposición fue aprobada poniéndose desde luego a discusión la iniciativa. Sin discusión, fue aprobada, pasando a la Comisión de Estilo para sus efectos” (Diario Oficial del Estado, 1930, p. 2). 

A los 86 años de su muerte y casi 84 de haber sido declarado Benemérito, continúa en el olvido. Sí, en el olvido del tratamiento que se le dio el 27 de marzo de 1930 cuando fue declarado Benemérito del Estado. Un olvido inexplicable. Un olvido que al recordárselo a la Comisión de Educación, Ciencia, Arte y Tecnología de la LVIII Legislatura Constitucional del Estado, juntamente con la propuesta para ser declarado Precursor de la Educación Física con suficientes méritos, nada pasó. Las propuestas fueron en cartas fechadas: 3 octubre, 3 de noviembre y 5 de noviembre de 2008, firmadas por este su servidor y con copias para todas las autoridades del estado en materia educativa. Asimismo, en persona ante dicha comisión, el 15 de diciembre del mismo año y después de haber ganado un certamen nacional de investigación sobre este mismo tema, este su servidor estuvo ante dicha comisión para exponer y entregar el documento con tal petición (también con copias para todas las autoridades relacionadas con la educación), pero de nuevo nada pasó. En conclusión, después de todos estos documentos y palabras en vivo, la situación del insigne Rodolfo Menéndez ha quedado en peor situación.

Esto demuestra una vez más, que su labor ha sido estrechamente recompensada, porque existe una ingratitud que no tiene nombre, pero sí ha sido tan bien aprovechada por otros. Esta segunda situación se refleja en la edición de dos obras de Menéndez de la Peña: La moral en acción (1906) y Reseña histórica del primer congreso pedagógico de Yucatán, del 15 al 16 de septiembre de 1915 (1916); en lugar de hacer copias facsimilares, como debería ser, en la pasta de la obras aparecieron los nombres de los prologuistas, los cuales, a primera vista, parecen ser los autores de la obra denominada “Rodolfo Menéndez de la Peña” causando confusión. Ante tal situación, cabe preguntar, ¿A esto se le llama investigación y publicación? Estas publicaciones, ¿Son aceptadas para puntaje en torno al escalafón heurístico? ¿Es así como la parte oficial rinde homenaje al Apóstol de la Educación de Yucatán que dio más de veinte años de su vida publicando el periódico pedagógico La Escuela Primaria? 

Al hombre, al maestro que dio todo, incluso el producto de la venta de su casa que había logrado comprar con sus ahorros de veinte años de trabajo honrado, para enviárselo a José Martí por la independencia de Cuba del yugo español. Si alguien tiene un mérito en la publicación de estas dos obras recientes “oficiales”, es el capturista, quien se encargó de copiar letra por letra de los libros originales. 

A Rodolfo Menéndez le publicaron en vida cuatro ediciones de su Lira de la niñez (1889, 1890, 1893, 1907) y una después de fallecido (1987). Gran homenaje sería un facsímil de la primera edición de ésta y de las otras dos obras mencionadas y recién “editadas”. 

Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña, ante esta paradoja, los profesionales en formación de la educación física y de otras áreas, te rendimos un homenaje en el santuario de nuestros corazones. Nosotros sí te reconocemos como Benemérito de la Educación Pública del Estado y Precursor de la Educación Física mexicana desde el Estado de Yucatán. 

Por esta razón, hoy que todavía se siente el aroma incensario de los fieles difuntos, que priva en al ambiente yucatanense, no nos preguntes por quién están doblando las campanas, porque las campanas…, las campanas están doblando por ti; sí, por ti, Rodolfo Isidro Menéndez de la Peña, Benemérito de la Educación Pública del Estado y Precursor de la Educación Física Mexicana desde el Estado de Yucatán.