martes, 21 de octubre de 2014

octubre 21, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 21-X-14

La manera en que se difundió la noticia logró que se diluyera su gravedad. En Los Pinos aceptan sus dimensiones reales, pero obviamente no quieren hacer aspavientos.

“Fuerzas federales tomaron las funciones de la policía en 12 municipios de Guerrero y uno del Estado de México”, palabras más, palabras menos, depende del medio de comunicación en el que haya visto la noticia que surgió el fin de semana.


Fueron enlistados, sin detenerse en cada uno: Apaxtla, Arcelia, Buenavista de Cuéllar, Coyuca de Catalán, General Canuto Neri, Ixcateopan de Cuauhtémoc, Pilcaya, Pungarabato, San Miguel Totolapan, Taxco de Alarcón, Teloloapan y Tlapehuala, en Guerrero, e Ixtapan de la Sal, en el Estado de México; este último, municipio colindante con los anteriores.


El asunto es en realidad mucho más grave que una boletinera enumeración:

Ixtapan de la Sal es el lugar donde desde hace casi diez años el presidente Enrique Peña Nieto pasa la mayoría de sus sábados y domingos.

Desde que era gobernador del Estado de México llevaba esa rutina para “desconectarse” el fin de semana, disfrutar el sol, correr, jugar golf… en una localidad cuya policía municipal está bajo sospecha de ser brazo armado del crimen organizado.

Los 80 policías municipales —y sus jefes— del sitio donde el presidente Peña Nieto pasa el 30% de su tiempo en una semana promedio fueron separados de sus cargos, enviados a las instalaciones militares de Tlaxcala —donde se supone que los policías malos se convierten en policías buenos, o son reprobados y despedidos— y sus funciones, llevadas a cabo por soldados, marinos y gendarmes.

No es la primera vez que Ixtapan de la Sal es noticia relacionada con el crimen organizado: en 2008, su presidente municipal, el priísta Salvador Vergara Cruz, fue ejecutado. Y se han difundido balaceras y ejecuciones salpicadas en el calendario. Ahora el que está bajo sospecha es el perredista Ignacio Ávila Navarrete.

Pero tras la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, el gobierno federal está haciendo una limpia en los municipios donde considera que manda Guerreros Unidos, el cártel presunto responsable de la peor crisis que ha tenido que enfrentar el Presidente en sus casi dos años de gestión.

Es obvio que Peña Nieto llega a Ixtapan de la Sal rodeado de los mejores elementos del Estado Mayor Presidencial, que se transporta en helicóptero y en vehículos blindados, sin embargo, en un sitio cuya policía podría estar bajo control del narco —según sus propios informes de inteligencia, que condujeron a recluir a todos sus agentes en el cuartel militar— el primer mandatario corre mayores riesgos, sin contar el brutal simbolismo del dato, la metáfora inclemente de la realidad.

Ixtapan de la Sal. Allá suele ir el Presidente. Veremos si sigue yendo.

SACIAMORBOS.

Por Ayotzinapa hay muchos más funcionarios cuyas carreras están en riesgo. Y son de más jerarquía que el obvio. Quizá alguien espera el momento de máxima irritación social para que el rodar de las cabezas sirva para despresurizar.

carlosloret@yahoo.com.mx