martes, 1 de julio de 2014

julio 01, 2014
Gilberto Avilez Tax

En Espita, Rogelio Chalé, el joven Presidente del Partido Socialista del Sureste, junto con una comitiva de cinco personas, presidía una asamblea popular la tarde del día 5 de septiembre de 1936. Los acompañantes de Chalé eran Alfonso Baqueiro Cantón, Guillermo Dzib, Venancio Solís, Pedro Salazar y Felipe Erosa. Chalé apenas tenía dos meses en el cargo de presidente del Partido Socialista del Sureste, y se veía seguro, radiante. Era un mestizo de frente amplia, ojos tristes, nariz pequeña y de labios que casi se perdían en su rostro imberbe. Chalé. El Diccionario Maya Cordemex no registra el significado de su patronímico maya, pero como Felipe Carrillo Puerto, su mentor, era un perfecto dzul de pueblo a todo lo largo de su rostro, salvo en los ojos: estos brillaban de una manera tranquila, silenciosa, maya.

La comitiva socialista fue invitada por las agrupaciones obreras de Dzitás y Espita, y el sábado 5 de septiembre de 1936 salieron de Mérida en un automóvil Ford modelo A de esa época. Se dirigieron sobre la carretera de Chichén Itzá hasta Dzitás. Ahí tuvieron una asamblea de trabajo muy concurrida. Horas después, en Espita, como decíamos, hubo otra nutrida asamblea. 

En esa villa oriental, Chalé y sus acompañantes permanecieron toda la noche; y el domingo 6,  por la mañana, emprendieron el retorno a Mérida. En Dzitás llegaron al medio día. Tal vez almorzaron, se asearon, y a las 15 horas, tres de la tarde, siguieron su trayecto de regreso. Tomaron la carretera que comunica Dzitás y Pisté, y a las 15:15 horas comenzaron las ráfagas, cerca de Xocempich: nutridas descargas salían de las malezas del camino. En las indagatorias judiciales que se realizarían, se sabría que esas ráfagas provenían de 4 escopetas de retrocarga Remington, calibre 16. Chalé conducía el automóvil, y a él le tocaron casi todos los tiros. Salvo Chalé, nadie de los otros cinco ocupantes del automóvil traía armas. A las ráfagas sólo respondieron diciendo “saquen las pistolas, saquen las pistolas” que no habían. Chalé, nacido en 1906 en Dzemul, pero radicado desde temprana edad en Motul, manaba sangre: sus oídos, su boca y su nariz se inundaron de la tinta roja de la vida que se le iba. Media hora después, murió. 31 años tenía esa última rama del socialismo yucateco, uno de los herederos más genuinos del Dragón Rojo con ojos de jade Motul. Dos heridas mortales lo acabaron, una que le cruzó la sien, y otra que le atravesó de costado a costado, a la altura del corazón. En Mérida, los galenos del Hospital O’Horan sólo certificaron su muerte.

El Diario del Sureste, periódico oficial o semioficial del gobierno yucateco, no supo dar noticias fehacientes del verdadero móvil del asesinato. Sólo apuntó que fueron 13 las personas, casi todas, campesinos mayas de Xocempich y de otros pueblos del oriente, los que balearon el automóvil, dizque argumentando los campesinos, que mataron a Chalé por su traición a Gualberto Carrillo Puerto y por no prestar oídos para destituir a las autoridades de Dzitás. Años atrás, en las reñidas elecciones de 1933 en que Opichén se bañó con la sangre de 38 campesinos gualbertistas matados por los esbirros uniformados del sátrapa callista del gobernador Bartolomé García Correa, alias el Box Pato (por negro y por tener culo inmenso de pato), Chalé estuvo con Gualberto Carrillo Puerto para la gubernatura porque creía que este último tenía los mismo ideales que el difunto don Felipe. Al percatarse que no era así, Chalé “cooxviró” y regresó a filas del “boxpatismo”: un cisne con ideales en medio de los patos negros que se enriquecían vomitando la memoria de don Felipe Carrillo Puerto, y teniendo orgías en fincas de la oligarquía yucateca, o en la finca Hollywood, de García Correa.

La primera noticia del asesinato de Chalé lo dio el Diario del Sureste el día 7 de septiembre, y el 10 de septiembre, es decir, menos de tres días después, las notas dejaron de salir en la primera plana. Ningún editorialista de ese periódico “socialista” dio tiempo y espacio entre sus notas a la muerte trágica de Rogelio Chalé. El ocho de septiembre, el “rojo” poetastro Ricardo Mimenza Castillo prefirió publicar un “Perfil de Juan Marinello”, y el 11 de septiembre habló a sus rojos lectores de “Díez Canedo y Nuestra América”. Un silencio ensordecedor y criminal inundó a los intelectuales orgánicos de Mérida. Para ellos, la muerte de Chalé no era motivo de nada.  Sólo un breve texto aparecido en la sexta plana del Diario del Sureste del 10 de septiembre de 1936, estaba firmado por Elmer Llanes Marín, y lo escribía desde Ticul. El texto estaba titulado, “El líder caído”, y decía: 

“Rogelio Chalé ha caído. Y más que el hombre, más que la savia joven derramada de una manera condenable; más que el líder caído, ha muerto un ejemplo, una irrefutable prueba de lo que es capaz el proletario yucateco”. 

Para Llanes Marín, Chalé era “un sincero defensor del ideal socialista”, algo que ni el corrupto Box Pato ni los tinterillos de poca monta que escribían obsedidos en el Diario del Sureste, fueron o serían.

¿Pero quién era Rogelio Chalé? Queriendo revisar datos de la efímera vida de este presidente asesinado del Partido Socialista del Sureste, encontré que no existe ni estudios ni libritos ni articulitos sobre Rogelio Chalé en la Biblioteca Yucatanense. Chalé no entra en los textos de la memoria para los yucatecos. En Hechos de la Revolución socio política mexicana (Mérida, ediciones Edisal, 2006), libro donde repasa 17 interesantes temas de la historia yucateca, don Evelio Tax Góngora le dedica de las páginas 42 a la 57 de su texto, a la historia de este jovencísimo político socialista asesinado “en el ardiente amanecer del mundo” (y el verso de Paz no es de gratis, porque la muerte de Chalé se dio justo al empezar la Guerra Civil española). Sin duda, y en honor a la verdad, don Evelio sólo parafrasea el trabajo historiográfico del único historiador que se dedicó seriamente a estudiar el Cardenismo en Yucatán: Ben Fallaw (Cfr., el trabajo de Fallaw: “Rogelio Chalé, el líder caído”, Suplemento Unicornio, Por Esto! No 119, 1993, pp. 3-14).

Fallaw, siguiendo fuentes secundarias, de archivo y hemerográficas (Cfr. Cardenas y el reparto de los henequenales, de José Luis Sierra Villareal y José Antonio Paoli Bolio) defiende la tesis de que podríamos establecer una relación entre muertes como la de Felipa Poot en Kinchil, o la de otros campesinos agraristas dispuestos a la idea del reparto de los henequenales, con el artero asesinato de Rogelio Chalé: Chalé mismo pugnaba por la Reforma Agraria en Yucatàn, así como una educación liberadora de la clase campesina, y la autoridad popular alejada de la Casta Divina. Movilizando a campesinos y peones de la zona henequenera, con sus discursos cautivantes y admirables –admirables, sí, porque Chalé no tuvo el dejo intelectual que don Felipe, el mil usos, llegó a tener-, Chalé rompía lanzas contra las satrapías oligárquicas que se negaban a desaparecer, y preparaba el camino para la llegada de Cárdenas a repartir los henequenales:

“…años antes de que Lázaro Cárdenas llegara para supervisar personalmente el reparto de los henequenales, un joven carismático de Motul, conductor de truc, había comenzado la reivindicación del Partido Socialista del Sureste y el reavivamiento de los principios populistas de su fundador [Felipe Carrillo Puerto]…Sus cautivantes discursos y su reputación firme e incorruptible hacia el cambio revolucionario, le granjearon numerosos seguidores y reivindicaron la legitimidad del Partido Socialistas del Sureste” (Ben Fallaw, "Rogelio Chalé, el líder caído").

"Los ideales de Carrillo Puerto, yo los voy a levantar..." -Rogelio Chalé.

Fallaw apunta la idea –con la cual coincidimos plenamente- de que con los gobernadores callistas yucatecos (de Torre Díaz a Bartolomé García Correa), sólo había existido autoenriquecimiento, conservación del poder y corrupción a más no poder. Y estos, en teoría, eran gobernadores “socialistas”. Las malas actuaciones, los hechos de muerte y nefando genocidio que infectaron la gubernatura del Box Pato (recordemos a Opichén, 1933), llevaron a una decadencia progresiva al Partido Socialista del Sureste (PSSE), y para parapetarse en el poder, García Correa malbarató al PNR de Calles la autonomía del PSSE. En medio del mar de los patos negros, una liga, la liga que encumbró al Dragón Rojo con ojos de jade, la Liga de Resistencia de Motul “fue excepcional en sus cuadros jóvenes”, y en esta liga se encontraba Chale, el hombre que creció políticamente cuando el Dragón Rojo hacía cimbrar los cimientos coloniales de Yucatán.
Chalé, según datos biográficos aparecidos en el Diario del Sureste, fue hijo natural de Prisciliana Chalé, nació en Dzemul pero muy de niño pasó con su madre a vivir a Motul. Comenzó sus luchas cuando Felipe Carrillo Puerto inició la carretera que une a Motul con Telchac Puerto, en cuya construcción prestó servicios como chofer de la Junta de Mejoras Materiales. Cuando vino el golpe Delahuertista de fines de 1923 y Carrillo Puerto fue asesinado por las charreteras esbirras de la oligarquía, Chalé, de 17 años apenas, permaneció fiel al PSSE y a Carrillo Puerto, su mentor, por lo que sufrió persecuciones y fue encarcelado en Motul. En 1933, en unión de Santiago Toraya y otros camaradas socialistas, ocupó la Liga Felipe Carrillo Puerto de Motul, y después figuraría como candidato a la presidencia de Motul. En 1934 fue electo presidente del Comité Municipal del PNR en ese mismo pueblo, y en 1935 fue presidente de la Federación de las Ligas Gremiales de Motul. Ya en Mérida, Chalé ocuparía otros cargos en la estructura política del PSSE, y el 25 de junio de 1936, dos meses antes de su muerte, ocuparía la presidencia del partido fundado por su maestro Carrillo Puerto.

Sus acciones de combate eran la defensa y protección de los trabajadores, combatió la corrupción dentro del partido infecto de patos negros, y frente a la acromegálica muestra del Estado postrevolucionario que se creaba con Cárdenas, defendió el último bastión autonómico que le quedaba al PSSE, frente al apetito de la CTM, intentando preservar el nombre del partido de don Felipe, pues con esto marcaba una lucha por defender y mantener el legado del Dragón Rojo de Motul, y su compromiso de proteger y revivir “la radical, popular y distintiva identidad yucateca del PSSE”. Chalé, contrario a la genuflexión prostituta y corrupta del Box Pato callista, no bajaría la cerviz ni con Fidel Velázquez, el líder joven de la CTM, para someter al partido regional a una confederación masiva y central. Más de 10 años después de la muerte de Carrillo Puerto, en 1935, Chalé tomó el estandarte del socialismo en Yucatán, y con palabras sencillas de un hombre que no se hizo en los libros sino en la acción revolucionaria, les decía a los campesinos henequeneros que él iba a levantar los ideales de Carrillo Puerto:

Nos invitaron –recordaba a principios de 1980 un campesino de Dzidzantún - porque iban a abrir su comité. Y fue cuando invitaron a Temax, Yobaín, Sinanché y nos juntamos allí en el local de Motul. Fue cuando él [Rogelio Chalé] nos dijo: “compañeros vamos a tratar unos asuntos”. Muy bien, y entramos al local. “Bueno compañeros, el motivo de la invitación es para darles a conocer que voy a hacer mi jira política. Así es que compañeros, la invitación que les hago es para que ustedes me ayuden, para que ustedes tomen parte, para que hagan propaganda a mi favor”. Y nos dijo: “Mis ideales, compañeros, no vayan a creer que son un engaño. El ideal que tengo es el de trabajar de acuerdo con ustedes. Cualquier cosa que les pase a algún compañero, tendré que ver por él. Por eso quiero hacer la lucha con ustedes, de acuerdo con ustedes. Cualquier cosa que les pase, yo voy a ver como está. Si salgo avante, hagan de cuenta que vive todavía Carrillo Puerto. Los ideales de Carrillo Puerto, yo los voy a levantar. Como trabajó él, como le ayudaron, como él personalmente. Porque el Sr. Carrillo, trabajó para defender a los pobres. Porque estaba trabajando para los pobres. Así es que, por eso lo mataron por los burgueses…por el capital. Porque fue el dinero el que trabajó. Así es que compañeros, mi pensamiento es ayudarles. Si llevo adelante mi política, si llego al triunfo no pierdan ustedes cuidado, el mismo ideal de Felipe Carrillo Puerto es el que voy a seguir con ustedes. Así es mi pensamiento”.

Su muerte, como hemos dicho, puede verse como el canto del cisne blanco, o el canto del último de los socialistas genuinos, en medio del pantano de los patos negros, y la hipótesis de Fallaw que compartimos, es que a Chalé lo mataron los miembros internos, los patos negros del Partido Socialista del Sureste, relacionados muy de cerca con la oligarquía yucateca, temerosa de otro Dragón que crecía.

Es sintomático que, no el Partido Socialista del Sureste, sino el Comité Regional del Partido Comunista (sección Yucatán) se dirigiera a Cárdenas mediante un telegrama, donde le recordaba la urgencia por llevar a cabo la Reforma Agraria en los henequenales de la oligarquía:

Telegrama. De Mérida, Yuc; a México D.F. Septiembre 7 de 1936. C. General Lázaro Cárdenas. Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Palacio Nacional. Reacción latifundista yucateca hizo ayer nueva víctima suya dirigente Confederación Ligas Gremiales Obreras Campesinas camarada Rogelio Chalé. Punto. Comité Regional demanda usted más energía su política antifeudal y agraria en Yucatán y castigo implacable responsables señalando nosotros mismos latifundistas provocaron sucesos…

Podríamos adelantar la hipótesis, de que con la muerte del hijo natural de doña Prisciliana Chalé, el socialismo en Yucatán dejó de existir. El PNR, el PRM y más tarde, el PRI, comería por completo a aquel partido iniciado con Salvador Alvarado y refundado por el Dragón Rojo de Motul: Felipe Carrillo Puerto. Un partido que pasó la crisis genocida de Bartolomé García Correa, el Box Pato, hace tiempo que había llegado a un punto de inflexión, y Chalé en vida no pudo hacer nada a un cadáver de partido que dio todo para la reivindicación de la masa campesina oprimida. Su muerte fue la metáfora exacta de la desaparición del Partido Socialista del Sureste. Chalé fue enterrado en el Cementerio General de Mérida, en una tumba sin pompa; y los patos negros  de dentro y de afuera del PSSE, lograron alejarlo del tronco del socialismo, Carrillo Puerto, su mentor. Sólo hasta septiembre de 1970, los restos mortuorios de Rogelio Chalé pasaron a la Rotonda de los Socialistas Ilustres.