lunes, 26 de mayo de 2014

mayo 26, 2014
JERUSALÉN, 26 de mayo.- El Papa Francisco celebró este lunes una simbólica misa con un grupo reducido de líderes eclesiásticos de Tierra Santa en el Cenáculo, lugar en el que se sitúa la Última Cena y objeto de disputa entre el Vaticano e Israel desde hace dos décadas.

Después de tres intensas jornadas de peregrinaje que concluyeron este lunes, el Papa entró en el citado recinto (en donde normalmente no se pueden oficiar celebraciones eucarísticas), una casa de dos plantas situada extramuros en la que la Custodia franciscana en Tierra Santa tuvo su primera sede, hace cerca de 800 años, para celebrar el último acto de su primera peregrinación a los Santos Lugares.

«Aquí nació la Iglesia, y de aquí partió», dijo el Papa, recordando que «salir, partir, no significa olvidar», porque la Iglesia custodia la memoria de lo que sucedió. «El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies que Jesús llevó a cabo», que significa acogerse, aceptarse y amarse, es decir el servicio mutuo. Y, sobre todo, nunca olvidarse de los «pobres, los enfermos y los excluidos de la sociedad».(AFP)

«Es un gran don del Señor estar aquí reunidos, en el Cenáculo, para celebrar la Eucaristía», dijo el Sumo Pontífice, para quien el Cenáculo recuerda el «ofrecer todo en sacrificio espiritual». «En el Cenáculo, Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó su mismo Espíritu a los Apóstoles y con esta fuerza los envió a renovar la faz de la tierra», agregó.

En una misa en varios idiomas, entre ellos el español, y en la que participaron únicamente unas decenas de personas por lo reducido del espacio, el Pontífice recordó que la sala constituye la base de algunos de los mensajes más importantes de «la nueva familia, nuestra santa madre iglesia».

«El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó, como ejemplo para sus discípulos. Lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido», afirmó.

Y en una señal de advertencia destacó que «recuerda también la mezquindad, la curiosidad -"¿quién es el traidor?"-, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados».

Historia del Cenáculo

El Cenáculo se encuentra en el Monte Sión de Jerusalén, en una ubicación hoy extramuros, en la que hay también un santuario judío y una mezquita. Durante siglos estuvo en manos de la Custodia franciscana de Tierra Santa, pero Sulimán el Magnífico lo expropió en el siglo XVI y con la creación del Estado de Israel en 1948 pasó a estar bajo su administración.

Desde 1993, cuando Israel y el Vaticano establecieron relaciones diplomáticas, la administración del santuario está en el epicentro de negociaciones, aunque las partes no consiguen llegar a un acuerdo por las susceptibilidades que despierta.

En las últimas semanas, informaciones no confirmadas acerca de que Israel podría entregar ese santuario al Vaticano desataron una ola de protestas violentas por parte de nacionalistas judíos, y dos días antes de la llegada del Pontífice a Jerusalén, una treintena de ellos fueron arrestados por la Policía tras haberse atrincherado en la parte inferior del inmueble.

Muy frecuentado por turistas y peregrinos, las distintas órdenes cristianas en Tierra Santa sólo pueden celebrar misa en el lugar un par de veces al año, el Jueves Santo y en Pentecostés

El Vaticano pide ampliar la frecuencia de las oraciones y horarios de apertura para poder celebrar allí la eucaristía, con la que hoy el Papa Francisco concluyó en ese lugar su primer peregrinaje a Tierra Santa. (EFE)