domingo, 28 de septiembre de 2014

septiembre 28, 2014

En una noche de plenilunio, regresaba a su casa el popular fondista Mussett; al pasar por el cementerio abandonado de Itzimná, vio salir de una tumba un espectro que lo llamaba. Tirando el puro y una bolsita de dulces que a su vieja llevaba, Mussett llegó de un vuelo a su casa, a pesar de su obesidad.

Los valientes que vinieron armados de palos, escopetas, rosarios y botellas de agua bendita, a ver de qué se trataba, encontraron sentado tranquilamente, después de haberse comido los dulces y fumado el puro, a "Castelar", un español loco que en una tumba vacía había hecho su dormitorio. -"Yo sólo le pedía su fuego para encender un cabo -dijo-, pero él me dejó el puro... ¡Tanto mejor!".