domingo, 10 de agosto de 2014

agosto 10, 2014
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Esta es la historia del hombre más positivo del mundo. Imagen del optimismo, a su lado Norman Vincent Peale era un sombrío nihilista ruso. Iba en coche último modelo, y vio a una guapa chica. La invitó a subir, y ella aceptó. El hombre positivo dirigió su automóvil hacia un alejado bosquecillo, y ahí le hizo a la muchacha la consabida proposición salaz. Ella manifestó que sólo le haría dación de sus encantos a cambio de una contraprestación en dinero, que fijó en 500 dólares. Sacó el tipo cinco billetes verdes de a 100 y se los entregó. Dijo entonces la muchacha: "Desvístete todo". Obedeció el sujeto. Entonces la mujer se apoderó del coche y de la ropa y escapó a toda velocidad. Se quedó el individuo en peletier en aquel remoto sitio. Pero no en vano era el hombre más positivo del mundo. Dijo para sí: "Veamos el lado bueno de las cosas. El coche era prestado. Los dólares eran falsos. La ropa no era de marca... Y en cuanto a estar encuerado en este solitario paraje, ¿qué mejor circunstancia puede haber para aprovechar la valiosa oportunidad de mear?"... Los árboles de la escuela empezaron a dar  bolitas negras, y los niños vieron en ellas ocasión de jarana y diversión. Hicieron un buen acopio de bolitas y fabricaron cerbatanas de papel. En el salón de clases uno de los chiquillos sacó su cerbatana, puso en ella una bolita y la disparó contra la profesora, que de espaldas escribía en el pizarrón. Ella vio la bolita en el suelo y siguió escribiendo. Otro disparo. Y uno más. La maestra se volvió, enojada, y se dirigió al niño más travieso del grupo, pensando que seguramente era él quien había disparado aquellos proyectiles. "Dime, Pepito -le preguntó con voz severa-. ¿Quién es el bromista de las bolitas negras?". Sacado de onda, y sin más datos para orientarse, el chiquillo arriesgó una respuesta. Dijo: "¿Obama?"... Dos tipos fueron con sus respectivas esposas a pasar vacaciones en la playa. Al día siguiente de su llegada los maridos les dijeron a las señoras: "Iremos los dos a dar un paseíto. No tardaremos". Echaron a caminar por la playa. Estaba llena de bellísimas muchachas cubiertas sólo con minúsculos bikinis. Los bellacos individuos empezaron a calificarlas en una escala de 0 a 10. "¡Mira ese nueve!" -dijo uno con admiración. Señaló el otro: "¿Qué te parece aquel ocho?". "¡Ahí va un diez!" -prorrumpió el primero al ver pasar un monumento de mujer. Después de un par de horas de ocuparse en eso uno de los maridos le dijo al otro: "Regresemos. Ya han de estar preocupadas nuestras doses". (¡Canallas!)... Simpliciano, doncel en flor de edad, logró por fin que Dulcilí, hermosa chica, aceptara ir con él al asiento de atrás del automóvil. De inmediato el boquirrubio galancete empezó a hacer objeto a la muchacha de caricias y tocamientos encendidos. En el arrebato de la pasión exclamó emocionado: "¡No encuentro palabras...!". Le dijo Dulcilí: "Y menos las vas a encontrar ahí donde tienes la mano"... La joven señora pensó que estaba embarazada. No había tal: su ginecólogo le hizo saber que lo que traía en el vientre era puro aire. La muchacha le dio la mala noticia a su marido. Exclamó él con enojo apuntando a su entrepierna: "Entonces esto ¿qué es? ¿Una bomba para inflar llantas de bicicleta?"... Cierta antropóloga tenía relación íntima con un esquimal de la región ártica. "Me voy, Nanuk" -le anunció un día. "¿Tan pronto?" -se consternó Nanuk. "No es pronto -replicó la mujer-. Llevo tres meses viviendo contigo". "Sí -admitió el esquimal-. Pero me prometiste que te ibas a quedar toda la noche"... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, tenía una granja. Su esposa le dijo: "Ya es hora de que te consigas otro espantapájaros". "¿Para qué? -replicó Capronio-. El que tenemos funciona muy bien. Todas las aves se asustan con él; hasta los cuervos, buitres y zopilotes huyen precipitadamente al verlo". "Es cierto -reconoció la señora-. Pero mi mamá ya se cansó de estar todo el día en el campo con los brazos abiertos"... Un señor le comentó a su amigo: "Mi esposa y yo tenemos un hijo nada más. No nos parece suficiente, y queremos tener otro". Preguntó el amigo: "¿Cuándo van a encargar el segundo?". Responde el señor: "Cuando el primero se convenza de que a sus 18 años ya debe dormir en su propia cama"... FIN.