martes, 20 de mayo de 2014

mayo 20, 2014
Eduardo Ibarra Aguirre / Utopía 1394 / 21-V-14

Cuando Felipe Calderón empezó a despachar en Los Pinos, el 1 de diciembre de 2006, el 54 por ciento de los ciudadanos apoyaba decididamente la democracia como forma de gobierno. Al cierre de su inolvidable gestión, el 30 de noviembre de 2012, el indicador estaba ubicado en 40 por ciento.

14 puntos porcentuales restó el gobierno “de leyes”, “del empleo” y “de las manos limpias”, simultáneamente a que realizaba la “guerra contra el narcotráfico”, al respaldo de los mexicanos a la democracia como sistema político. Apenas el domingo 18 los militantes del Partido Acción Nacional le cobraron la factura, en la persona de Ernesto Cordero.

Fue con Vicente Fox, en 2002, cuando más mexicanos en edad votar y ser votados dijeron apoyar un sistema democrático, el 63 por ciento, en comparación con otro de corte autoritario. Estudiosos del tema, como la encuestadora Parametría, explican este fenómeno de auge como “producto de la alternancia en el poder” en 2000, cuando el Revolucionario Institucional que hasta 1988 ostentaba su condición de partido prácticamente único (lo dijo Carlos Salinas con característico cinismo), de “invencible”, porque “si no gana las elecciones las arrebata”, como denunciaban las oposiciones, pero no siempre con las pruebas que lo evidenciaran, y cuando lo lograban el vacío informativo de “los soldados del PRI” (Emilio Azcárraga Milmo dixit) las convertía en inexistentes. 27 años después los “soldados” ascendieron a generales de división y obligan a Enrique Peña Nieto a tenerlos como aliados.

Respecto a los demás países del subcontinente, México perdió 12 puntos porcentuales en cuanto al respaldo ciudadano a la democracia, y sitúa al país como el segundo con mayor retroceso en este indicador.

Si bien el auge del respaldo ciudadano a la democracia tiene como una de sus explicaciones la alternancia en el Ejecutivo federal, todavía es pertinente localizar las causas del severo deterioro durante el sexenio de Felipe del Sagrado Corazón de Jesús. Y entre ellas destaca el .56 por ciento con que según el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación –el que ahora busca pensiones vitalicias para sus magistrados– ganó la Presidencia, y que el michoacano resumió con inteligencia y/o desvergüenza en el “Haiga sido como haiga sido”. Apotegma que materializó con los diputados del PRI, encabezados por Manlio Fabio Beltrones, y “hasta el uso de la fuerza” de los del PAN, como lo presumió Gustavo Madero en el único debate que sostuvo con Cordero Arroyo.

También influyeron, como apunta Carta Paramétrica (19-XI-13) “factores económicos y de seguridad”. Sin duda, pero omitir que la bajísima calidad democrática de la elección de julio de 2006 influyó para que 60 de cada 100 ciudadanos no respalden la democracia mexicana, pareciera un ejercicio vano, sobre todo cuando ocho años después más de la tercera parte de los electores de entonces consideran que hubo “fraude”. Y si a lo anterior agregamos la insuficiente calidad democrática de la jornada de julio de 2012, pues los factores en juego coadyuvan a la no credibilidad ciudadana.

Mientras la calidad de las elecciones presidenciales no tenga una mejoría notable con la nueva legislación, pero sobre todo con una mayor intervención de la ciudadanía en el proceso y prácticas más transparentes, difícilmente se frenará esta pérdida de apoyo a la democracia. Tampoco si ésta no trae como resultado mejorías en las condiciones de vida y de trabajo de las mayorías que hoy, en prácticamente 50 por ciento, estarían dispuestas a ceder libertades a cambio de mayores niveles de bienestar.

Acuse de recibo

Héctor Barragán Valencia apunta sobre Descubrimientos que los exhiben (19-V-14): “Felicidades por tu columna. Creo que la labor docente merecería salarios superiores a los de los presidentes por el inmenso servicio que presta a México”… De la Sección 36 Valle de México: “Es una más de las mentiras y acusaciones falsas a los trabajadores de la educación por parte de los empresarios interesados en privatizar la educación publica”… Insiste Gustavo Cortés Campa: “Aludes muchos millones de ‘menciones’ en Internet sobre ‘proyecto de nación’. No puede sorprender, porque es un rollo muy sobado. Me permito, no mencionar millones, sino que cito puntualmente conceptos, tomados del Diccionario de filosofía, de Nicola Abbagnano: La nación está constituida esencialmente por nexos independientes de la voluntad de los individuos; la raza, la religión, la lengua y todos los demás elementos que pueden comprenderse bajo el nombre de 'tradición'. A diferencia del 'pueblo', que no existe sino por la deliberada voluntad de sus miembros y como efecto de esta voluntad, la nación nada tiene que ver con la voluntad de los individuos: Es un destino que grava sobre ellos y al cual no pueden sustraerse sin traición”… No lo olvide: El 21 (de las 12 a las 20 horas) y el 22  (de las 10 a las 20 horas), Filosofía y Letras de la UNAM, en CU, homenajes a Efraín Huerta.