sábado, 27 de septiembre de 2014

septiembre 27, 2014
Héctor Rodolfo López Ceballos

Seguramente todos o la mayoría de nosotros hemos tenido la imperante e infortunada necesidad de utilizar el transporte público de Mérida. Ya sea porque no contamos con vehículo, porque no tenemos una cuenta en el banco lo suficientemente grande como para pagar la gasolina si tuviésemos un medio de transporte particular o porque un día se nos dio por practicar el turismo de aventura en nuestra ciudad.

Foto: Archivo

Sea cual fuere el caso, lo cierto es que en más de una ocasión –la mayor de las veces es prácticamente todos los días- nos hemos enfrentado al particular e inigualable servicio de transporte de nuestra querida localidad. ¿Y cuál de todos los medios posibles es el más representativo y el que usa la mayor parte de la población de la Ciudad Blanca? Aunque usted no lo crea, no es ni el ejército de mototaxis que pululan en el oriente de la ciudad y no, amigos del country, tampoco son las camionetas con chofer o las bicicletas de los cicloturixes o los ecológicos de la facultad de antropología. Desde los recorridos turbulentos atravesando cráteres lunares en Kanasín, hasta las descampadas e infernales calles de las colonias del norte, en donde el sol muestra su faceta más inclemente, el compañero constante, ese borrachito de lata que apenas se mantiene de pie a cada esquina, es el camión.

Es por eso que después de una exhaustiva investigación de dos o tres días, respaldada por años de filosofar en los asientos traseros de los camiones y escuchar las quejas constantes de muchos compañeros, les traigo lo que bien podría ser un intento de decálogo de las características más importantes de nuestro transporte público, que nos hará amarlo cada día más o reconsiderar seriamente volver a utilizarlo:

1. Los camiones de Mérida son parte del Patrimonio Histórico-arqueológico de la Nación.

No cabe la menor duda de que los autobuses de Mérida son verdaderas reliquias históricas que merecen ser tratadas con respeto. A diario menospreciamos el incalculable valor que tienen sus paredes oxidadas y sus motores de carburador en épocas del fuel injection. El tartamudeo del chasis y el rechinido de sus frenos están ahí para rememorar tiempos pasados, como prueba de que en algún momento de su historia tuvo Mérida camiones actualizados. El INAH no permite seguramente al gobierno del estado cambiarlos por unidades más modernas, pues sería un golpe duro contra el patrimonio de los yucatecos. Si decide usted dar un tour en camión, asegúrese de tener al día su antitetánica.

2. Los camiones meridanos fomentan la convivencia, la hermandad y la cercanía entre los ciudadanos.

Como parte de las políticas sociales desarrolladas por instituciones gubernamentales y los concesionarios del transporte público, los camioneros recibieron la orden directa e incuestionable de subir a la mayor cantidad de personas posibles por unidad para que estos convivan y se interrelacionen. El ambiente pretende simular una fiesta con todo y los sudores, olores y hasta arrimones incómodos. No es raro encontrar autobuses que perpetuamente dejan entrar pasajeros, aun cuando éstos se desbordan por las ventanas, tienen que colgarse de las escaleras o ya de plano sentarse en las piernas del chofer. Científicos mexicanos aún no se explican cómo los camiones pueden romper las leyes de la física y lograr que dos cuerpos ocupen un mismo espacio.

3. Son modernos sintetizadores y reguladores climáticos, capaces de reproducir las condiciones atmosféricas y climatológicas de diferentes momentos del año.

El transporte público de Mérida está perfectamente diseñado y utiliza las más recientes técnicas ingenieriles para reproducir cualquier tipo de ambiente y –en el caso de tratarse de turismo o gente foránea- brindar esa sensación de aventura y realismo durante el viaje.

Podrá experimentar desde la Aventura Amazónica -en la que entrarán torrentes de agua por las ventanas y techo, los asientos estarán mojados y un rio artificial correrá por los pasillos para aumentar el realismo-, hasta el Recorrido Tropical –se recomienda llevar agua embotellada y no tener asco por sudores ajenos que le mojarán los brazos y la ropa.

4.- Los camioneros son libres de hacer lo que quieran, pues tienen un estatus especial que los pone por encima de cualquier ley o reglamento.

Al ser figuras emblemáticas dentro de nuestra sociedad y ser responsables del medio de transporte más importante de la ciudad, los camioneros tienen una especie de inmunidad diplomática que les permite actuar como quieran. Entre sus derechos y prestaciones, está el poder no concluir sus rutas, dejar de dar servicio una o dos horas antes de que acabe su turno –especialmente si les toca el último viaje del día cuando NADIE parece querer utilizar el camión para llegar a sus casas después del trabajo o la escuela-, poder hacer paradas arbitrarias en cualquier oxxo o tiendita para comprar su desayuno, jugar carreritas con otros compañeros de trabajo aunque rebasen los límites de velocidad, volarse los altos, estacionarse donde se les dé la gana, entre muchas otras cosas que los ciudadanos normales y con funciones menos importantes no podemos hacer, so pena o infracción.

5- Para los camiones el tiempo es relativo.

No importa qué tanta prisa tengas por llegar a tu destino o que esperes por más de 40 minutos en el mismo sitio a un camión que ni siquiera es completamente seguro que pase. Para los choferes y los autobuses, la velocidad es inversamente proporcional a la urgencia que tengas porque apuren el paso. Así, estudios demuestran que una misma ruta puede hacerse en tiempos diferentes, dependiendo de si la mayor parte de las personas se dirige al trabajo o algún asunto importante o por el contrario, planean pasar el tiempo de sobra en el autobús. Aunque hay una leyenda urbana que dice que si tienes prisa y el camión no pasa, con encender un cigarro es suficiente para que aparezca en la esquina.  ¿Pero para qué necesitamos horarios y rutas bien definidas si podemos dejar que el azar juegue su papel?

6.- La credencial única.

Éste plástico no tiene sentido, no merece más explicación. Ya sea porque las modernas unidades no cuentan con el lector de la tarjeta, porque las que están instaladas están descompuestas -en su mayoría-, porque los choferes no las respetan e incluso te las decomisan o porque es un trámite innecesario que podría evitarse si volviesen a aceptar las credenciales expedidas por las instituciones educativas. Parece que la duradera y fiable credencial está destinada a ocupar un espacio en la cartera, para que puedas presumirle a tus amigos lo bien que te ves en la foto, si es que aún no se ha borrado del plástico.

7.- Los camiones son usados por las disqueras con fines comerciales y estudios de mercado.

Esas rítmicas y peculiares rolas cumbancheras o raps underground que escuchamos en el camión, son en realidad estudios que las disqueras realizan sobre grupos alternativos e indies que quieres una oportunidad para darse a conocer. Seguramente la primera vez que escucharon a Los Ángeles Azules o a Nelson Kanzela fue a bordo de un autobús.

8.- Los camiones tienen señalizaciones especiales que ponen a prueba tu inteligencia.

Y aunque esto pueda confundir a muchas personas, no es raro encontrar camiones que digan con pintura blanca “Fracionamiento Las americas” (Sic) y más arriba tengan el letrero de 82 García Ginerés. Si bien esto es para que ejercites tu mente y desarrolles poderes psíquicos –como cuando es de noche y vienen con las luces apagadas- adivinando hacia dónde va, es también parte del programa de turismo de aventura, para que nunca sepas a dónde vas a llegar y sea una experiencia única.

9.- Los camiones no podrían tener otro sitio mejor ni otros paraderos más convenientes que el Centro Histórico de Mérida.

Es bien sabido por todos los yucatecos, que no hay mejor sitio para los camiones –y para el transporte público en general- que el Centro Histórico de la ciudad. ¿Qué sería del centro de Mérida sin los embotellamientos causados por las decenas de autobuses que tienen que maniobrar en calles tan angostas? ¿Qué belleza tendrían nuestros monumentos y edificios centenarios si no estuvieran matizados con el smog y el humo de los camiones? ¿Cómo sería la vida de un ciudadano de a pie, sin tener que sortear las eternas filas de quienes esperan abordar el autobús, sin correr peligro porque algún autobús le pase encima? Todo eso es parte del folklore yucateco y de la cultura meridana, que seguramente no estaríamos dispuestos a cambiar caminando unas calles más o rediseñando las rutas del transporte público.

10. El precio del pasaje es totalmente justo.

Y para terminar con esta lista, tocamos el punto del precio del pasaje. No me explico aún cómo podemos quejarnos de pagar 7 pesos por camión –en promedio una persona utiliza 4 camiones al día, lo que implica un gasto de 28 pesos y que representa casi la mitad del salario mínimo, o sea de un día entero de trabajo gastado sólo en camiones- si contamos con todos los elementos mencionados arriba. Viajar en camiones del siglo pasado, a los que les entra el agua, descuidados, sin horarios ni rutas fijas y conducidos por personas mayormente no capacitadas, cuesta y cuesta mucho.

En fin, estas son las que considero principales características y desventuras del Transporte Público de Mérida, tocando sólo el ámbito de los camiones. Muchas cosas se podrían arreglar si, por ejemplo, se normalizara el servicio, si se trazara un nuevo modelo de rutas y transporte urbano, se estandarizara y principalmente si se municipalizara. El transporte público de Mérida es un servicio para todos y debería estar regulado por el municipio, no por quienes hasta la fecha han demostrado no tener interés alguno en mejorarlo y dejarlo en las condiciones óptimas que merece la ciudadanía y el pueblo de Mérida, sean quienes fueren, privados o públicos.

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