sábado, 9 de agosto de 2014

agosto 09, 2014
Juan Acuesta Rodríguez

A principios de julio, el Gran Museo del Mundo Maya, una edificación moderna, con instalaciones sofisticadas y que luego del Museo de Antropología e Historia Nacional es el de mayor importancia en el país, fue escenario, a pesar de tanto bombo y platillo, de un accidente que pudo ser fatal y la protagonista de este evento fue la Sra. Socorro González quien, por informes, nos dicen que es maestra.

El Gran Museo del Mundo Maya de Mérida (foto: JMRM)

Pues bien, una persona de la tercera edad llega al recinto y para poder acceder a él recurre al elevador, mismo que estaba en mantenimiento y en consecuencia se encontraba en otro nivel, pero la entrada del mismo, en la planta baja, se encontraba abierta, sin ningún señalamiento.

Al llegar la nombrada, no se percata del detallito, da el paso y lo obvio tenía que ocurrir: cayó en un agujero que forma parte de la estructura del elevador, ocasionándole serias lesiones que afortunadamente no comprometieron su vida.

Y para colmo de males, tardaron en darse cuenta de que la persona estaba en el lugar.

Tres situaciones importantes: si hubiese caído en el otro extremo de la fosa, muy probablemente se hubiese clavado con unos fierros que forman parte de la estructura; si el elevador hubiese bajado, la habría matado. Y si hubiese habido algún señalamiento o algún guardia en el lugar, no hubiera ocurrido ese accidente.

Quiero comentarles que ha sido un accidente con suerte por haber ido a ver al Gobernador. Desconozco si hubo alguna demanda, pero si es un edificio con reconocimiento nacional al que acuden locales, connacionales y extranjeros, debiera tener más estricta seguridad en cuanto accidentes, que si esto le ocurre a algún extranjero, especialmente europeo o norteamericano, el Gobierno o quien tiene la concesión de dicho inmueble sería sujeto de una enorme demanda.

Le sugerimos a todos aquellos que vayan a saludar o aplaudir al Gobernador, se fijen ahora en dónde van a dar el paso o en dónde se van a apoyar o recargar, para no sufrir un accidente como éste.

Es cuanto.