sábado, 12 de abril de 2014

abril 12, 2014
Juan Acuesta Rodríguez

La noche de hoy repicaron las campanas para darle la bienvenida al seno celestial a la Sra. Wilma Marín Villanueva en una iglesia de Santa Ana en una misa muy solemne, pletórica de amigos, familiares, algunos curiosos y políticos. Fue una misa concelebrada por el Señor Arzobispo Emilio Carlos Berlie Belaunzarán y varios sacerdotes. Una misa muy sentida en todos los aspectos.

Escuché al hombre Jorge Carlos Ramírez Marín y no al político, cuando se refirió a la vida dedicada a él y a sus hermanas por parte de su madre, y digo al hombre porque lo que expresó de su santa madre no fue un discurso preparado, sino palabras que salieron de su corazón, de lo más profundo de su ser, cuando mencionó que tuvieron una niñez difícil pero la señora siempre se preocupó por sacar a flote a sus hijos, a su familia. Nunca la vio con mentalidad derrotista, siempre mirando hacia adelante y velando por el bien de ellos.

Entre sus enseñanzas siempre les dijo que no sean rencorosos ni mucho menos vengativos. Aun en ese año, 2007 --cuando a él no se le da lo que esperaba--, estando en la casa con ella lo vio decaído, abatido y le dijo con una palmada en la espalda: "Dios sabe por qué hace las cosas, hijo. No debes decaer ni mucho menos guardar rencor ni dolor. Vendrán otros tiempos", levantándole con estas palabras el ánimo para seguir adelante.

Se refirió a sus hermanas con profundo respeto, reconociendo la atención que le dieron en estos tiempos a su madre y que él, estando a distancia por la responsabilidad que tiene a cargo dentro del Gabinete presidencial, se sentía tranquilo porque sabía que estaba en muy buenas manos.

Él, cada que tenía oportunidad de regresar a su terruño, no podía quitar de su agenda la visita que, no obligada sino por amor, le haría a su santa madre. Es tal la enseñanza de esta señora que siempre mantuvo a su familia unida, que uno de sus nietos, Jorge Carlos, le dio un beso de despedida en la frente y le dijo: "Abuelita, ojalá yo tenga una familia como la que tú sostuviste". Éste es un ejemplo de cuánto amor y cuánta unión existió en este seno familiar.

Esta noche vi a un hombre dolido, abatido por el profundo amor que profesó ella a él y él a ella. Sé bien que es un momento muy íntimo, muy familiar y quizá lo que él más deseaba era ya retirarse del lugar, pero la gente se le arremolinaba y se lo impedía. Unos por afecto; otros, por cumplir, pero el hecho es que Jorge Carlos Ramírez Marín demostró que es un hombre como todos nosotros, no el político encumbrado. Sé que ese dolor lo llevará muy profundo en su interior, pero también ese carácter, esa entereza que le legó su madre lo llevará a salir adelante en sus quehaceres.

Desde los espacios del Señor Nuestro Dios velará por el camino de sus hijos y de sus nietos.

Descanse en paz la Sra. Wilma Marín Villanueva.