lunes, 9 de junio de 2014

junio 09, 2014
Profr. Límbert Iván Interián Gallegos

Qué inquietante y lamentable escuchar decir a un agente de tránsito que no puede cumplir con su función so pena de recibir en lugar de una felicitación por ser un servidor público ejemplar, una soberana amonestación por parte de sus superiores, cuando le llama la atención, impone una amonestación o levanta una infracción a un conductor del servicio público de pasajeros, cuando este comete una violación al Reglamento de Tránsito del Estado de Yucatán.

No pasa un día que no escuchemos o nos enteremos por algún medio informativo del reclamo de un ciudadano, en contra de un conductor grosero, prepotente, o ambas cosas. O el señalamiento hacia alguna empresa camionera o del servicio de combis, por mal servicio o anomalía cometida por algún empleado de éstas.

Un día de tantos, o como quien dice, érase una vez del mes de junio de 2014,cuando al caminar por una de tantas resbaladizas banquetas de nuestra ciudad capital, al pasar por un edificio gubernamental, fui testigo de un hecho como tantos ocurren a diario.

El caso que presencié pudo convertirse en un lamentable accidente con consecuencias mortales. Sucedió que, un conductor de una empresa camionera que da servicio por las rutas del norte de Mérida, a punto estuvo de arrollar a un transeúnte que había comenzado a caminar de un extremo al otro de la calle, sobre unas franjas amarillas que van en dirección a la entrada principal de una dependencia oficial.

Afortunadamente esta persona logró hacer gala de unos extraordinarios reflejos que le permitieron dar un gran salto hacia adelante y así alcanzar el embanquetado.

Y aun cuando el conductor de aquella unidad del servicio público de pasajeros había sido el responsable de este acontecimiento, tuvo la desfachatez de detenerse sobre la franja amarilla para gritarle majaderías al asustado hombre quien al escucharlo, se volteó para con fuerza decirle a aquél conductor que lea el reglamento de tránsito para que recuerde quien tiene la razón. Por supuesto que me uní a la reclamación contra el mal servidor público quien de inmediato reanudó su marcha.

De los dos Agentes del Orden que se encontraban cerca, sólo el que estaba a la entrada del edificio público, había observado todo lo ocurrido sin inmutarse. El otro aparentemente amonestaba o infraccionaba al otro lado de la calle a una automovilista por lo que no presenció nada de lo sucedido.

Al cuestionar al guardia de la entrada por qué no había intervenido, me contestó que en ese momento su labor se concretaba a custodiar el edificio. Y si le hubiera correspondido intervenir quedaría en riesgo de ser amonestado por sus superiores si el “camionero” o la empresa presentaban una queja en la dependencia a la cual está adscrito.

Sólo basta recordar quiénes son los que en las campañas electorales se encargan de trasladar a “la militancia” a todos los eventos y “magnas concentraciones”.

Así que al parecer de nada sirven los reclamos de la ciudadanía para que economía y eficiencia vayan de la mano en el servicio público de pasajeros, ya que es obvio que existen acuerdos entre gobierno y empresarios.

Ante estos hechos se preguntarán: “¿Qué podemos hacer?”. “ ¿Y ahora quién podrá defendernos?”

Y les digo: Sólo con unidad los de abajo podemos ser fuertes, tanto y más que los de arriba, porque ellos son menos. La diferencia es que ellos sí están organizados. ¿Qué les parece? ¿Se animan?