martes, 17 de junio de 2014

junio 17, 2014


El negro Benito Peñalver, que vino a Mérida en 1890 como criado particular de una artista de zarzuela, se quedó aquí por haberse disuelto la compañía.

Trabajó al principio como cocinero; pero como tenía oído y un buen repertorio de canciones y trozos de las obras más en boga, las hizo imprimir en hojas sueltas y las vendía en el mercado y en las calles del Comercio, enseñando de viva voz la tonada. Esta industria, que él fue el primero en implantar, es hoy el modus vivendi de más de cuatro.

Benito, que tenía una bonita voz de tenor, hacía también de trovador y era solicitado para serenatas. Decía que pensaba dedicarse al teatro y que, para su beneficio, representaría Otelo al natural, pues en las demás óperas saldría pintado de blanco y con peluca rubia.