viernes, 8 de agosto de 2014

agosto 08, 2014
Gilberto Avilez Tax

En una nota de prensa del Diario de Yucatán leo que en la cuenta de facebook del rancho San Pedro Kulinché, se promueve una cabalgata para defender aquella barbarie de alta y profunda “tradición” yucateca, llamada "torneos de lazo", inventada o traída a lajas yucatecas por empresarios del alcohol, del vicio y de la prostitución de la condición humana en Yucatán. Al entrar en la página del Facebook del rancho de marras, la defensa de “la tradición” decía:

Jueves 7 de agosto cabalgata y charlota gratis, en apoyo a que sigan los torneos de lazo en todo yucatan si quieres participar eres ganadero, caporal, vaquero, narrador, rejero, o eres aficionado a los torneos de lazo apoya para que siga este deporte extremo la reunion es EN EL RUEDO CHAMACO BALAM ubicado en la colonia leona vicario x la 42 sur la salida es a las 3 d la tarde llega a tiempo participa necesitamos de tu apoyo corre la voz…DILE SI A LAS CORRIDAS, LOS TORNEOS DE LAZO Y AL USO DE NUESTRAS COSTUMBRES Y TRADICIONES VIVA YUCATÁN...

Hurgando otras cosas de esa página, me sorprendió esta siguiente fotografía sanguinolenta:

Y debajo de la foto, la siguiente leyenda: “cabalgadura que le toco perder el día de ayer en el duelo de ganaderías de Ucú en astas de nuestro toro estrella el AGUACATE”.

Tanto la nota en defensa de “nuestras costumbres y tradiciones”, así como la foto, me dio pie a unas pequeñas reflexiones y preguntas. En primera, me pregunté que, ¿qué es lo que pasa por la cabeza seborreica de un yucateco o yucateca “linda hermosa”, mientras asiste impertérrita a la recreación de una barbarie paleolítica? Algo de mesoamericano, algo anormalmente mesoamericano, o algo de rescoldos de guerra inter-tribal existe en esas muestras de destripamiento de caballos, como para causarles admiración y atracción a las y los “mestizos”, y a otras wiradas de los pueblos del Yucatán profundo.

Si en este país las leyes se respetaran y se cumplieran, y más exacto, si en esta país los animales tuvieran el derecho de morir con dignidad (salvo los que sirven para el consumo humano, ya que tampoco creo en vegetarianismos), ésta sola imagen y esta frase de desprecio a la vida, frase de homicidas sin escrúpulos, nos haría decir que Pedro Pérez es un criminal en toda la extensión de la palabra, o peor aún, un ser amoral, una bestia sedienta de tripas, de caca mezclada con sangre de caballos, como casi todos los yucatecos que van y asisten a los torneos de lazo: seres despreciables, seres amorales, bordeando o traspasando los límites del delito, no tengo la menor duda de que, si pudieran, el yucateco o la yucateca que asiste a los torneos de lazo, como un deseo inconsciente, se bañaría y fornicaría entre tripas y sangre coagulada de caballos.

Dicen que es una costumbre, o podríamos ser radicales al momento de hablar, y decir que es "la costumbre" por antonomasia del Yucatán profundo de los seres despreciables (adiós baile de la cabeza de cochino, y qué chachac ni qué estupideces milperas, lo importante, para el yucateco despreciable, son los torneos de lazo que no tienen ni 20 años de hacerse), entrando con todo derecho en el catálogo de los "usos y costumbres" de la otredad yucateca. Que defender los torneos de lazo es defender nuestra identidad como pueblo, dice "don" Pedro Pérez, aquel peligroso individuo que fuera dueño del difunto “toro asesino” llamado “Sinaloense”. Pues bien, si a esas vamos, si eso entienden por su “identidad como pueblo yucateco”, déjenme decirles que sus identidades corrompidas me dan harta flojera, me causan vómitos, y me dan ganas de orinarlas. Orino en sus tradiciones de chacales. 

Y perturba más saber, que esas “tradiciones” que defiende Pedro Pérez, al 95 o más de los yucatecos de "los pueblos" les gusta y les atrae. A pesar de que el Ayuntamiento de Oxkuzcab negara recientemente un torneo de lazo, no obstante, los palqueros y empresarios del alcohol de ese pueblo de bárbaros del sur de Yucatán les importó un bledo y decidieron hacer lo que se les antojara. ¡Total!, dicen, si la Ley de Protección a la Fauna del Estado es muy tenue al momento de establecer medidas administrativas, multas pequeñas que no lesionan para nada los bolsillos de los empresarios del alcohol y de los palqueros “mayas” del Yucatán profundo. Así como sucedió en Oxkutzcab, en casi todos los pueblos del “Yucatán profundo”, muchos se refocilan ante la barbarie, tienen una fijeza ante las tripas y vísceras al aire, y demasiados ven con indiferencia la muerte de un animal porque es un animal, un ser irracional y creado por su dios cristiano al servicio de la bestia de costumbres trogloditas. ¡Viva la costumbre, viva las tradiciones de las tripas!