jueves, 23 de octubre de 2014

octubre 23, 2014
Héctor Rodolfo López Ceballos

A casi un mes de la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero y el asesinato de 3 estudiantes más, las autoridades no han podido dar una respuesta clara y concisa de lo ocurrido.

Protesta en Mérida el pasado 8 de octubre, exigiendo se esclarezca el caso Ayotzinapa (foto: JMRM)

Mucho se ha tocado el tema, pero poco se ha hecho. Podemos leer las innumerables columnas que los diarios del país le han dedicado al caso, las imágenes y muestras de descontento y solidaridad en las redes sociales, dar seguimiento a la mucha o poca cobertura -según los intereses que persigan, lamentablemente- que los medios tradicionales y masivos de comunicación le han dado. Se habla de ello en espacios públicos, en aulas, en cafés. ¿Pero realmente es suficiente como para contribuir a la solución de tan lamentable y delicado tema?

Sin duda todas las muestras de repudio a los crímenes cometidos por la policía municipal de Iguala son legítimos. Las marchas, los actos conmemorativos, los pliegos petitorios. Pero todo parece moverse en un contexto cómodo, en una rutina en la que ambas partes, Estado y sociedad, conocen muy bien el papel que desempeñan en este escenario. Pudiera pensarse incluso que estamos ante un ciclo aparentemente repetitivo y vicioso en el que probablemente se puedan predecir sus etapas y resultados: exigir justicia-compromiso de investigar a fondo lo sucedido-presión a las autoridades-volver a comprometerse-marchas, manifestaciones, mítines, discursos, revolución de facebook-sigo investigando el tema-sigo exigiendo justicia y además presento evidencias de lo sucedido-se buscan chivos expiatorios y se lleva esto a nivel político más que al de justicia-sigo esperando justicia.

Y éste ciclo se da no sólo en casos como el de Ayotzinapa, sino en general en todo lo que ocurre en el país y que nos compete de una u otra manera; reforma energética, reforma educativa, elecciones presidenciales, etc. ¿Vale la pena exigir justicia y hacernos escuchar? Por supuesto. ¿Estamos siguiendo el camino correcto? Tengo mis dudas. Si tomamos en cuenta que apenas un 30% de la población mexicana tiene acceso a internet y los que mayormente están en las redes sociales se agrupan generalmente en uno solo de los muchos sectores que hay en la sociedad, estamos lejos de lograr un verdadero resultado que haga justicia.

Y no estamos hablando de posturas como "el cambio está en uno mismo", "con que yo haga mi parte las cosas van a cambiar" -yo creo que la clave de todo siempre va a estar en la colectividad y no en lo individual, como el mismo sistema quiere que creamos- y tampoco se queda en un "para el 2015 ya sé por qué partido no votar", "estaríamos mejor con tal candidato" y un montón de etcéteras. Más allá de los buenos pensamientos y las muestras de inconformidad, que son al fin y al cabo una manera de ejercer nuestros derechos y hacer democracia, pero de manera limitada al fin y al cabo, realizar acciones más concretas, viables y que vayan a desembocar en un cambio real de la situación son necesarias. Claro ejemplo de ello dieron los estudiantes la UNAM y el Politécnico al defender a una de las mejores instituciones educativas del país de las medidas autoritarias y unilaterales de su directora y otra vez dan muestra del poder de la organización y las acciones conjuntas al irse a paro más de 40 instituciones del país.

¿Y si no fueran 40 y fueran todas las universidades de México? ¿Y si no fueran sólo los estudiantes, sino también los maestros, los obreros, los campesinos, las amas de casa? Claro, esta es una de las muchas formas que hay de lograr hacer verdadera democracia, democracia de calle y pacífica que obligue a las autoridades a hacer caso a las demandas de la ciudadanía. Los mexicanos tenemos que empezar a darnos cuenta del verdadero poder de acción que podemos tener y generar. Es totalmente cierto que esto se trata de un crimen de estado, que es el resultado de la descomposición política que vivimos y que ha dado como resultado un Estado fallido que más que “mover a México” lo ha sumergido en una era donde los asesinatos, los secuestros y el enriquecimiento de unos pocos a costa de la mayoría ya son algo cotidiano. Las autoridades, empezando por el presidente de la República, deberían renunciar porque han dado muestra de su incompetencia y su poca capacidad de llevar por buen camino al país.

Porque la corrupción está ahí, los nexos de policías y políticos con el crimen organizado están ahí, la impunidad y la injusticia están ahí y seguirán, lamentablemente, después de las legítimas muestras de inconformidad y repudio que se han dado en México e incluso en otros países, mientras sólo sea una parte de la población la que esté involucrada. Pues esto es, como mencioné más arriba, un ciclo que ya vemos como normal y que por misma inercia se va repitiendo, nos vamos habituando, desafortunadamente. ¿Suben la gasolina, el precio de la canasta básica, los servicios? Seguramente me molesto, me inconformo, tengo que privarme de algunas cosas o trabajar mucho más para no dejar de adquirirlas. ¿Aprobaron reformas que me perjudican? ¿Se cometió el despreciable crimen de desaparecer a 43 normalistas y asesinar a otras 6 personas? ¿Hasta cuándo vamos a romper el ciclo y empezar a tener verdadera organización, a practicar la verdadera democracia y participación ciudadana, a permitir que sigan utilizando la Constitución y las leyes como pisapapeles en los escritorios de los despachos? ¿Hasta cuándo entenderemos que esto se trata de una revolución de consciencias, pacífica y que tiene necesariamente que ser en la colectividad -e incluso a nivel de otras organizaciones-, dejando el aislamiento, el sectarismo y la competencia? Hasta que empecemos a involucrar a todos los sectores, hasta que comprendamos que es necesario tal vez ir casa por casa, ciudad por ciudad, escuela por escuela y plaza por plaza para asegurarnos que nuestra lucha llegue a todos. 

Exijamos a las autoridades que hagan su trabajo, salgamos a las calles, alcemos la voz. Vivos se los llevaron, ¡Vivos los queremos! Ya basta de tanta impunidad.

México se merece más que lo que hacen unas cuantas personas con él, pero tenemos que salir a buscarlo, juntos.

La noche no es eterna.