miércoles, 20 de agosto de 2014

agosto 20, 2014
Carlos Loret de Mola  Álvarez | 20-VIII-14

Parece que el presidente Enrique Peña Nieto está de ánimo para hacer el disparo de salida de la carrera por sucederlo.

Cuentan que aborda abiertamente el tema de sus posibles sucesores. Que habla del tapado sin tapujos. Y juega en la mesa con las barajas de su partido: Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, Aurelio Nuño, quizá se sumen más nombres. 


Por el tipo de ejercicio del poder que ha caracterizado al actual Presidente, de la mayor concentración posible en sus manos, es previsible que Peña Nieto busque llegar a la recta final de 2017 con suficiente popularidad para designar al candidato de su partido de entre una amplia baraja.


Hablar de nombres a cuatro años de distancia apunta en esa dirección. De lo que no platica con tanta soltura es de cambios en el gabinete, según nos relatan varios personajes con acceso al despacho presidencial.

Las primeras evaluaciones internas del gobierno ponen en la mira al secretario de Agricultura, Enrique Martínez y Martínez. Este ex gobernador de Coahuila no ha demostrado el dinamismo de gestión esperado y es el más fuerte candidato a salir.

El próximo año quedarán libres al menos tres políticos a los que el peñato quiere encontrar un sitio: Manlio Fabio Beltrones concluye su encargo como coordinador de los diputados priístas, y José Calzada y César Duarte terminan sus periodos como gobernadores de Querétaro y Chihuahua, respectivamente.

Una vacante está en Agricultura. Otra en la dirigencia del PRI, que dejará César Camacho para buscar ocupar el lugar de Beltrones en la Cámara. Quizá una tercera sea la Secretaría de Economía si Ildefonso Guajardo cristaliza su viejo sueño de ser candidato al gobierno de su natal Nuevo León.

Y habrá que esperar el destino de dos carteras cuyos futuros son botana habitual en la mesa de los rumores políticos:

Emilio Chuayffet en la SEP, quien no ha tenido la química esperada con el vertiginoso ritmo del más íntimo equipo presidencial y recientemente tensó demasiado su relación con un hombre clave para Peña Nieto: Luis Miranda, subsecretario de Gobernación.

La otra cartera es la que ocupa Rosario Robles, a quien los perredistas odian racional e irracionalmente, los panistas desprecian y hay priístas que no terminan de confiar en ella.

Cualquiera de esas posiciones puede significar un potente reflector para medir, ya fuera de la Oficina de la Presidencia, a Aurelio Nuño.

Y claro, que no se les olvide que la élite puede estar embobada con su operación política para aprobar las reformas, pero a nivel de cancha el estancamiento económico y la aún alta inseguridad pueden ser aguafiestas. Esa latosa realidad.

SACIAMORBOS

A propósito de mi columna de ayer, los legisladores panistas Francisco Domínguez y Rubén Camarillo se comunicaron para rechazar tajantemente que hayan abogado por Oceanografía y otros empresarios amigos suyos para que recibieran contratos del gobierno federal a cambio de apoyar la reforma energética.

Agradezco su respetuosa réplica a la que contesto que, como lo dice, el texto se basó en testimonios de varias fuentes que nunca me han fallado.